Decca Jessica Mitford, la periodista muckraker
por Rosa Belmonte
ABC
11/01/2009
"No hay como empezar el año con una Mitford. Con la comunista, la que se escapó a nuestra Guerra Civil con el primo rojo de Churchill. La que en 1939 se marchó a Estados Unidos, donde construyó una notable vida de activista y periodista de investigación. Después del éxito de su autobiografía, «Hons and Rebels» (1960), Jessica Mitford, «Decca», se dedicó a escribir y acabó convirtiéndose en la reina de los muckrakers. El muckraking, sobre el que se la invitó a dar cursos en las universidades, es ese tipo de periodismo que desvela los escándalos (o airea la mierda). Ella misma decía al respecto: «Tal vez no podamos cambiar el mundo, pero al menos avergonzaremos a los granujas». Si su libro sobre el juicio del doctor Spock es uno de los pilares de la lucha contra la guerra de Vietnam, antes se había centrado en las funerarias (en los granujas de las funerarias). De eso trata «Muerte a la americana. El negocio de la pompa fúnebre en Estados Unidos» (Global Rhythm), cuyo título original es «The American Way of Death». La obra fue publicada en 1963 y se actualizó poco antes de su muerte, ocurrida en 1996 (la versión publicada en 1998 es la que ahora se edita en España).
Muerte a la americana: El negocio de la pompa fúnebre en Estados Unidos
Jessica Mitford
440 páginas
Jessica Mitford murió antes de que Alan Ball creara «A dos metros bajo tierra», así que ella fue la primera a la hora de aplicar el humor negro al negocio funerario. Si al contemplar las pirámides egipcias dijo aquello de «He aquí una sociedad donde el negocio de la pompa fúnebre se salió completamente de madre», leyendo su tronchante y documentadísimo libro (vamos, que ni Philippe Aris) se comprende que los americanos han superado con creces a los egipcios. El libro surgió de un artículo, que a su vez surgió de la actividad laboral de Bob Treuhaft, su segundo marido. Como abogado laboralista (Hillary Clinton fue pasante en su bufete en Oackland) representaba a varios sindicatos y estaba harto de que las indemnizaciones por fallecimiento se las fundiera la funeraria. Por ello, creó una sociedad sin ánimo de lucro para llevar a cabo sencillos funerales. Las publicaciones del sector que su marido llevaba a casa la introdujeron en un mundo fascinante (se hizo con unos «adaptapiés Oxford», zapatos que se acomodaban a los pies de los difuntos cuando aparecía el rigor mortis). El libro donde lo macabro y lo jocoso se fundían fue un éxito y los 20.000 ejemplares de la primera edición se agotaron el primer día. Por supuesto, se convirtió en la bicha de las funerarias y, dado su historial, se llegó a hablar de complot comunista por proponer funerales baratos. Era un nombre de referencia, tanto que Robert Kennedy (lo recordaba Arthur Schlesinger en «Robert Kennedy and his times»), tuvo en cuenta lo que la Mitford había escrito al preparar el funeral de JFK, aunque luego fueron los directores de funerarias los que decidieron y colocaron el féretro más costoso. Por no hablar del embalsamamiento, uno de los temas más caros a Jessica Mitford. La funeraria Gawler dejó al presidente con tal careto que cuando Schlesinger y Nancy Tuckerman entraron en la Sala Verde se quedaron blancos. Parecía de cera y estaba maquillado como una puerta. Le pidieron a Bobby que cerrara el féretro porque no parecía el Presidente. Luego la agencia UPI publicó que Jackie Kennedy decidió que el féretro se cerrara siguiendo el deseo de muchos líderes religiosos, que no consideraban cristiano centrar la atención en el cuerpo del difunto.
Contestando a un periodista, Decca dijo que en su entierro quería una carroza tirada por seis caballos negros con penachos blancos (muy «Imitación a la vida»). El 29 de julio de 1996, seis días después de su muerte a los 78, seis caballos negros la llevaron al cementerio de San Francisco. Las esquelas pedían que los donativos se enviaran a la asociación «Send a piana to Havana», fundada por su hijo y que mandaba pianos a Cuba."
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