veus de frontera
“En apenas unas horas ha pasado
de ser una desconocida a atraer todos los focos. La gesta de Najat el Hachmi, escritora de origen
marroquí proclamada ganadora del Premio Ramon Llull (el Planeta de las letras
catalanas), ha sido acogida con una mezcla de entusiasmo y curiosidad. El
cambio que se constata día a día en la sociedad española, transformada ya por
el fenómeno de la inmigración y el mestizaje, empieza también a abrirse camino
en el ámbito literario.
El Hachmi, afincada en Cataluña
desde hace 20 años, rompe tópicos y habla sin tapujos. En la novela
galardonada, L'últim patriarca (que
publicará la Editorial Planeta en castellano el 5 de marzo con el mismo título:
El último patriarca), la autora
ajusta cuentas con el machismo y la violencia de los jefes de familia chapados
muy a la antigua. En contraposición a esa figura cruel, emerge la de su hija:
una joven que busca la libertad desprendiéndose de un legado social que no ha
elegido. El Hachmi conoce bien la lucha cotidiana de su protagonista; porque
sin ser ésta una obra autobiográfica, bebe de algunas de sus experiencias.
Eso sí, el destino de El Hachmi
cambió de forma abrupta al descubrir tempranamente su vocación: la literatura.
"Mi escritura tiene una herencia muy palpable: la tradición oral de mi
país de origen. Hasta los ocho años, no supe lo que era un televisor. Todo lo
que era ficción, lo que pertenecía al mundo de la imaginación, lo recibí
entonces a través de los cuentos que me narraba mi madre. La fantasía empezaba
cuando se apagaba la luz", rememora la galardonada, nacida en Nador en
1979. "Fue en Cataluña donde aprendí a escribir y leer. Leía todo lo que
se me ponía por delante. Ya no había espacio para esa tradición oral, porque
las formas de convivir no son las mismas", añade.
¿Cuál es su relación con ese
legado? ¿Ruptura, integración en el nuevo país...? "Es una relación
complicada y con momentos de autoodio. He intentado alejarme de unos orígenes
que duelen, porque cuesta compaginarlos con el resto de mi vida. Luego he
entendido que cuando no es posible destruir algo, sólo queda la posibilidad de
asumirlo", sostiene la autora, quien reconoce una gran fascinación por Lorca y Antonio Machado, si bien su gran referente es Mercè Rodoreda.
Lo de los colectivos como
etiqueta para definir a las personas le pone enferma. "Es una palabra que
no sé a qué hace referencia. Pertenecer al colectivo marroquí... Pues nunca he
tenido esa sensación. La gente cuando emigra establece sus propias redes
sociales. Es eso lo que facilita la identificación, no el nacimiento. Incluso
me parece peligroso que el poder busque representantes de las comunidades de
inmigrantes, porque los grupos humanos son heterogéneos", defiende la
escritora, que tampoco siente ninguna afinidad por caer en el victimismo.
"El patriarcado es un orden
social que no perjudica sólo a la mujer y a la hija. También afecta a los
chicos menores de edad, gente de la que se habla poco. Ellos quedan en segundo
término, aunque también padecen situaciones límite. En su caso, la
confrontación es mayor a veces, porque se niegan a repetir un legado patriarcal
que rechazan. Desgraciadamente, todavía no hay preocupación social por los
hijos varones".
Su primer libro apareció en 2004
con título inequívoco: Jo també sóc
catalana (Yo también soy catalana). "Era puramente autobiográfico y me
centré en el hecho de haber emigrado. El título no es contundente, porque
cuando llevas 20 años viviendo en un lugar, cansa mucho que todavía se te
considere una extranjera. Los paisajes y la gente que quiero son los que he
conocido en todo ese tiempo y no los de una infancia algo mítica al habitar ya
en el recuerdo. Yo me siento catalana y punto. Por eso, nunca me planteé
utilizar una lengua literaria que no fuera el catalán".
Y lo hace con pasión:
"Escribir es la máxima forma de libertad. Me permite yuxtaponer
situaciones que otros autores no harían al no compartir mi realidad. Hablo de
lo que me interesa: los individuos de frontera".”
Israel Punzano Sierrra
El País, 02/02/2008
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada