Un esclavo moderno por cada 150 personas en el mundo
El mundo se acerca a la cifra de 50 millones de esclavos modernos, la mitad de ellos obligados a realizar trabajos contra su voluntad y la otra mitad presas de matrimonios forzosos
por Irene Larraz
Newtral, 04 octubre 2022
"Las historias de esclavitud moderna son conocidas. Una menor que tuvo que trabajar durante años como sirvienta para pagar una deuda de 20 dólares. Otra que fue traficada y vendida cinco veces hasta que la obligaron a trabajar como prostituta. Una niña sometida a un matrimonio forzoso para saldar una deuda. Una mujer que firmó un contrato para trabajar en el extranjero como empleada doméstica y, al llegar, le confiscaron el pasaporte y la obligaron a trabajar en jornadas infinitas, dormir en el suelo y comer sobras.
Pero el número de personas en esta situación nunca había sido tan alto. En 2021 había cerca de 50 millones de esclavos modernos, uno por cada 150 personas en el mundo, según las estimaciones mundiales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la ONG Walk Free, que recogen las cifras y las historias en un informe reciente.
Las organizaciones definen la esclavitud moderna como las situaciones de explotación a las que una persona no puede negarse o no puede abandonar debido a amenazas, violencia, engaño, abuso de poder u otras formas de coacción, e incluyen tanto el trabajo forzado como el matrimonio forzado.
Lo que le preocupa no solo es el dato, sino la tendencia. En los últimos cinco años, la cifra ha aumentado en 10 millones de personas que se han visto arrastradas al trabajo o al matrimonio forzoso, algo que la organización considera una “condena de por vida”.
«Los dalits [intocables] del sur de Asia están sometidos al trabajo en régimen de servidumbre, los uigures y otras minorías de China están expuestos al trabajo forzoso, las mujeres y niñas romaníes son obligadas a casarse, las personas de ascendencia africana están sometidas en todo el mundo a la explotación laboral y los niños de minorías y migrantes se ven afectados de forma desproporcionada por el trabajo infantil», resume Tomoya Obokata, relator especial de la ONU sobre las formas contemporáneas de esclavitud.
Europa es el hogar de 4,1 millones de esclavos modernos, la segunda región con mayor número de personas en esta situación. También en relación con su la población: el continente europeo acumula 4,4 casos de esclavitud moderna por cada mil habitantes.
Aunque el informe destaca que “ninguna región del mundo se libra del trabajo forzoso”. De hecho, más de la mitad (52%) de los trabajos forzosos y una cuarta parte de los matrimonios forzosos se dan en países de renta media-alta o alta.
En Europa, la esclavitud moderna está ligada a la inmigración irregular, enfatiza Esther Pomares, miembro de la Sección especial contra la trata y la explotación de la Comisión General de Codificación, en el Ministerio de Justicia.
Para Pomares, el problema es que “siempre se ha enfocado la trata como un problema de control migratorio, y contra tráfico ilícito de migrantes, con políticas represivas de migración que han estigmatizado al migrante y le han generado una vulnerabilidad institucional”.
Por eso, plantea que la vía penal no debe ser la única solución. “Evidentemente puede perseguir, pero no va a prevenir. Eso ha provocado que no podamos ver las raíces de esa explotación”, dice la experta, que también sugiere cambiar la forma de abordar el problema hacia un enfoque de políticas sociales.
“La trata es simplemente el proceso previo a la explotación extrema. Con ese enfoque penal hacemos que el migrante irregular dependa de solo un empleador o de una sola actividad, como por ejemplo los temporeros. Lo que le determinamos es a aceptar cualquier cosa. Al explotador solo le basta aprovecharse de esa situación de vulnerabilidad institucional”, añade.
La Comisión Europea también ha propuesto prohibir los productos fabricados con trabajo forzado como medida de lucha contra este tipo de esclavitud moderna.
En la mayoría de los casos las formas de coerción para obligar al trabajo son prácticas ya conocidas, como subraya el propio informe: la retención de salarios, la amenaza de despido o las amenazas directas contra la persona, además del confinamiento forzoso, la violencia física y sexual, o la privación de las necesidades necesidades básicas, que “son menos comunes pero no por ello menos significativas”.
El informe también cita algunas modalidades más sutiles que abren la puerta a la explotación y a la esclavitud moderna, como una regulación laboral deficiente. Por ejemplo, Emiratos Árabes Unidos es uno de los países señalados por las organizaciones como un lugar en el que el trabajo forzoso se ha impuesto “como consecuencia de un incumplimiento de la disciplina laboral”.
Los países árabes son los que registran una mayor cantidad de trabajadores forzosos en relación a su población, y organizaciones como Amnistía Internacional han señalado durante meses abusos laborales contra la población migrante en Qatar, en vísperas del Mundial de fútbol.
Carlos de las Heras, portavoz de Amnistía Internacional en España, señala que al sistema de patrocinio laboral (kafala) de Qatar está en la base del problema. Este mecanismo para garantizar una visa vinculaba legalmente a los trabajadores extranjeros con sus empleadores y les impedía cambiar de empleo o incluso salir del país sin su permiso.
Aunque afirma que en los últimos años ha habido avances, “como por ejemplo que el empleado pueda abandonar su puesto de trabajo sin el permiso del empleador, también a la hora de que se establezca un salario mínimo, todavía hay mucha preocupación”, explica el portavoz. De las Heras cuenta que muchas veces viajan sin toda la información necesaria y con unas promesas que luego no se cumplen.
El informe cita el caso de “niños migrantes en situación irregular que emigran de Asia o África a Europa y caen en la servidumbre para pagar las deudas de sus gastos de viaje a los contrabandistas”. Las organizaciones han contabilizado cerca de 3,3 millones de niños en situación de trabajo forzoso, el 12% del total, y advierten que, “debido a las limitaciones de datos datos, estas cifras, ya alarmantes, puede que solo sean la punta del iceberg”.
El mayor aumento de la esclavitud moderna se ha producido en los matrimonios forzosos, que someten a 22 millones de personas en el mundo a casarse en contra de su voluntad. Más de dos tercios son mujeres.
Las organizaciones advierten que se trata de una cifra “conservadora” que no incluye el matrimonio forzoso de menores. Aun así, de la cifra total registrada en 2021, dos de cada cinco personas obligadas a casarse eran menores cuando el matrimonio tuvo lugar.
Entre las causas de este aumento se encuentra la pandemia y las restricciones a la movilidad impuestas para tratar de controlarla, además de la crisis económica que ha generado para muchos hogares.
Más allá de las redes de trata y los intermediarios, los familiares son los principales responsables de los casos de matrimonios forzosos: la mayoría de las personas fueron obligadas a casarse por sus padres (73%) u otros familiares (16%).
Una vez que se ven forzadas al matrimonio, se entremezclan otras formas de violencia, y a menudo una persona víctima de esta forma de esclavitud moderna lo es también de otros tipos de explotación, como servidumbre doméstica, violencia de género, explotación sexual y, de nuevo, trabajo forzoso, tanto dentro como fuera de la vivienda.
El 32% de los encuestados reconoció que se les obligaba a realizar trabajos domésticos, el 25% en su propia casa y el 6,5% en las casas de otros miembros miembros de la familia o de la comunidad. Otro 8% de las mujeres declaró haber sido obligada a trabajar en un negocio propiedad de su cónyuge o de su familia, según el informe."
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada