"30
de octubre de 2014
Sr.
José Ignacio Wert
Ministro
de Educación, Cultura y Deportes
Gobierno
de España
Distinguido
Sr. Wert,
Distinguidos
Señores del Jurado del Premio Nacional de Música 2014,
Recibir la noticia de este importante premio
me ha creado dos sentimientos profundamente contradictorios y totalmente
incompatibles: primero, una gran alegría por un tardío reconocimiento a más de
40 años de dedicación apasionada y exigente a la difusión de la música como
fuerza y lenguaje de civilización y de convivencia y, al mismo tiempo, una
inmensa tristeza por sentir que no podía aceptarlo sin traicionar mis
principios y mis convicciones más íntimas.
Lamento tener que comunicarles pues, que no
puedo aceptar esta distinción, ya que viene dada de la mano de la principal
institución del estado español responsable, a mi entender, del dramático
desinterés y de la grave incompetencia en la defensa y promoción del arte y de
sus creadores. Una distinción que proviene de un Ministerio de Educación,
Cultura y Deportes responsable también de mantener en el olvido una parte
esencial de nuestra cultura, el patrimonio musical hispánico milenario, así
como de menospreciar a la inmensa mayoría de músicos que con grandes
sacrificios dedican sus vidas a mantenerlo vivo.
Es cierto que en algunas contadas ocasiones
he podido beneficiarme, a lo largo de más de 40 años de actividad, de alguna
colaboración institucional: la celebración del V Centenario del descubrimiento
de América, las pequeñas ayudas a giras internacionales y recientemente las
invitaciones del Centro Nacional de Difusión Musical a presentar nuestros
proyectos en Madrid. Pero igual que la inmensa mayoría de músicos y conjuntos
del país, he seguido adelante solo con mi esfuerzo personal sin contar jamás
con una ayuda institucional estable a la producción y materialización de todos
mis proyectos musicales. Demasiado tiempo en que las instancias del Ministerio
de Educación, Cultura y Deportes que usted dirige continúan sin dar el impulso
necesario a las diferentes disciplinas de la vida cultural del Estado español
que luchan actualmente por sobrevivir sin un amparo institucional ni una ley de
mecenazgo que las ayudaría, sin duda alguna, a financiarse y a afianzarse.
Vivimos en una grave crisis política,
económica y cultural, a consecuencia de la cual una cuarta parte de los
españoles está en situación de gran precariedad y más de la mitad de nuestros
jóvenes no tiene ni tendrá posibilidad alguna de conseguir un trabajo que les
asegure una vida mínimamente digna. La Cultura, el Arte, y especialmente la
Música, son la base de la educación que nos permite realizarnos personalmente
y, al mismo tiempo, estar presentes como entidad cultural, en un mundo cada vez
más globalizado. Estoy profundamente convencido que el arte es útil a la
sociedad, contribuyendo a la educación de los jóvenes, y a elevar y a fortalecer
la dimensión humana y espiritual del ser humano. ¿Cuántos españoles han podido
alguna vez en sus vidas, escuchar en vivo las sublimes músicas de Cristóbal de
Morales, Francisco Guerrero o Tomás Luis de Victoria? Quizás algunos miles de
privilegiados que han podido asistir a algún concierto de los poquísimos
festivales que programan este tipo de música. Pero la inmensa mayoría, nunca
podrá beneficiarse de la fabulosa energía espiritual que transmiten la divina
belleza de estas músicas. ¿Podríamos imaginar un Museo del Prado en el cual
todo el patrimonio antiguo no fuera accesible? Pues esto es lo que sucede con
la música, ya que la música viva solo existe cuando un cantante la canta o un
músico la toca, los músicos son los verdaderos museos vivientes del arte
musical. Es gracias a ellos que podemos escuchar las Cantigas de Santa María de
Alfonso X el Sabio, los Villancicos y Motetes de los siglos de Oro, los Tonos
Humanos y Divinos del Barroco… Por ello es indispensable dar a los músicos un
mínimo de apoyo institucional estable, ya que sin ellos nuestro patrimonio
musical continuaría durmiendo el triste sueño del olvido y de la ignorancia.
La ignorancia y la amnesia son el fin de toda
civilización, ya que sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia.
No podemos permitir que la ignorancia y la falta de conciencia del valor de la
cultura de los responsables de las más altas instancias del gobierno de España,
erosionen impunemente el arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines,
cineastas, escritores y artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte
de la Cultura y que no merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son
los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de este país.
Por todo ello, y con profunda tristeza, le
reitero mi renuncia al Premio Nacional de Música 2014, esperando que este
sacrificio sea comprendido como un acto revulsivo en defensa de la dignidad de
los artistas y pueda, quizás, servir de reflexión para imaginar y construir un
futuro más esperanzador para nuestros jóvenes.
Creo, como decía Dostoyevski, que “la Belleza
salvará al mundo”, pero para ello es necesario poder vivir con dignidad y tener
acceso a la Educación y a la Cultura.
Cordialmente
le saluda,
Jordi
Savall"
Gràcies, senyor Savall
Vespres Literaris
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