O’Farrell inicia su novela citando un poema de la poeta norteamericana Emili Dickinson, y que es toda una declaración de intenciones:
Mucha locura es divina cordura
para una mirada sagaz.
Mucha cordura, la más rematada locura.
En esto, como en todo,
prevalece la mayoría.
Asiente, y te considerarán cuerdo.
Disient. Y de inmediato serás peligroso
y atado con cadenas.
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