18 de set. 2020

la extraña desaparición de Esme Lennox, dos

 

 

Maggie O'Farrell se deleita con las ausencias. Le gusta la gente extraña, los fantasmas, los vacios, cualquier tipo de vacío que dé rienda suelta a su imaginación. Su debut de gran éxito, After You'd Gone, fue sobre un prometido muerto; la segunda te dejaba pensar que una exnovia era un fantasma y la tercera jugaba con la coincidencia, las oportunidades y la amenaza de oportunidades perdidas.

 

El título de su última novela no debe tomarse tan literalmente como parece. Sin embargo, lo que ha cambiado es el estilo de escritura de O'Farrell; o al menos ha mostrado voluntad de experimentar con él. Aquí, O'Farrell combina el estilo y el contenido a la perfección para brindarnos una historia suavemente inquietante sobre la lealtad familiar, lo que sucede cuando está mal dirigida y lo que sucede cuando está completamente ausente.

 

Esme es la interna anciana de una unidad psiquiátrica en Edimburgo, donde ha vivido la mayor parte de su vida. Cuando la conocimos por primera vez, tiene recuerdos fugaces de su infancia en la India, donde vivió una vez con sus padres, su hermana Kitty y su hermanito. Pero allí algo malo pasó, por lo que ha reprimido su historia y nos llega solo en fogonazos irregulares, fracturados, dudosos.

 

La "casa" de Esme está cerrada y las autoridades se ponen en contacto con una sobrina nieta, Iris, quien nunca ha sabido de la existencia de Esme hasta ahora. Iris tiene un negocio y vive en un piso de su propiedad, pero su vida amorosa es complicada: está envuelta en una aventura con un hombre casado, Luke, que quiere dejar a su esposa; mientras espera, en secreto, todavía alberga un anhelo por otro hombre casado: su hermanastro, Alex.

 

Al principio, Iris es extremadamente reacia a aceptar a Esme pero, después de visitar un asilo sórdido con ella, siente que no tiene otra opción. Iris también es una niña de una familia fracturada, ansiosa por protegerse a sí misma de los daños, pero comienza a sentir cariño por esta anciana con problemas. Ambas mujeres se burlan gradualmente de esos problemas, sin que parezca que lo hacen, y la sutileza y el delicado toque de O'Farrell nunca se ha mostrado tan finamente como en las escenas entre las dos mujeres.

 

La cuestión de qué define exactamente la locura y qué define la cordura es el eje fundamental de la novela. Esme sufre dos traumas: por una parte, un trágico incidente de la infancia y, por otra, una experiencia violenta en su adolescencia, que, sumados, le han llevado al encierro en el manicomio. Irónicamente, y sin que ella lo sepa, su hermana mayor Kitty es ahora una anciana también recluida en un centro, ya que sufre Alzheimer.

 

Este triple nivel narrativo entre Esme, Kitty e Iris podría haber llevado a confusión, pero O'Farrell mantiene el pulso de la narración, y su presentación de la voz de Kitty, aún más confusa y fracturada que la de Esme, es perfecta. O'Farrell juega con este supuesto diálogo  entre las dos hermanas, desafiando al lector a decidir quién está más cuerdo que el otro. Es un juego fascinante este entrecruzamiento de las historias de Esme y Kitty, quedando la historia de Iris en un segundo plano.

 

Pero Iris está ahí para ayudar a llenar los espacios en blanco, y eso es exactamente lo que es esta historia: un intento de llenar esos vacíos, esos silencios, los agujeros en la vida de una persona, especialmente cuando esa persona es una mujer encerrada, olvidada y, en última instancia, silenciada.“

Lesley McDowell

The Independent

27 de agosto de 2006


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