" Lo sé,
me dejé llevar por el impulso independiente de los genes y proteínas que
activan este sinfín de neuronas de mi cerebro, lo sé.
Quizás si me hubiese tomado el tiempo
necesario para pensarlo no lo habría hecho.... o puede que sí, es posible que
hubiese hecho exactamente lo mismo. Pero reconozco que no lo pensé y eso es el
peor error en el que puede caer un científico; al menos eso fue lo que me
enseñaron y lo que la experiencia me ha confirmado, aunque ahora....., ahora
empiezo a creer en los beneficios que a veces puede reportarnos la
inconsciencia.
Puede que esta obsesión mía por hurgar y
hallar en los universos desconocidos me acabe perdiendo; también lo sé, y eso
que siempre procuro actuar tratando que mi vanidad nunca crezca más de lo que
mide una pequeña semilla.
Me viene bien descubrir a cada paso que mi
originalidad tan solo consiste en pequeños matices de algo descubierto y
experimentado en tiempos inmemoriales por mentes bastante más lúcidas que la
mía. Con este remedio combato muchas veces mi angustia y mi alejamiento del
mundanal ruido y me va bien, muy bien, pues nunca me encontré solo en mis
múltiples empeños.
Aun así, creo que necesito tomarme un respiro
y alejarme por unos instantes de la firme presencia de mis ancestros; de la
cercanía de estos científicos de antaño que me arropan convertidos en mis
fantasmas queridos, admirados y magníficos. Quiero colgar un momento en el
perchero, junto a mi bata blanca de trabajo, cualquier influjo de sus
genialidades y de esta curiosidad que me arrastra y me obliga a seguir encendiendo
luces por los caminos que ellos, y tantos otros antes que ellos, me fueron
descubriendo.
Este impulso que ahora me invade es solo mío,
y sus consecuencias me pertenecen también solo a mí. Tanto tiempo investigando,
tantas horas envejeciendo tras un microscopio, tantos minutos manteniéndome
concentrado en este mar inmenso donde se mueven ordenadamente nuestras propias
células..... ,que casi llegué a olvidarme de la existencia de una de las
experiencias más maravillosas y gratificantes en las que puede sumergirse el
ser humano.
Ella no se lo esperaba, aunque creo que en el
fondo lo intuía, pues han sido muchos nuestros días de bailes de salón, y
muchas las ocasiones en que permanecimos mirándonos a los ojos mientras nos
dejábamos llevar por la música.... en fin, que estos fueron para mí unos
momentos de oro, me sirvieron para que mi mente analizara e intentase descifrar
ese otro lado tan importante de la ciencia, y tan desconocido para mí, que yo
me he atrevido a denominar “la geometría del beso”.
Pero ayer por la tarde lo estropeé de verdad,
pulvericé el encanto hasta ver evaporarse sus millones de partículas. Perdí el
control y, aunque no me pesan en exceso los remordimientos, tengo la sensación
de que lo eché todo a perder: la besé valiéndome de ese instante divino en el
que el pensamiento te prohíbe pensar. Debería de haber caído en la cuenta de
que la proporción exacta en la medida de los elementos solo es controlable
utilizando un matraz de laboratorio, que la química de las pasiones sigue otros
caminos de los que...... afortunadamente, la gran dueña y señora se llama
serotonina. No sé si es bueno verme invadido por esta sensación de que mi
maltrecha voluntad ha quedado convertida en diminutas astillas. Solo sé que me
siento muy bien y que estoy dispuesto a afrontar todas sus maravillosas
consecuencias.
He tardado horas en atreverme a abrir el
mensaje que ha llegado a mi móvil, en estos momentos soy un cobarde con su
tensión descompensada, me lo envió Luna, ya saben, mi compañera de baile. Por
favor, léanmelo ustedes, yo no me atrevo.
“¿Quién te enseñó a besar tan dulce?
Creo que mi trabajo tendrá que esperar; me quedan aún por emprender proyectos
ineludibles: empiezo a comprender lo que es estar enamorado, sin duda mi mayor
descubrimiento fuera del laboratorio en el que he vivido tantos años. "
Sanlúcar
de Barrameda, octubre 2012
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