3 de set. 2018

trieste, ciudad literaria




Trieste, ciudad ubicada en la frontera con Eslovenia, es uno de los rincones más cosmopolitas, misteriosos y desconocidos de Italia. Capital mediterránea del café —y de los cafés literarios—, hogar adoptivo de James Joyce y antiguo puerto del Imperio Austro-Húngaro, Trieste es,  quizás,  el lugar menos italiano de Italia.



Trieste, la ciudad de perfil
por Javier Goñi

“Saba,  Svevo e incluso Joyce,  que vivió en Trieste,  la ciudad de perfil,  la ciudad austro-húngara del Adriático,  que quiso ser,  y lo es,  italiana,  esa ciudad que mira al mar empujada por el imponente macizo montañoso del Carso. Las huellas del gran Umberto Saba,  poeta y librero,  del inmenso Italo Svevo,  novelista y judío,  incluso las de Joyce,  que vino a Trieste para ganarse la vida dando clases de inglés y escribir sus mejores textos, están presentes —placas, estatuas de bronce, recorridos a pie— por toda la ciudad. Pero hay otros escritores triestinos. Estos, y otros más.

El particularismo triestino.  La expresión se la tomo a Claudio Magris, que tanto ha escrito sobre su ciudad natal. Y sobre sus escritores, sobre Scipio Slataper, nacido austro-húngaro,  muerto como voluntario italiano en la Gran Guerra,  autor de Mi Carso, una bellísima elegía sobre Trieste y su diversidad.  Slataper influyó en Giani Stuparich, autor que sobrevivió a la Gran Guerra, aunque no su hermano Carlo, también escritor (los dos comparten calle y reposan en el mismo mausoleo familiar).

Marisa Madieri, la mujer de Magris,  nacida en Fiume,  tierra croata que dejó de ser italiana tras la última guerra,  al final de su vida,  truncada por un cáncer,  escribió uno de los libros más conmovedores que uno ha leído, Verde agua, un terrible y bellísimo relato sobre esos exiliados italianos,  judíos unos,  otros no,  refugiados en Trieste y expulsados de Fiume.  Un bellísimo ejercicio de memoria histórica y familiar que la autora hizo convivir con su propia realidad: “Quizá un bultito que me he descubierto otra vez en el pecho me recuerda…”.

 Otras estelas. Franco Vegliani (Trieste, 1915),  su padre de Fiume.  Combatiente en la última guerra,  fue periodista y escritor, autor de;  para Magris “uno de los libros más hermosos de la literatura triestina de posguerra”.  O P. A. Quarantoti Gambini,  compañero de Saba de cafés,  muerto hace 50 años y autor de La estela del crucero, sobre la amistad de tres adolescentes en el puerto triestino.  O Roberto Bazlen,  muerto hace 50 años,  que nunca quiso publicar este texto inconcluso,  El capitán de altura. O el poeta dialectal, Virgilio Giotti, autor de Colores. O Fulvio Tomizza. O…

El librero alemán. Además de todos estos textos citados —y los olvidados—, el viajero curioso que recorra esta ciudad fronteriza, aplastada por el Carso y por la historia, cruce de caminos y civilizaciones,  no debe dejar de meter en la mochila alguna de las muchas novelas policiacas del alemán,  establecido de librero en Trieste,  Veit Heinichen.  La serie del comisario triestino Proteo Laurenti es una delicia para callejear y conocer todas sus identidades y diversidades actuales. Forma parte también del particularismo triestino.”

El País
8/06/2015

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