“Con el tiempo perdí también
aquella idea confusa de normalidad y hoy ignoro de verdad qué lugar es una
madre. Me falta como puede faltarme la salud, un cobijo, una certeza. Es un
vacío persistente, que conozco pero no supero. Me da vueltas la cabeza si miro
dentro. Un paisaje desolado que de noche me quita el sueño y fabrica pesadillas
en el poco que me deja. La única madre que nunca he perdido es la de mis
miedos.”
La Retornada
Donatella di Pietrantonio
Editorial Duomo, 2018
Pág. 92-93
La retornada
por Lourdes Ventura
“Al leer esta novela de Donatella Di Pietrantonio (Arsita, Teramo, 1962), inmediatamente
pensamos en el cine neorrealista italiano. El extrañamiento de la protagonista
de Stromboli, de Roberto Rossellini, en un lugar hostil
y sórdido, está en conexión directa con el desarraigo de la adolescente de
trece años, heroína de esta ficción.
La niña sin
nombre que nos cuenta su historia en primera persona ha sido inesperadamente
arrancada de su hogar burgués en una ciudad luminosa y marítima, para ir a caer
en una familia en los límites de la penuria más profunda, en un atrasado pueblo
de la región de los Abruzos.
El
desconcierto de la muchacha expulsada de su casa sin conocer la razón se
convertirá en profundo exilio al saber que los desheredados que la acogen, esos
absolutos desconocidos, son en realidad su familia biológica. Los hermanos
siempre la llamarán la retornada, la extraña que fue entregada cuando tenía
apenas unos meses a unos parientes acomodados y que ahora regresa. La niña de
ciudad que iba a la piscina, tenía un dormitorio y un cuarto de baño para ella
sola y que leía libros incansable, se enfrenta de pronto a la ignorancia, a la
miseria y al cuarto colectivo donde dormirá junto a sus tres hermanos, que la
desprecian, y en la misma cama que su hermana Adriana.
La retornada
no podrá amar a una madre nada sentimental, dura, ocupada en sobrevivir, que la
rechazó apenas recién nacida. Se sentirá “huérfana de dos madres vivas”. El
sentimiento de abandono será tan doloroso como el cambio súbito de condición
social.
Lo mejor de
esta novela, clave de su éxito, es la transparencia de la escritura y la
ausencia de sentimentalismo
Hasta aquí
podríamos estar ante un drama dickensiano. Dickens
pensaba que la miserabilidad incluía la muerte de la belleza. La fealdad y
las vidas descarriadas crecían en la indigencia y el hambre. En ese sentido, la
crítica social en la novela de Donatella
di Pietrantonio quedará implícita. Con los ojos y las impresiones de la
retornada conoceremos el sentimiento de carencia, o más exactamente,
penetraremos en los olores, los ruidos, las sensaciones táctiles de la miseria.
La acción
transcurre a mediados de los años setenta, y diez años antes, todavía muchas
familias campesinas entregaban a algún hijo a familiares más acomodados, para
liberarse de una carga económica. No existía ningún vínculo legal de adopción,
por lo que en cualquier momento la situación podía revertirse. Se ha hablado de
Dickens, pero hay que puntualizar
que la autora italiana es de una concisión asombrosa. Hay capítulos de trece o
veinte líneas y situaciones complejas que se resuelven en tres páginas.
Las
reflexiones de la protagonista son claras, las percepciones sobre su familia y
el ambiente sórdido en que se mueven, resultan exactas, desoladas, pero no
despreciativas. En esta novela de aprendizaje, en la que las relaciones
fraternas serán muy complicadas, el contraste entre la vida acomodada y la
mísera se despliega por sí solo entre violencia y hambre, sin necesidad de más
análisis sociales. La adolescente observa la vida inclemente de los suyos,
siempre en desesperado combate por la supervivencia; pero también advierte el
disfrute de lo pequeño y los momentos de belleza sencilla, como en la visita al
caserío de unos conocidos en el campo.
Arrancando
vainas de habas en el huerto con su madre verdadera, tiene la impresión de que
todo está, “cuidado y en orden”: “Quisiera que mi vida fuera como este campo”,
dice la retornada. En esa serenidad de las acacias en flor y los trabajos en
las eras, también se atreve a preguntarle a la mujer que la ha concebido, qué
edad tenía cuando la entregó a una prima. La narradora indica que lo dijo “con
un cansancio sin rabia”. Esa ambivalencia entre la comprensión de por qué fue
abandonada, en unas circunstancias difíciles, y la rebeldía frente a un destino
que no acepta, se plasma a lo largo de toda la historia.
Lo mejor de
esta novela y seguramente la clave de su extraordinario éxito en Italia, es la
transparencia de la escritura y la ausencia de sentimentalismo. La retornada se
comportará como una astuta superviviente, capaz de desenredar los hilos de su
vida y contagiar su energía esperanzada a su hermana Adriana.”
El
Cultural
14
diciembre 2018
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