Exilios
(Un hombre en un zaguán)
"Al doctor Siles Zuazo lo había conocido en Montevideo, hará de esto veinte años, cuando vino exiliado (en aquel entonces se decía exilado) a Uruguay, tras el triunfo de uno de los tantos golpes militares que siempre han ulcerado la historia de Bolivia. Yo entonces tenía pocos libros publicados y trabajaba en la sección contable de una gran compañía inmobiliaria.
Una tarde el teléfono sonó en mi mesa y una voz grave dijo: «Habla Siles Zuazo». Al principio creí que era una broma y sin embargo no respondí en consecuencia, midiendo quizá la leve posibilidad de que fuera cierto. No salía de mi asombro, pero enseguida él me sacó de dudas. En realidad, me estaba invitando a que fuera a verle al Hotel Nogaró. Pensé que me iba a hablar de Bolivia y de los milicos que habían tomado el poder, pero de todas maneras no me explicaba las razones de que me hubiera elegido precisamente a mí. Pero estaba equivocado.
Unos años antes yo había publicado un ensayo sobre Marcel Proust y el sentido de la culpa. Bueno, Siles Zuazo quería conversar conmigo sobre Proust y otros temas literarios. Me encontré con que aquel político sin salida al mar, aquel personaje cuyas anécdotas de valor cívico me habían sido narradas por varios amigos, era un hombre excepcionalmente culto, empedernido lector de la literatura contemporánea.
Hablamos sobre Proust, claro, mientras tomábamos el té con tostadas. Sólo faltaban los bollos de magdalena. Las pocas veces que tocamos el tema político, se debió a preguntas mías. Él en cambio quería hablar de literatura y, por cierto, dijo cosas muy inteligentes y sagaces.
Después de ese encuentro inicial, tomamos té varias veces en el Nogaró, y conservo un recuerdo muy plácido y agradable de aquellas conversaciones. Poco más tarde dejó Montevideo y se reintegró a las luchas y vaivenes políticos de su incanjeable Bolivia.
Estuve muchos años sin verlo, aunque siempre seguí su infatigable quehacer político: legal, cuando se podía, clandestino cuando no. Una noche de cerrada lluvia, allá por 1974, en Buenos Aires, venía yo, creo que por la calle Paraguay tratando de guarecerme, cuando de pronto, al pasar casi corriendo frente a un zaguán, me pareció reconocer allí a un hombre que también se resguardaba del aguacero.
Volví atrás. Era el Dr. Siles. Él también me había reconocido. «Así que también a usted le tocó exiliarse.» «Sí, doctor. Cuando hablábamos en Montevideo eso parecía imposible, ¿verdad?» «Sí, parecía.» En aquella penumbra no podía distinguir su sonrisa, pero la imaginaba. «Y en este inesperado exilio suyo, ¿qué etapa es la actual?» Respondí con un poco de vergüenza: «La número tres.» «Entonces no se aflija. Yo ando por la catorce.»
Esa noche no hablamos de Proust."
Primavera con una esquina rota
Mario Benedetti
RBA Editores, 1993
Páginas 77-78
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada