En el año 1952
las dos figuras principales del mundo intelectual francés eran Jean-Paul Sartre
y Albert Camus, autores respectivamente de La náusea y La peste. Camus acababa
de publicar El hombre rebelde, ensayo donde sostenía que había en el ser humano
una esencia, una naturaleza humana, y que esa esencia se relacionaba con una
moral cuyos principios trascendían las contingencias de la Historia. Para
Sartre, en cambio, el hombre no tenía esencia, era pura existencia, un puro
hacerse; por ello, la Historia era, precisamente, todo porque la Historia era
lo que el hombre hacía en un universo sin Dios.
Francis
Jeanson, discípulo de Sartre, publico un comentario negativo del libro de Camus
en la revista Les temps modernes , órgano del círculo existencialista. En esa
reseña detallaba las diferencias ideológicas que separaban a Camus del grupo
liderado por Sartre . Camus contestó entonces los reparos hechos por Jeanson y
ése fue el comienzo de una polémica que dividió a los intelectuales no sólo de Francia, sino
de todo el mundo.
El debate que
siguió ya no tuvo intermediarios ni portavoces. Sartre y Camus, frente a
frente, defendieron sus posiciones desde las páginas de Les Temps modernes .
Sartre le
insistía a Camus que para revolucionar el orden de las sociedades humanas, era
obligatorio que ellos, como intelectuales, se ensuciaran las manos. Camus le
respondió que él no quería ser "ni víctima ni verdugo", separándose
de la doctrina soviética y acusando a Sartre de que sus intenciones de obligar
a los artistas a comprometerse a expresar sus ideologías políticas, eran algo
-cuando menos- esclavista.
La discordia
entre Sartre y Camus era filosófica. Las preguntas de si la Historia lo era
todo o era sólo un aspecto del destino humano; o si la Moral era una esfera
autónoma o si estaba inexorablemente ligada "al desenvolvimiento histórico
y la vida colectiva", formaron parte del duelo entre ambos autores. Pero
en la práctica las diferencias se debatían en el campo de la política.
Sartre creía
fervientemente en el modelo social estalinista, admitiendo que aun con la falta
de libertades, el terrorismo de estado y la ausencia de garantías
constitucionales, el proyecto era moralmente superior al Capitalismo. En cambio
Camus, creía que la existencia de estas condiciones convertía al Socialismo en
un sistema tan condenable como el sistema explotador capitalista.
Un extracto de "El hombre rebelde":
"¿Qué es un
hombre rebelde? Un hombre que dice que no. Pero si se niega, no renuncia: es
además un hombre que dice que sí desde su primer movimiento. Un esclavo, que ha
recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva orden.
¿Cuál es el contenido de ese “no”?
Significa, por
ejemplo, “las cosas han durado demasiado”, “hasta ahora, sí; en adelante, no”,
“vas demasiado lejos”, y también “hay un límite que no pasaréis”. En suma, ese
“no” afirma la existencia de una frontera. Vuelve a encontrarse la misma idea
de límite en ese sentimiento del rebelde de que el otro “exagera”, de que no
extiende su derecho más allá de una frontera a partir de la cual otro derecho
le hace frente y lo limita. Así, el movimiento de rebelión se apoya, al mismo
tiempo, en el rechazo categórico de una intrusión juzgada intolerable y en la
certidumbre confusa de un buen derecho; más exactamente, en la impresión del
rebelde de que “tiene derecho a...”. La rebelión va acompañada de la sensación
de tener uno mismo, de alguna manera y en alguna parte, razón. En esto es en lo
que el esclavo rebelado dice al mismo tiempo sí y no. Afirma, al mismo tiempo
que la frontera, todo lo que sospecha y quiere conservar más acá de la frontera.
Demuestra, con obstinación, que hay en él algo que “vale la pena de...”, que exige
vigilancia. De cierta manera opone al orden que le oprime una especie de derecho
a no ser oprimido más allá de lo que puede admitir.
Al mismo
tiempo que la repulsión con respecto al intruso, hay en toda rebelión una
adhesión entera o instantánea del hombre a cierta parte de sí mismo. Hace,
pues, que intervenga implícitamente un juicio de valor, y tan poco gratuito que
lo mantiene en medio de los peligros. Hasta entonces se callaba, por lo menos,
abandonado a esa desesperación en que se acepta una situación aunque se la
juzgue injusta. Callarse es dejar creer que no se juzga ni se desea nada y, en
ciertos casos, es no desear nada en efecto. La desesperación, como lo absurdo,
juzga y desea todo en general y nada en particular. El silencio la traduce
bien. Pero desde el momento en que habla, aunque diga que no, desea y juzga. El
rebelde (es decir, el que se vuelve o revuelve contra algo), da media vuelta.
Marchaba bajo el látigo del amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible
a lo que no lo es. Todo valor no implica la rebelión, pero todo movimiento de rebelión
invoca tácitamente un valor."
El hombre rebelde
Albert Camus
Losada, Buenos Aires, 1953
pag. 17-18
La edición de El Hombre Rebelde de Losada tiene lamentablemente muchos errores y no pocos graves. Es sorprendente que no los hayan corregido con el tiempo y los sigan publicando..
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