4 de febr. 2013

somos a ciencia cierta

                                                 Un relat de  Francisco Jesús Galindo Sánchez



" Lo sé, me dejé llevar por el impulso independiente de los genes y proteínas que activan este sinfín de neuronas de mi cerebro, lo sé.

Quizás si me hubiese tomado el tiempo necesario para pensarlo no lo habría hecho.... o puede que sí, es posible que hubiese hecho exactamente lo mismo. Pero reconozco que no lo pensé y eso es el peor error en el que puede caer un científico; al menos eso fue lo que me enseñaron y lo que la experiencia me ha confirmado, aunque ahora....., ahora empiezo a creer en los beneficios que a veces puede reportarnos la inconsciencia.

Puede que esta obsesión mía por hurgar y hallar en los universos desconocidos me acabe perdiendo; también lo sé, y eso que siempre procuro actuar tratando que mi vanidad nunca crezca más de lo que mide una pequeña semilla. 
Me viene bien descubrir a cada paso que mi originalidad tan solo consiste en pequeños matices de algo descubierto y experimentado en tiempos inmemoriales por mentes bastante más lúcidas que la mía. Con este remedio combato muchas veces mi angustia y mi alejamiento del mundanal ruido y me va bien, muy bien, pues nunca me encontré solo en mis múltiples empeños.

Aun así, creo que necesito tomarme un respiro y alejarme por unos instantes de la firme presencia de mis ancestros; de la cercanía de estos científicos de antaño que me arropan convertidos en mis fantasmas queridos, admirados y magníficos. Quiero colgar un momento en el perchero, junto a mi bata blanca de trabajo, cualquier influjo de sus genialidades y de esta curiosidad que me arrastra y me obliga a seguir encendiendo luces por los caminos que ellos, y tantos otros antes que ellos, me fueron descubriendo.
Este impulso que ahora me invade es solo mío, y sus consecuencias me pertenecen también solo a mí. Tanto tiempo investigando, tantas horas envejeciendo tras un microscopio, tantos minutos manteniéndome concentrado en este mar inmenso donde se mueven ordenadamente nuestras propias células..... ,que casi llegué a olvidarme de la existencia de una de las experiencias más maravillosas y gratificantes en las que puede sumergirse el ser humano.
Ella no se lo esperaba, aunque creo que en el fondo lo intuía, pues han sido muchos nuestros días de bailes de salón, y muchas las ocasiones en que permanecimos mirándonos a los ojos mientras nos dejábamos llevar por la música.... en fin, que estos fueron para mí unos momentos de oro, me sirvieron para que mi mente analizara e intentase descifrar ese otro lado tan importante de la ciencia, y tan desconocido para mí, que yo me he atrevido a denominar “la geometría del beso”. 

Pero ayer por la tarde lo estropeé de verdad, pulvericé el encanto hasta ver evaporarse sus millones de partículas. Perdí el control y, aunque no me pesan en exceso los remordimientos, tengo la sensación de que lo eché todo a perder: la besé valiéndome de ese instante divino en el que el pensamiento te prohíbe pensar. Debería de haber caído en la cuenta de que la proporción exacta en la medida de los elementos solo es controlable utilizando un matraz de laboratorio, que la química de las pasiones sigue otros caminos de los que...... afortunadamente, la gran dueña y señora se llama serotonina. No sé si es bueno verme invadido por esta sensación de que mi maltrecha voluntad ha quedado convertida en diminutas astillas. Solo sé que me siento muy bien y que estoy dispuesto a afrontar todas sus maravillosas consecuencias.
He tardado horas en atreverme a abrir el mensaje que ha llegado a mi móvil, en estos momentos soy un cobarde con su tensión descompensada, me lo envió Luna, ya saben, mi compañera de baile. Por favor, léanmelo ustedes, yo no me atrevo.

“¿Quién te enseñó a besar tan dulce?
¡No me faltes al baile de esta tarde!,….., ahora me toca besar a mí.”  



Creo que mi trabajo tendrá que esperar;  me quedan aún por emprender proyectos ineludibles: empiezo a comprender lo que es estar enamorado, sin duda mi mayor descubrimiento fuera del laboratorio en el que he vivido tantos años. "


 Sanlúcar de Barrameda, octubre 2012

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