24 de nov. 2023

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Hamnet, una novela monumental para amar a Shakespeare

Maggie O’Farrell construye en ‘Hamnet’ una obra de maestría singular, dotada de ternura y sensibilidad para narrar el suceso familiar que llevó a Shakespeare a escribir su tragedia más famosa. Una novela grandiosa.

por Javier García Recio
La Opinión
28/02/2021



    "El relato tiene la siguiente referencia histórica: «En la década de 1580, una pareja que vivía en Henley Street (Stratford) tuvo tres hijos: Susanna y Hamnet y Judith, que eran gemelos. Hamnet, el niño, murió en 1596 a los once años. Cuatro años mas tarde su padre escribió una obra de teatro titulada Hamlet».

    Con estos escasos referentes reales, pero con una absoluta maestría y con una brillante destreza y gran sensibilidad, Maggie O’Farrell ha construido una novela sencillamente colosal, como es ‘Hamnet’.

    El relato no gira en torno a la figura de William Shakespeare, al que nunca se le llama por su nombre, ni sobre la actividad artística del dramaturgo más universal.

    Recrea el entorno familiar de la joven pareja que forman Shakespeare y su esposa Agnes, una mujer poderosa con dones excepcionales, un personaje maravilloso, un espíritu libre que cautiva nada mas verla al hijo del guantero de Stratford que en el pueblo tiene fama de holgazán, pero al que ella eligió porque «de todas las personas que conocía era la que tenía más cosas escondidas dentro», y que andando el tiempo se convertirá en el mejor dramaturgo del mundo. Pero aquí solo es el hijo del guantero de Stratford, que enseña latín a los chicos. Aunque, pasados los años, cuando con el dinero ganado en Londres compra la mejor casa del pueblo, la gente murmura sorprendida ¿de dónde ha sacado tanto dinero? ¡Cómo va a ganar tanto trabajando en un corral de comedias!

    Cuando se casaron ella ya estaba embarazada. Seis meses después, nació Susanna. Menos de dos años después nacieron los gemelos, Hamnet y Judith.

    Con una prosa hermosa y rica recrea el trabajo doméstico en una casa inglesa y mas adelante las repercusiones emocionales, después que pierdan a su único hijo varón.

    Ella vive volcada en el amor a sus tres hijos. ¿Qué necesidad tiene de ver otras cosas? Para ella no hay nada más exquisito y necesario que sus hijos, «no puede haber en el mundo nada más perfecto, en ninguna parte».

    Engarzando con absoluta maestría la ficción y la realidad. O’Farrell sigue en ‘Hamnet’ dos líneas de tiempo, una que comienza el día en que la gemela Judith enferma de peste y la otra se remonta al comienzo de la apasionada relación de sus padres unos 15 años antes.

    Por eso, antes de presentar a sus padres, aparece Hamnet, un niño inteligente de 11 años que busca desesperadamente ayuda para su hermana gemela, que de repente enfermó. Con el pánico creciente, se angustia al descubrir que su madre, abuela, tía y hermana mayor no se encuentran por ningún lado. Su padre está en Londres montando sus comedias.

    Entonces, cuando a Judith le alcanza la peste su hermano piensa que a lo mejor es posible engañar a la muerte haciéndole el truco que hacen desde pequeños: cambiarse la ropa y hacerse pasar el uno por el otro. Son iguales, es fácil que la muerte se confunda y se lo lleve a él en vez de a ella, y se acuesta junto a su hermana enferma. «Tú te quedas y yo me voy. El, Hamnet así lo decreta. Y así será».

    ‘Hamnet’ sabe capturar también de manera creíble y muy vívidamente la fuerza de la maternidad desde la fragilidad y el dolor del parto hasta el dolor insoportable de la pérdida, reviviendo la tragedia doméstica de una madre y su duelo por el hijo muerto.

    Cuatro años después del fallecimiento ella sigue en el pueblo mientras su marido lleva años en Londres trabajando en los corrales de comedia. Se entera entonces que su marido ha escrito una obra teatral con el nombre de su hijo. ¿Cómo es posible?

    Viaja a Londres a ver la obra que lleva el nombre de su hijo. Primero está indignada, pero luego al ver la obra se reconcilia con el marido y con su propio dolor. Comprueba que el Hamnet del escenario son dos personas: el joven, que está vivo, y el padre muerto. Asiste emocionada al drama en el que su marido le ha devuelto la vida a su hijo, en el teatro. Su marido se ha cambiado el sitio por su hijo. Ha cogido la muerte de su hijo y la ha hecho suya, se ha puesto en las garras de la muerte y ha resucitado al hijo en su lugar. Ha convertido la muerte de su hijo en la suya. Ella comprende entonces que ha hecho lo que habría deseado hacer cualquier padre, sufrir él para que no sufra el hijo, ofrecerse a sí mismo para que su hijo pudiera vivir.

    La visión del drama teatral permite a la esposa reconciliarse con el gesto sublime del marido y a la madre hallar consuelo y dar paz a su duelo.

    Es necesario señalar que O’Farrell ha escrito un libro fascinante, impregnado de una belleza deslumbrante y de una emoción intensa. Un relato de una magnificencia y una magia que acreditan a O’Farrell como una gran novelista."


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