
Sus primeros pasos en la narrativa se enmarcan dentro de la escuela neorrealista. En 1.947 publica El sendero de los nidos de araña, obra que narra los años de lucha antifascista desde la experiencia personal del autor. A partir de la década de los cincuenta del siglo pasado, el autor se decanta por el cultivo del género fantástico y el de la fábula. Su trilogía Nuestros antepasados: El vizconde demediado (1.952), El barón rampante (1.957) y El caballero inexistente (1.959), marca una tendencia a la simplificación formal de la narración pero plena de simbología y giros alegóricos que esconden un paulatino alejamiento del compromiso político en favor de un análisis intelectual de la realidad alejada de dogmatismos. En 1.956 rompe con el PCI en protesta por la invasión soviética de Hungría.
En 1.964 se traslada a Paris, donde entra en contacto con el grupo Oulipo (Taller de literatura potencial) y recibe las influencias del estructuralismo y la semiótica, conceptos que marcan el debate intelectual de aquellos años. Este período, que algunos denominan combinatorio, se caracteriza por un intento de hacer visible al lector la estructura narrativa de las obras mostrando los diversos elementos con los que trabaja un autor a la hora de construir una narración, pero sin renunciar nunca a su utilización de un lenguaje sencillo y a la fluidez de la narración. Uno de los ejemplos más acabado de este período de experimentación es la lectura de este mes Si una noche de invierno un viajero (1.979).
Murió en 1.985 en Castiglione Della Pescaia.
Selección de obras:
Por último, el cuervo (1.949)
Tiempo cero (1.967)
Las ciudades invisibles (1.972)
Palomar (1.983)
Seis propuestas para un nuevo milenio (1.985)
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