Lectura que des de Vespres Literaris
recomanem per complementar la lectura del mes:
El pasado de una ilusión. Ensayo
sobre la idea comunista en el siglo XX, de François Furet. Traducció de Mónica Utrilla, i editat per Fondo
de Cultura Económica, 1995.
Transcrivim un tastet del
començament:
“Para comprender la fuerza de las mitologías
políticas que han dominado el siglo xx, hay que detenerse en el momento de su
nacimiento o al menos de su juventud; es el único medio que nos queda para
percibir un poco del esplendor que tuvieron. Antes de deshonrarse por sus
crímenes, el fascismo constituyó una esperanza. Sedujo no solo a millones de hombres sino a
muchos intelectuales. En cuanto al comunismo, aún podemos avistar sus mejores
días, ya que como mito político y como idea social sobrevivió largo tiempo a
sus fracasos y a sus crímenes, sobre todo en los países europeos que no
sufrieron directamente su opresión: muerto entre los pueblos de la Europa del
Este desde mediados de los anos cincuenta, aún florecía 20 anos después en Italia
o en Francia, en la vida política e intelectual. Supervivencia que nos da la
medida de su arraigo y de su capacidad de resistir a la experiencia, y que
forma como un eco de sus mejores anos, en la época de su expansión triunfante.
Para comprender su magia, hay que hacer el
esfuerzo indispensable por situarse antes de las catástrofes a que dieron lugar
las dos grandes ideologías: en el momento en que fueron esperanzas. La dificultad de esa ojeada retrospectiva se
debe a que mezcla en un lapso muy breve la idea de esperanza y la de catástrofe:
desde 1945, se ha vuelto casi imposible imaginar el nacionalsocialismo de 1920
o de 1930 como promesa. El caso del comunismo es un poco distinto, no solo
porque duro más tiempo gracias a la victoria de 1945, sino porque la fe tiene
por apoyo esencial el encuentro de épocas históricas sucesivas: supuestamente,
el capitalismo abriría la puerta al socialismo y después al comunismo. La
fuerza de esta representación es tal que permite fácilmente comprender o hacer
revivir las esperanzas de que fue portadora la idea comunista al comienzo del
siglo, pero al precio de una subestimación o hasta de una negación de la catástrofe
final. El fascismo reside por entero en su fin; el comunismo conserva un poco
del encanto de sus inicios: la paradoja se explica por la supervivencia de ese célebre
sentido de la historia, otro nombre de su necesidad, que hace las veces de
religión entre quienes no la tienen, y que por tanto es tan difícil y hasta
doloroso abandonar. Y sin embargo, eso es precisamente lo que hace falta para
comprender el siglo xx.”
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