“2 de agosto de 1945
¡Qué
daño no me ha hecho, en nuestro mundo cerrado, el no ser de ninguna parte! El llamarme como me llamo, con nombre y apellido que lo mismo puede ser de
un país que de otro… En estas horas de nacionalismo cerrado, el haber nacido en
París, y ser español, tener padre español nacido en Alemania, madre parisina,
pero de origen también alemán, pero de apellido eslavo, y hablar con ese acento
francés que desgarra mi castellano, ¡qué daño no me ha hecho! El agnosticismo
de mis padres –librepensadores– en 5 un país católico como España, o su
prosapia judía, en un país antisemita como Francia, ¡qué disgustos no me ha
acarreado! ¡Qué vergüenzas!
20 de julio de 1955
Ése que oye, ése que habla, es el Extranjero; ése
que piensa también es el Extranjero, aunque no lo creas: ése es Extranjero. El
que nunca está en su casa, el que no tiene casa, el que no puede tener casa,
ése es el Extranjero. El que no eres tú. (Aunque le estés viendo en el espejo,
y parece que te esté mirando. No te ve, ciego, tú le ves. Ése es el
Extranjero.) No importa que le nieguen o le den. Nada es suyo, vive de
prestado, le prestan la tierra, la casa, el vestido, el entendimiento. Pero no
le fían, no se fían: es extranjero.”
Max Aub
Diarios
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