28 d’abr. 2013

un paso para...




"—Debo decirle que se equivoca. Usted no ha visto al hombre poner un pie en la Luna. Eso no ha ocurrido aún, pero ocurrirá. Puedo adelantarle que será este mismo año y que lo lograremos nosotros.
—Vaya, pues enhorabuena. Pero entonces, ¿para qué este tinglado? ¿Por qué los muertos?
—No me cree, ¿eh?
—No, la verdad. He visto como grababan ustedes un alunizaje; fue anoche mismo, ¿recuerda?
Míster Thomas hizo una pausa y aspiro una buena bocanada de humo. Reanudó el discurso al instante, con calma. Se notaba que estaba acostumbrado a mandar y que sabía controlar aquellas situaciones:
—Veamos, Alsina. A nadie se le escapa que, quitando cuatro guerras de otros aquí y allá, corno es el caso de Vietnam, nosotros no estamos combatiendo con los rusos directamente. Puede que ocurra, no le digo que no,  pero,  de momento, la amenaza nuclear evita una confrontación directa. A eso se debe que nuestra gran rivalidad política, técnica, y sobre todo militar, haya derivado hacia la carrera espacial.  Un asunto que, dicho sea de paso, vuelve locas a las masas. Ellos golpearon primero con lo de Laika, Yuri Gagarin y todo eso, pero ahora nosotros hemos recuperado la iniciativa con la expedición en que participo Frank Berthold.
—Si es que existió...
—Existió, créame. El caso es que esta carrera es una auténtica guerra. Consume muchos recursos y en gran parte alienta nuestra investigación en áreas como la militar, las telecomunicaciones, la física o la aeronáutica. Temas que, por supuesto, son vitales. Si tenemos éxito, más recursos asignará el Congreso, ¿entiende?
—Perfectamente.
—Bien. Puedo repetirle que estamos en condiciones de conseguirlo este mismo año. Tenemos varios equipos trabajando en turnos, sin dejar de avanzar sea de día o de noche y la cosa pinta bien, pero...
— ¿SÍ?
—... no estamos libres de que se produzca un fallo, un error, un bandazo, no sé, que dé al traste con la misión. Imagine, por ejemplo, que lanzamos una nave desde Cabo Cañaveral y anunciamos con tambores y... ¿cómo se dice, Raül?
—A bombo y platillo.
—Eso, a bombo y platillo. Imagine usted que en el trayecto perdemos la nave o estalla. Quedaríamos mal, ¿no?
—Un ridículo.
—Exacto. Esto que ha visto usted no es otra cosa que una opción, la opción b. " 

1969
Jerónimo Tristante
Pág. 334-335


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