Shah
Rukh Khan con Anushka Sharma y Katrina Kaif
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“Cuando un meteorólogo hindú falleció hace unos
días de un ataque al corazón mientras trabajaba en una base científica de la
Antártida, su familia pidió que transportasen el cuerpo hasta la india para
incinerarlo en la ribera del Ganges, como manda la tradición hindú. Pero les
dijeron que sería imposible, al menos hasta dentro de unos meses.
Tras pensárselo mucho, y como mal menor, la
familia aceptó que el cuerpo de Kuldeep Wali fuera cremado por sus compañeros
de trabajo allí mismo y seguirán la ceremonia en directo a través de una
Webcam. Se tratará de la primera ceremonia de este tipo en el Polo sur, un
territorio cubierto en un 98 por ciento por el hielo.
Los problemas 'logísticos' de la comunidad hindú
que vive fuera de la India y debe llevar a cabo sus ritos a veces se solucionan
de modos muy curiosos. Por ejemplo, ante la dificultad de disponer de agua
proveniente del río Ganges, los hindúes residentes en el Reino Unido se
plantearon sacralizar el río Aire, en Inglaterra, para que su agua hiciese las
veces en ritos y ceremonias. Finalmente, la idea de convertir a un río inglés
en un segundo Ganges, con cenizas humanas acumulándose poco a poco en el lecho,
no gustó mucho a los ecologistas de aquel país y la idea no prosperó.
Pero no todos los problemas tienen que ver con
asuntos funerarios. Pregúntenle a cualquier indio que viva en el extranjero qué
es lo que más echa de menos de su país, y es muy probable que cierre los ojos,
suspire y le responda: "el mango Alphonso". Esta variedad de mango no
sólo es la más apreciada sino también la más cara que hay, pues incluso en el
país más pobre del mundo se llegan a pagar decenas de euros por una sola pieza
-ha de ser, eso sí, sublime-.
Por eso, y porque, como se quejaba el escritor
indio Sashi Taroor, "hay mangos en Nueva Orleans, en California e incluso
en Kent (no lejos de Londres), pero no saben a nada", el anuncio hace dos
años de que Estados Unidos iba a permitir la importación de estas delicias
causó alborozo entre los indios residentes en ese país, desde California hasta
Nueva York. La decepción llegó con el
primer cargamento aéreo llegado al aeropuerto Kennedy: un grupo de magnates de
hoteles de lujo se hizo a golpe de talón con la exclusiva de esa y futuras
remesas del anhelado mango. Continuarán, pues, dándose los extravagantes casos
de contrabando de Alphonsos en los que a veces se han visto implicados pilotos
de líneas aéreas indias...
Con canales de televisión dedicados íntegramente a
emitir películas de Bollywood en Alemania, Suiza, Austria y el Reino Unido, la
pasión por el cine de los N.R.I. (indios no residentes) puede ser saciada sin
problemas. Y si el tamaño de la cuenta corriente es tan grande como el de la
nostalgia, es posible incluso contratar a cualquiera de las superestrellas del
cine indio para que actúen en una fiesta privada. El caché de un Shah Rukh Khan
o una Katrina Kaif puede llegar los 150.000 euros por una hora de show.
La diáspora india es una de las más extendidas y
numerosas del mundo, y dicen que allá donde viaja un indio la India viaja con
él. Hay diecisiete millones de indios viviendo en países asiáticos -excluyendo
la propia India-, cinco millones más viviendo en América, cuatro en Europa y
tres en África; y en total hay treinta millones de indios -o indias- fuera de
la India.”
Miguel Ángel Gayo Macías
elmundo.es
10/06/2009
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