5 de maig 2017

la huella del basajaun, III

Tras una estupenda comida en el restaurante Santxotena, casa de comidas preferida por el marido de la inspectora Salazar, nos dirigimos al siguiente punto de nuestra ruta: el pueblo de Zugarramurdi y sus famosísimas cuevas.

La pequeña localidad (cuenta con una población de unos 300 habitantes) está situada a escasos kilómetros de la frontera con Francia y del valle del Baztán y es muy conocida por su paisaje de pinos y castaños, los viejos caserones, así como por la imponente cueva esculpida por el agua. Pero Zugarramurdi debe su fama a los hechos acaecidos en estos valles en el siglo XVII.



                Decidimos visitar primero la cueva, un túnel natural de 120 metros de largo y 12 metros de alto, con dos galerías elevadas sobre el cauce del río Orabidea que lo excavó a lo largo de los siglos. Este conjunto recibe el nombre de Sorginen Leizea (cueva de las brujas), la cavidad principal Infernuko Erreka (regata del infierno), y en ella se llevaban a cabo ritos paganos y prácticas de medicina natural, enraizados en la cultura popular y plenamente aceptados por la sociedad desde tiempo inmemorial.

El término aquelarre, que se utiliza para denominar las ceremonias de invocación del diablo, tiene su origen en Zugarramurdi, porque junto a la gruta hay un prado llamado Akelarre (campo del Macho Cabrío).


Los hechos que dieron, desafortunadamente, fama a este lugar, ocurrieron entre 1609 y 1612. En esos años de locura colectiva, decenas de personas murieron acusadas de practicar la brujería: todas ellas fueron víctimas de la justicia, que condujo al ahorcamiento y quema pública a ochenta personas en el Labourd y ocho en Logroño, donde se encontraba el Tribunal de la Inquisición; previamente habían fallecido trece personas en las mazmorras del Santo Oficio.

Mikel Azurmendi, en su obra “La brujas de Zugarramurdi” nos dice: “La intervención exterior a la aldea para arreglar problemas de vecindad originados por envidias, dimes y diretes fue aterradora en el Baztán-Bidasoa: incomprensión completa de las nuevas acusaciones del tribunal por parte de los acusados; encierro nocturno de los niños y adolescentes en las iglesias para que no les raptase el diablo; aprovechamiento de ciertos vecinos para dar listas de acusados a niños a trueque de incentivos económicos; amenazas, castigos y torturas de vecinos por otros vecinos para que se autoacusasen; en fin un querer salvarse cada cual como fuere, aun recurriendo a la delación falsa. El cuerpo expedicionario judicial, exterior a la aldea, descompuso la aldea y la colapsó culturalmente y socialmente.”

Destaca también que “El hecho diferencial entre la persecución en la cuenca navarra del río Bidasoa (entre 1609 y 1611) y el resto de persecuciones en el mundo es nuestro conocimiento exhaustivo sobre lo que aquí sucedió merced a que en 1968 apareció toda la documentación inquisitorial, pormenorizada hasta un extremo insólito gracias a un inquisidor de aquel tribunal que, tras desconfiar del procedimiento ilegal de sus dos colegas de tribunal, de las acusaciones y de las coacciones y amenazas con las que habían sido hechas, visitó durante ocho meses la zona, habló con más de mil acusados y levantó miles de folios de testimonios de víctimas y de testigos directos. Sus sucesivos memoriales dirigidos a la Suprema de la Inquisición hicieron que ésta dictara en 1614 un Edicto de Silencio, se excusase de su mala información y de graves errores en toda aquella persecución, y adquiriera el compromiso de nunca más ajusticiar a nadie por brujería tras haber concedido amnistía completa a los penados en el Auto de Logroño (1610). Lo diferente que aquí sucediese es que se demostró la falsedad de todo lo referente a las acusaciones de brujería, a su cruel persecución y al uso político de algunas “verdades” de la teología.”; porque, añade, “es evidente que en este comienzo del s.XVII se asistió aquí al nacimiento de la ideología es decir, al abandono de tener que legitimar el estado de cosas político-social de la monarquía mediante la pura religión y su reemplazo por formas simbólicas y culturales de legitimación mucho más complejas, como por ejemplo, el pacto con el diablo considerado como crimen político de lesa majestad divina punible con la pena de muerte, simétrica al delito de lesa majestad. Esto implica un tener que buscar nuevas justificaciones de por qué hay que mostrar mano dura ante el pueblo, dar con nuevas sugerencias más “razonables” ante el miedo a la población, mostrar nuevos ligámenes entre las élites. La monarquía se hizo absolutista -más totalitaria, si se quiere- merced a una acumulación de poder judicial y poder legislativo (que hasta entonces detenían los Parlamentos) y de poder coercitivo (a DeLancre Henri IV le concedió el derecho a vida y muerte de los vascos, y a torturarlos, a expensas de quitárselo al Parlamento de Burdeos). Además este rey francés añadió a esa misión antibrujeril de DeLancre una  misión secreta de inspección de la frontera en el Bidasoa y levantamiento de planos a fin de atacar Fuenterrabía y ampliar la frontera.

Para construir esa frontera hubo que construirla antes en la imaginación de los fronterizos: a base de amedrentar a la población fronteriza que ni hablaba francés ni español y que la traspasaba sin saber que pasaba una frontera. El siglo XVII es el siglo donde se inscribe como monumento histórico la frontera pirenaica entre Francia y España, la más antigua de Europa: la frontera del Bidasoa. Esta tuvo su costo social y la persecución de una supuesta brujería echó el cemento para sedimentarla en la mente de la población.”

Tras visitar las cuevas, no dirigimos al museo, inaugurado el año 2007. El museo se estructura en dos espacios diferenciados: en la primera planta descubrimos el nacimiento del mito,  con María Ximilegui,  que aunque tras su llegada a Zugarramurdi participó en los akelarres, más tarde se arrepintió y avisó de lo que cada noche allí acontecía, dando comienzo a la mayor cacería de brujas.

En la segunda se analizan los mitos, la sociedad matriarcal y la figura de la herbolera. Contemplamos la sabiduría ancestral que poseían aquellas mujeres utilizando la naturaleza para aplicar remedios a tantas enfermedades y males.

La visita se completa con un audiovisual.




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