5 de nov. 2024

llaços de germanor: un viatge, 3

 

Contuïnem el relat del viatge dels nostres companys, amb el relat d'Amira

per Amira

    "Me gustaría compartir con vosotros un viaje muy especial.

    Todo comenzó cuando un día Gustavo y Carmen me comentaron su plan de visitar mi tierra natal, pidiendo mi aportación y orientación. Nos reunimos en mi casa para definir los puntos de interés e importancia en la costa Adriática, Bosnia y Herzegovina… su capital Sarajevo y sus alrededores.

    Coincidencias de la vida o no -las casualidades no existen-, yo también tenía previsto viajar a Sarajevo por motivos personales y finalmente me adapté a las fechas programadas de su visita.

    Por esas fechas mi consuegra, que actualmente vive en Sarajevo, se encontraba de visita y al mencionarle la ruta prevista del viaje, con grata sorpresa, se animó a aportar su granito de arena en la aventura. Siendo periodista de profesión y profundamente interesada en cualquier manifestación artística, histórica o cultural, inmediatamente apoyó nuestro viaje, sugiriendo la visita al pueblo natal de un renombrado escritor bosnio, Mak Dizdar, quien, en realidad, fue su suegro. Por supuesto, ella conoce y admira nuestras actividades en "Vespres Literaris".

¡Y nosotros encantados!

    Rápidamente concertamos fechas, que ajustamos a nuestras propias agendas, ya que ellos viajaron por mar y carretera y yo en avión , pero conseguimos llegar con solo un día de diferencia a Sarajevo.

    ¡Que alegría y emoción sentí de poder darles la bienvenida con toda mi ilusión y los brazos abiertos… en mi ciudad, mis calles, mi tierra libre... !!!! A la misma gente que en su día me regaló sus abrazos, su inmenso cariño y su apoyo incondicional en su país, que me acogió en los momentos más difíciles y tormentosos de mi vida.


Mi ciudad:


    La Academia de Bellas Artes de Sarajevo fue fundada en 1972, el edificio que la alberga fue construido en 1899 como iglesia evangélica en estilo románico-bizantino.


    Adentrándonos en la Avenida Mariscal Tito, se encuentra el monumento a las víctimas militares y civiles de la Segunda Guerra Mundial en Sarajevo. Fue inaugurado el 6 de abril de 1946, con motivo del primer aniversario de la liberación de la ciudad.

    El momento fue un sueño hecho realidad. Durante muchos años he soñado con poder caminar y mostrar mi ciudad a cada persona que me regaló su empatía, su sonrisa, me dio su mano o compartió llanto conmigo... No pudo explicar el cúmulo de emociones y felicidad de estos días, no solo tenía deseos de acompañarles y enseñarles todo, sino de regalarles mi tierra entera con su belleza y su gente, tal como ellos, en su día, lo hicieron conmigo. ¡Veía cumplida, al fin, mi gran ilusión!!!!


    Detrás del mercado, se encuentran las ruinas de un antiguo caravasar Tašlihan que proveía alojamiento a viajeros y mercaderes. Construido por Gazi Husrev-beg en el siglo XVI, el lugar muestra nuestro pasado otomano.



    Mi ciudad, Sarajevo, la Jerusalén de los Balcanes, víctima de grandes conflictos bélicos, es un núcleo multicultural que renace constantemente de sus cenizas… Es una ciudad de grandes contrastes y mil matices; mezcla ancestral de culturas… Envuelta entre sus glorias y los fantasmas del pasado… invita constantemente a la reflexión. Esta mezcla de culturas, lenguas y religiones en un lugar tan pequeño, ha hecho de Sarajevo una ciudad única, con manifestaciones culturales singulares. Hoy en día, esa diversidad se sigue reflejando en casa esquina, como la Catedral del Sagrado Corazón (católica), La Catedral de la natividad (ortodoxa) y la Mezquita Ferhadija (musulmana).





    Las tres comparten la misma el espacio de una manzana de la ciudad. También la sinagoga sefardí está a pocos metros.


    Tal vez esta pluralidad y diversidad de religiones y culturas (o, cómo suelen decir los sarajeveses, por la envidia que supone ver que la convivencia es posible) ha sufrido repetidos ataques y destrucciones durante toda su historia.

    El recorrido por mi ciudad y su historia, para mí, fue un momento especialmente emocionante y nostálgico, con sensaciones agridulces cuando el paseo nos llevó a mi antiguo barrio y nos acercamos al edificio amarillo donde vivía con mi familia.


    Fue cómo transitar dos mundos paralelos… el actual, el real, que comparto con todos vosotros, que reside en el presente…, y el otro, borroso, lleno de recuerdos, y que habita un tiempo lejano que creía que no me importaba tanto hasta el momento de la visita, que ha cobrado nuevo protagonismo.

    Realmente pasamos un día inolvidable explorando el centro histórico, el casco antiguo de Sarajevo o lugares emblemáticos, cómo la antigua Biblioteca Nacional (Vijecnica), la Exposición de Srebrenica y otros monumentos que muestran las huellas de nuestra dura historia y la reciente guerra; una guerra marcada por la crueldad, las tensiones y los enfrentamientos…

    Desde las colinas controladas por las fuerzas serbias, la noche del 24 al 25 de agosto de 1992 se dio la orden a disparar proyectiles de fósforo sobre la Biblioteca de Sarajevo, ubicada a solo unos minutos de mi casa.

    Veintidós años después, el techo de la biblioteca recuperó su belleza original.




    Hay un dato especialmente siniestro de aquel bombardeo y de la crueldad de las guerras, reflejando una diabólica ironía. El hombre que, según todas las informaciones publicadas en los últimos años, ordenó disparar los proyectiles incendiarios, había sido un usuario habitual de la biblioteca. Un profesor universitario, especializado en la obra de Shakespeare. Un hombre de una exquisita formación cultural y poética que encandilaba a sus alumnos de la universidad de Sarajevo. Nikola Koljevic (Banja Luka, 1936-Belgrado, 1997). Al producirse la implosión de Yugoslavia, el profesor Koljevic, se convirtió en el número dos de la formación ultranacionalista serbia que dirigía Radovan Karadzic, un psiquiatra de Sarajevo (nacido en Montenegro).

    En 1992, Koljevic se convirtió en el intelectual de la fracción serbia que alentaba el cerco militar de la ciudad para forzar su rendición. Amaba la literatura, pero amaba aún más la idealización de la Gran Serbia. Proyectada en la pantalla del fanatismo, la Gran Serbia era incompatible con la ‘impureza’ de Sarajevo, donde los bosnios musulmanes y los croatas católicos eran mayoría. El estilo oriental de la biblioteca, una concesión ecléctica del Imperio Austro-Húngaro, era una manifestación evidente de esa “impureza”. Al acabar la guerra, Koljevic se entregó a la bebida y acabó suicidándose en 1997, en Belgrado.

    Paseando por la ciudad, compartiendo vivencias e impresiones, admiramos los puentes, los parques, las calles de Sarajevo, una mezcla ecléctica de arquitectónica occidental y oriental. El legado austro-húngaro se refleja en los edificios de líneas del modernismo europeo; los Otomanos en los mercados, bazares, mezquitas, gastronomía y la cultura de café.

    La última guerra de Bosnia causó más de 100.000 muertos, casi los mismos heridos y 2.200000 desplazados, la mitad de su población. 1425 días duró el asedio de Sarajevo. Las cicatrices perduran y muchas heridas de guerra no se cierran jamás, tanto a nivel personal cómo colectivo (la mayoría de los parques y jardines de Sarajevo que visitamos recuerdan esos terribles años repletos de tumbas blancas y monumentos en homenaje a las víctimas. A pesar de ello, Sarajevo hoy está reconstruida, es una ciudad que mira hacia el futuro sin olvidar su pasado. De hecho, Sarajevo ha sido siempre una ciudad pujante: fue la primera en Europa con línea de tranvía eléctrico, y que desde el año 1885 da servicio a la ciudad."



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