“Ya está dicho que Marie creció
en un ambiente político muy enrarecido. En 1864, tres años antes de su
nacimiento, los rusos aplastaron una insurrección nacionalista y ahorcaron a
los cabecillas, dejando sus cuerpos colgados de las murallas de la ciudadela de
Alejandro durante el verano para que se pudrieran a la vista de todos: un
espectáculo de ferocidad medieval que no debió de mejorar las relaciones entre
los opresores y los oprimidos. En la escuela, Manya y sus compañeras daban las
clases en polaco, lo cual estaba prohibido; pero el centro tenía previsto un
sistema de timbres para advertir a los profesores de la llegada de los
inspectores rusos. Uno de esos días, Marie y sus veinticinco compañeras estaban
estudiando la historia de Polonia cuando recibieron el aviso; inmediatamente
guardaron los libros y sacaron las labores, tal y como tenían ensayado, de modo
que, cuando entró el inspector, las niñas estaban cosiendo ojales modosamente.
Entonces la profesora mandó salir a la pizarra a Marie, porque era la mejor
alumna de la clase, y el tipo le hizo recitar el padrenuestro en ruso y soltar
la lista de los zares con todos sus títulos. Lo hizo bien, pero se sintió
terriblemente humillada y lloró con desconsuelo cuando el hombre se fue.
Comprendo la angustia de Marie:
las preguntas del ruso estaban hechas con la intención de domar y avasallar.
Pero, por otro lado, la escena me parece de lo más simbólica. Tal vez el
incidente le enseñara a Manya que la mujer que cose es una impostora. O sea: es
alguien que sabe mucho más y hace mucho más que pespuntear ojales con mansedumbre.
Los ambientes revolucionarios siempre han sido favorables al avance de las
mujeres; los momentos socialmente anómalos dejan fisuras en el entramado
convencional por donde se escapan los espíritus más libres. Quiero decir que,
por esas paradojas de la vida, es posible que la represión rusa ayudara a Marie
a romper los prejuicios machistas de la época; unidos por la resistencia
nacionalista, los hombres y las mujeres polacos eran sin duda más iguales.
Además ese entorno efervescente
contribuyó a que Marie se concienciara y posicionara ideológicamente desde muy
pronto. Apenas llegada a la adolescencia, la futura Madame Curie se convirtió
en una entusiasta seguidora del positivismo de Comte, que se apartaba de la
religión y consagraba la ciencia como única vía para conocer la realidad y
mejorar el mundo. Manya, que había abandonado la fe tras la muerte de su madre,
se entregó con pasión al romanticismo científico. A los dieciocho años le mandó
a su mejor amiga un retrato que se había hecho junto a su hermana mayor Bronya,
y la dedicatoria decía: «A una positivista ideal de dos positivas idealistas.» “
La ridícula idea de no volver a verte
Rosa Montero
Seix Barral, 2013
Pág. 49-50
“En el libro, Rosa Montero describe algunos momentos
clave de la vida de Marie Curie, una
científica excepcional que es aún hoy la única persona que ha obtenido dos
premios Nobel en ciencias.
La escritora investiga a través
de algunas de las actuaciones de Marie Curie y de sus comentarios y reflexiones
de su propio diario, a la mujer que se esconde detrás de la científica. Leyendo
las reflexiones de Rosa Montero acerca de Marie Curie, me doy cuenta que muchas
de éstas son muy útiles para hablar de la relación de la mujer y la ciencia hoy
por hoy. “
Leer el artículo completo de
Elena Casacuberta: “Lo que el libro de Rosa Montero “La ridícula idea de novolver a verte” nos dice sobre la relación entre Mujer y Ciencia hoy por hoy.”
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