27 de gen. 2013

nadie logrará conocerse

Richard Strauss
1864-1949


Nadie logrará conocerse,
de su yo propio desprenderse;
pero prueba cada día
lo que por fin está claro desde fuera,
lo que es y lo que era,
lo que puede y lo que querría.

Goethe






"Metamorphosen, escrita para veintitrés instrumentos de cuerda, comienza con acordes sucesivos de Mi menor, La bemol mayor, Si bemol mayor y  La mayor, aferrados a una línea cromática descendente. Sombrías y dolientes, las armonías recorren once de las doce notas de la escala cromática en solo dos compases, como si quisiera reconocerse que, después de todo, puede que Schoenberg no estuviera tan loco. Líneas contrapuntísticas se entrelazan como el kuzu a una mansión en ruinas. Según va avanzando el movimiento, la música intenta acomodarse en una voz más relajada y lírica, pero se produce una suerte de drenaje a intervalos regulares y resurge un ambiente tristanesco de desesperación herida. En un momento dramático ya cerca del final, la mayoría de los instrumentos se retiran, dejando un Sol sibilante en las violas y violonchelos agudos. El efecto recuerda al clímax del Adagio de la Novena Sinfonía de Mahler, cuando todo el conjunto se desvanece para exponer un Do bemol agudo al unísono en los violines. El grito agudo de Strauss parece preparado para hacer las veces de una dramática sensible previa a la llegada a una región tonal más luminosa, algo similar a la beatifica resignación de Mahler. Lo que hace, en cambio, es gravitar implacablemente hacia el sepulcral Do menor que ha estado sonando en todo momento.

En la sección final se incorpora un nuevo elemento: una cita de la marcha fúnebre de la Heroica de Beethoven. Es sabido que Beethoven había pensado dedicar la Heroica a Napoleón, pero cuando éste se corono emperador el compositor tachó la dedicatoria.  La obra se publicó finalmente como una «Sinfonia eroica [...] composta per festeggiare il sovvenire di un grand Uomo».  Algunos han supuesto que Strauss estaba diciendo lo mismo sobre Hitler, enterrando a un hombre en el que había creído un día. A la luz de la cita oculta de «Nadie logrará conocerse» de Goethe, es más probable que el héroe al que va a darse sepultura sea el compositor. Hay disonancias angustiadas cuando el himno fúnebre del propio Strauss se sincroniza y desincroniza con el de Beethoven. Cuando parece haber llegado al fondo, baja aún dos largos trancos más:  un Sol grave, luego un Do aún más grave. Es como la fanfarria del amanecer en Also sprach Zarathustra avanzando en un movimiento retrogradado, con la serie armónica rebobinando hasta la fundamental. No hay «luz en medio de la noche», sino solo noche.

Strauss concluyó Metamorphosen el 12 de abril de 1945. Franklin Delano Roosevelt murió ese mismo día. El Adagio para cuerda de Samuel Barber, escrito en un tono vagamente similar a la música que acababa de componer Strauss, sonó en la radio estadounidense.  Esa tarde, en las ruinas de Berlín, la Filarmónica de Berlín presento un programa impecablemente hitleriano que incluía el Concierto para violín de Beethoven, la Sinfonía Romántica de Bruckner y la Escena de la Inmolación de Götterdämmerung. Tras el concierto, miembros de las Juventudes Hitlerianas repartieron cápsulas de cianuro entre el público, o ése es el rumor que se corrió."

El ruido eterno
"fuga de la muerte"
Alex Ross
pág: 421-423


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