21 de febr. 2024

aurora venturini, obra 3

 

Los rieles

Aurora Venturini

Literatura Random House, 2015 (2013)

páginas: 186

Sinopsi:

    "¡No estoy muerta!", grita Aurora Venturini en Los rieles, su última novela, que escribió a los noventa años luego de sufrir un accidente doméstico y de permanecer varios meses internada en un hospital. Es el relato de una mujer "ya en el límite de todas las edades" que camina anestesiada entre la vida y la muerte, y que con las palabras como armas principales se enfrenta a monsieur Le Diable hasta ganarle la partida.

    En Las primas es la niña pobre y monstruosa salvada por el arte; en Nosotros, los Caserta, la niña brillante y aristocrática que busca el origen de su rareza en la genealogía; en Los rieles, la anciana creadora de aquellas niñas, frente a la muerte. Una novela desmesurada y rabiosa en la que Venturini revive tanto su juventud como la decadencia física de la vejez, pasando por su primer amor frustrado. Autobiografía y supervivencia se entrecruzan como contraseña personal del universo literario de esta.

Fragment:

    "­Las situaciones dolorosas, difíciles, conllevan territorios insondables guardados subconscientemente, que al surgir en estado de vigilia todavía brumosa, desconciertan. ­Vienen a mi memoria los rieles soñados de un ferrocarril.

    ­Tal vez aparecieron durante las horas que ocuparon mis intervenciones quirúrgicas. ­Trato de exhumarlos de mi interior confuso y uno a uno huyen cual peces lábiles de la red. ­Luego, insisto.

­    Entonces extasío cierta calma fría antes percibida, extraordinariamente experimentada en pose de sentada entre dos vías de dos trenes cuyas lamentaciones recorren territorio de pampa muy lisa, viniéndose hacia la orilla del río.

­    Estoy sentada, ya lo escribí. ­Ahora agrego que el húmedo paisaje fluvial inunda los rieles y moja hasta mi espalda. ­El hecho no molesta. ­Permanezco.

­    En eso se acerca el médico cuyo apellido es ­Viscuso, junto a una enfermera.

­    De tal patética manera, me enteré de la existencia del cirujano que me intervenía y vi a su ayudante.

­    En ningún momento sufrí.

­    Es lo que confunde, dado que ese profesional de la medicina dejó huella importante en el abdomen.

    ¿­Cómo es posible tener conciencia exacta de unas personas y pasar inadvertida una operación gastrointestinal profunda? ¿­Acaso podrán colarse en las tramas subconscientes los acontecimientos desde el mismo horario en que ocurren? ­Pero la sensación espantosa del bisturí no entra, borrada como por una piedad caritativa…

­    Yo estaba expuesta a la intemperie de un día invernal, cerca de la estación, y de pronto veía la cúpula del edificio que ficciona un barco. ­Había personas que observaban y sus charlas eran otras hojas desprendidas de árboles amarillos en sus copas; caían alrededor, sumando pena a mi desconsuelo.

    ­En vida consciente, anduve por las zonas agrestes que extasiaron mis sentidos; voces guardadas nombraban mencionándome. ­Puertas de madera muy pesada aparecieron y uno de los que habitaban la gran casa abrió y cerró de inmediato.

­    Las pálidas nubes bajas casi tocaban el desamparo de la criatura sentada en el agua que estancaban los fierros.

    ­Creo, aunque no con seguridad, que algo dolió; un cortante paso que cortaba la epidermis y seguía curso agresivo hacia adentro.

­    Vagué entre humareda proveniente de fogatas encendidas por los lugareños para quemar vegetación seca y ramas podadas. ­En tales figuraciones fui perdiéndome hasta desaparecer de mí misma."

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