28 de març 2012

lectures complementaries


Lectura que des de Vespres Literaris recomanem per complementar la lectura del mes:

El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX, de François Furet. Traducció de Mónica Utrilla, i editat per Fondo de Cultura Económica, 1995.

Transcrivim un tastet del començament:



“Para comprender la fuerza de las mitologías políticas que han dominado el siglo xx, hay que detenerse en el momento de su nacimiento o al menos de su juventud; es el único medio que nos queda para percibir un poco del esplendor que tuvieron. Antes de deshonrarse por sus crímenes, el fascismo constituyó una esperanza.  Sedujo no solo a millones de hombres sino a muchos intelectuales. En cuanto al comunismo, aún podemos avistar sus mejores días, ya que como mito político y como idea social sobrevivió largo tiempo a sus fracasos y a sus crímenes, sobre todo en los países europeos que no sufrieron directamente su opresión: muerto entre los pueblos de la Europa del Este desde mediados de los anos cincuenta, aún florecía 20 anos después en Italia o en Francia, en la vida política e intelectual. Supervivencia que nos da la medida de su arraigo y de su capacidad de resistir a la experiencia, y que forma como un eco de sus mejores anos, en la época de su expansión triunfante.
Para comprender su magia, hay que hacer el esfuerzo indispensable por situarse antes de las catástrofes a que dieron lugar las dos grandes ideologías: en el momento en que fueron esperanzas.  La dificultad de esa ojeada retrospectiva se debe a que mezcla en un lapso muy breve la idea de esperanza y la de catástrofe: desde 1945, se ha vuelto casi imposible imaginar el nacionalsocialismo de 1920 o de 1930 como promesa. El caso del comunismo es un poco distinto, no solo porque duro más tiempo gracias a la victoria de 1945, sino porque la fe tiene por apoyo esencial el encuentro de épocas históricas sucesivas: supuestamente, el capitalismo abriría la puerta al socialismo y después al comunismo. La fuerza de esta representación es tal que permite fácilmente comprender o hacer revivir las esperanzas de que fue portadora la idea comunista al comienzo del siglo, pero al precio de una subestimación o hasta de una negación de la catástrofe final. El fascismo reside por entero en su fin; el comunismo conserva un poco del encanto de sus inicios: la paradoja se explica por la supervivencia de ese célebre sentido de la historia, otro nombre de su necesidad, que hace las veces de religión entre quienes no la tienen, y que por tanto es tan difícil y hasta doloroso abandonar. Y sin embargo, eso es precisamente lo que hace falta para comprender el siglo xx.”

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