Mujer con corbata negra, 1917 Amedeo Modigliani |
Las primas
por Juan G.B.
en “Un libro al día”
18/01/2024
"Hay libros a los que las circunstancias, tanto de su venida al mundo como de quienes la han hecho posible, contribuyen a aumentar, si no su calidad, sí la leyenda que les acompaña, por así decirlo. Es lo que ocurre, por ejemplo con La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, cuyo desdichado final todo el mundo conoce, o, menos célebre, pero dentro de la literatura en español, con El traductor, de Salvador Benesdra. Otro caso cuyas circunstancias resultan asimismo llamativas, aunque, por suerte, mucho más felices, es el de la autora también argentina Aurora Venturini, que se presentó y ganó con esta novela a un concurso literario en 2007, cuando la buena señora contaba ya con ochenta y cinco años de edad. Claro que no se trataba de una abuelita que se hubiese pasado la vida horneando galletas hasta que le había dado por escribir; amiga y colaboradora de Eva Perón en su juventud, vivó luego veinticinco años de "autoexilio" en París y frecuentado a la flor y nata de la intelectualidad existencialista, además de estudiar psicología, traducido a un buen puñado de los clásicos franceses, dar clases de filosofía a su vuelta en Argentina y publicado ensayos literarios, poemarios y novelas. Las primas era la sexta de éstas, de hecho.
Cierto es que las peculiaridades biográficas de la autora, en este caso de una novela, no debería influirnos a la hora de apreciar (o no) la misma, pero, dado que han sucedido, resulta inevitable mencionarlas, aunque sólo sea para arrumbar prejuicios. Porque Las primas hace gala de una frescura y aun desparpajo que, por lo general, se suele asociar más bien y parece que de forma errónea, con el descaro de la juventud, aunque, por otro lado, está ambientada en los años 40 ó 50 del siglo pasado, por lo que hace referencia a las costumbres y mentalidad propias de aquella época en que la autora era joven, a su vez, y no -o no tanto- del siglo XXI.
La novela, no demasiado extensa, está narrada por la protagonista, Yuna, linda muchacha y talentosa para la pintura, pero que es "medio minusválida" intelectual -son sus palabras, que conste-, algo que ella considera como una maldición familiar, puesto que tanto su hermana Betina, aquejada a su vez no sólo de una discapacidad mental, sino también física y bastante severa, como sus primas Carina y Petra, con alguna que otra peculiaridad física, la han heredado. Para remate, tampoco es que su tía Nené o sus tíos mellizos parezcan muy bien rematados... Yuna nos va contando las aventuras -o desventuras, más bien- de su familia con ese tono entre ingenuo, crudo y asombrado que suele atribuirse en las novelas a los niños y las personas con algún tipo de discapacidad cognitiva. Aquí hay que señalar que doña Aurora juega con cartas marcadas, porque es imposible no empatizar con una narradora con tales características (no cuesta mucho encontrar ejemplos en la literatura, siendo algunos de ellos, además, probablemente deudora de Las primas, como es el caso de Lectura fácil. También, aunque aquí la narradora sea una niña sin discapacidad, es evidente su influencia en otro de las novelas españolas recientes más destacadas, Panza de burro). Más aún cuando ello contribuye a que todos o casi todos los episodios que nos cuenta estén teñidos de un evidente y a veces desbordante humor, incluso cuando asistimos a momentos tan luctuosos como -y perdón por el posible SPOILER- asesinatos, abusos sexuales o, simplemente, fallecimientos inesperados. Sintiéndose culpable, eso sí, pero a menudo uno se parte de risa leyendo esta novela..
Sigamos: Yuna se alía con la mucho más espabilada Petra -igual hasta demasiado- para ir sorteando las zozobras de la vida y paliar su desconocimiento acerca de algunos aspectos fundamentales de la misma. Pero ésta es también una novela de crecimiento (tranquilos, que no voy a soltar la dichosa palabra alemana que empieza por "b"... aunque me cuesta) en la que asistimos a la evolución de la protagonista desde una infancia ignorante y, por qué no decirlo, bastante obtusa, a una juventud homologable o incluso mucho más competente a la de cualquier persona inteligente e independiente e su edad. La autora nos conduce con gran habilidad por este recorrido que, a la postre, resulta lo más importante de la novela, más incluso que las peripecias, por tremebundas aunque también cruelmente divertidas que sean, de una familia con una evidente disfuncionalidad (bueno, esto es lo que piensa la narradora, pero porque vive en la República Argentina y no en el Reino de España), marcada por un sino tragicómico.
El único pero que se le puede poner a la novela y que ha hecho que no me decida a otorgarle una valoración aún más alta es que el final me ha resultado demasiado precipitado. No digo que esté mal planteado o sea inverosímil, ya que está en la línea de verosimilitud de toda la historia, sea mucha o poca, según cada lector... pero da la impresión de que la narración concluye de esta forma más porque doña Aurora tenía necesidad de acabar la novela -para presentarla al citado concurso o, simplemente, porque había llegado a una edad en la que no se puede confiar en dilatar mucho los proyectos- y no se lio más la cabeza, cuando, en mi opinión, el final quizás habría necesitado un poco más de espacio, más aire que le dejase respirar a gusto. Da lo mismo, en todo caso, Las primas resulta una novela altamente recomendable, por lo bien -y lo mal que lo pasa uno con ella y, por añadidura , que se lee en un suspiro, por divertida y ágil, lo que siempre es de agradecer."
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