1 d’oct. 2022

lèxic familiar, fragment final

 


    "Su geografía estaba totalmente revuelta después de la guerra. Ya no podía evocar tranquilamente a Grassi y al señor Polikar. Éstos habían tenido durante una época el poder de transformar a los ojos de mi madre los países lejanos e ignotos en algo doméstico, usual y alegre; de convertir el mundo en una aldea o en un camino que podía recorrerse en un momento con el pensamiento, siguiendo las huellas de aquellos pocos nombres corrientes y tranquilizadores.

    En cambio, después de la guerra, el mundo se presentaba enorme, ignoto y sin confines. Mi madre sin embargo volvió a vivirlo como pudo. Volvió a vivirlo con alegría, porque tenía un carácter alegre. Su espíritu no sabía envejecer y no conoció nunca la vejez, que consiste en quedarse humillado en un rincón llorando el desmoronamiento del pasado. Mi madre asistió sin lágrimas al desmoronamiento de su pasado y no llevó luto por él. No le gustaba vestirse de luto. Cuando su madre murió sola y de improviso, mi madre estaba en Palermo y fue a Florencia. Sufrió mucho al verla muerta. Después salió en busca de un vestido de luto, pero en lugar de comprarse un vestido negro como era su intención, se quedó con uno rojo y regresó a Palermo con él en la maleta. Le dijo a Paola: «¡Qué quieres! ¡Mi madre no soportaba los vestidos negros, y se pondría contentísima si me viera con este precioso vestido rojo!».

A la Cía le dolía un pie;
a veces le salía pus por la tarde.
La Mutua la mandó a Vercelli.

    Jóvenes poetas escribían versos de este tipo y los llevaban a la editorial para que los leyeran. Concretamente, el terceto sobre la Cía formaba parte de un largo poema sobre las castañas pilongas. La posguerra fue una época en que todos creían ser poetas, y todos pensaban ser políticos. Después de tantos años en que pareció que el mundo había quedado enmudecido, petrificado, y en que la realidad había sido observada como desde el otro lado de un cristal, en una vítrea, cristalina y muda inmovilidad, todos imaginaron que se podía y se debía hacer poesía de todo. Durante los años del fascismo, los novelistas y los poetas se habían quedado faltos de palabras, pues a su alrededor no había muchas que estuviera permitido usar, y los pocos que habían continuado utilizándolas las habían escogido con sumo cuidado del pobre patrimonio de briznas que aún quedaba. Durante la época del fascismo los poetas habían expresado tan sólo el mundo árido, cerrado y sibilino de los sueños. Ahora volvía a haber muchas palabras en circulación, y la realidad se ofrecía de nuevo al alcance de la mano. Por lo cual, aquellos que antes habían carecido de palabras se pusieron a vendimiar en ella con delicia. La vendimia fue general, porque a todos se les ocurrió participar en ella, y esto determinó una confusión entre el lenguaje de la política y el de la poesía, que aparecieron mezcladas entre ellas. Pero después la realidad se mostró compleja y secreta, no menos indescifrable y oscura que el mundo de los sueños, y se siguió revelando situada al otro lado del cristal, y la ilusión de haber roto aquel cristal se mostró efímera. De este modo, muchos se alejaron enseguida desconsolados y tristes, y volvieron a derrumbarse en una amarga carencia y en un profundo silencio. Por ello, tras las alegres vendimias de los primeros tiempos, la posguerra fue triste y llena de desconsuelo. Muchos se apartaron y se volvieron a aislar en el mundo de sus sueños, o en un trabajo cualquiera que les diese para vivir, un trabajo asumido así como así y rápidamente, y que parecía pequeño y gris tras tanto clamor; y por doquier todos olvidaron aquella breve e ilusoria participación en la vida del prójimo. Ciertamente durante muchos años nadie hizo su propio oficio, pero todos creyeron poder y tener que hacer otros mil al mismo tiempo. Y transcurrió algún tiempo antes de que cada uno volviese a tomar sobre sus hombros el propio trabajo y aceptase su peso, la fatiga cotidiana y su cotidiana soledad, que es el único medio que tenemos de participar en la vida del prójimo, perdido y oprimido en una soledad igual."

Léxico familiar
Natalia Ginzburg
traducción de Mercedes Corral
Lumen, 2016

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