2 de nov. 2018

el Gorki de los Balcanes




Panait Istrati, Brãila,  1884 - Bucarest, 1935.  Hijo de un contrabandista griego y una campesina rumana que se ganaba la vida haciendo de lavandera,  tuvo una infancia agitada que posteriormente saldría a relucir en algunos pasajes de sus obras,  como también habría de aparecer el entorno natural en que su niñez transcurrió, regado por el cauce caudaloso del Danubio.

Desde muy joven se vio obligado a trabajar en diversos oficios, en los que tomó conciencia humana y política en favor de las clases proletarias,  a las que comenzó a defender muy pronto en las tribunas que la prensa socialista obrera puso a su alcance.  Así se granjeó una bien merecida fama de activista político que le permitió capitanear algunas agitaciones sociales, como la de los trabajadores del puerto de Braila.

A partir de 1916,  añorando la vida errante a la que le había acostumbrado durante su niñez la insegura actividad de su padre,  decidió abandonar Rumanía y recorrer varios países de Europa,  así como el Oriente Próximo y Argel.  Las vivencias acumuladas durante estos viajes, enriquecidas con la experiencia danubiana, constituyeron luego el material básico con el que moldeó su producción literaria.

Se instaló durante un tiempo en la ciudad francesa de Niza,  donde cayó en una profunda depresión que estuvo a punto de conducirle al suicidio.  Se salvó gracias a una confesión epistolar que envió al novelista y musicólogo francés Romain Rolland,  que entonces gozaba de gran prestigio en las esferas culturales galas.  Rolland quedó impresionado por las ideas y la prosa de Istrati, y se convirtió en una especie de protector suyo: le presentó en los círculos literarios franceses y le allanó el camino para que pudiese publicar su primera novela, Kyra Kyralina (1924),  a la que enseguida siguió en las prensas francesas su obra más importante,  la trilogía conocida como La vida de Adrián Zograffi (1925-1927),  compuesta por las novelas Codine,  Años oscuros y Mikhaïl.

En estas tres narraciones, Panait Istrati hace un completo y minucioso repaso de la dramática situación económico-social en que se encuentran las clases más desfavorecidas de su país natal,  siempre valiéndose de un estilo ameno y fluido que encuadra sus argumentos y sus personajes en grandes cuadros paisajísticos.

La culminación de sus ideas filosófico-estéticas llegó con la novela titulada Les chardons du Baragan (Los cardos de Baragan, 1928), considerada por críticos y lectores como la obra maestra de Panait Istrati,  y una de las obras fundamentales de la narrativa mundial del siglo XX. Posteriormente publicó Mes départs (Mis salidas, 1928), Le pêcheur d'éponges (El pescador de esponjas, 1930) y Mediterranée (Mediterráneo, 1934).

Desde esta constante dedicación a la creación literaria,  Panait Istrati no abandonó nunca su romántica lucha revolucionaria,  a pesar de que una larga estancia en la Unión Soviética (1927-1928) le hizo regresar a Francia muy decepcionado del régimen estalinista que acababa de conocer y sufrir en sus propias carnes (pues había sido condenado por la férrea burocracia de Stalin,  precisamente por haber censurado sus torpezas e injusticias).  De nuevo en suelo galo, escribió una demoledora crítica de estos excesos cometidos por el Partido Comunista Soviético (Hacia otra llama, 1927-1929), obra que, en el momento de su aparición, no fue bien recibida en los cenáculos político-culturales de París.

Tal vez esta decepción animó a Panait Istrati a regresar definitivamente a su Rumanía natal,  en donde tuvo una gran acogida como escritor y,  sobre todo,  como defensor de causas sociales. Empleó sus tres últimos años de vida en estos compromisos políticos, sin abandonar del todo la creación literaria,   de la que surgió una nueva novela, La casa de Turingia (1933).

Fragmentos de Los cardos del Baragán:

“Confieso que yo no tenía sueños de grandeza. Soñaba, eso es todo. Me rebelaba contra todo ese pescado maloliente, contra esa apatía de los pantanos cenagosos y contras mis propios padres que, por lo que veía, parecían querer dejarme en herencia su miserable destino. No conocía ninguno más triste, incluido el de los vendedores ambulantes de petróleo, cuyo pan estaba impregnado con el olor de su mercancía; pero al menos comían pan a diario, mientras que nosotros sólo lo probábamos uno de cada cuatro domingos.”

“Al igual que el pastor,  se tambalean;  el moscovita sopla con furia redoblada sobre su masa compacta, y mientras tanto el Baragán escucha,  el cielo plomizo aplasta la tierra, y los pájaros,  desorientados, levantan el vuelo. Y así durante una semana… El viento sopla… Los cardos resisten,  doblándose en todas las direcciones,  con la bola unida a un corto tallo,  no más grueso que el dedo meñique. […]  El pequeño tallo se rompe de golpe,  cortado de raíz.  Las bolas espinosas  se echan a rodar,  son miles y miles.  Es el gran éxodo de los cardos: “Sabe Dios de dónde vienen o adónde van”,  dicen los viejos mirando por la ventana.  No se van todos a la vez. Los hay que salen corriendo al primer soplo furioso,  verdadera avalancha de ovejas grises.  Otros se empeñan en resistir,  pero los primeros los enganchan en su cabalgata intempestiva y los arrastran.”

“—Soy de Bucarest -les dijo-, y trabajo con las manos como vosotros, pero he aprendido a conocer a mis enemigos, que no son ni Dios ni sus rayos. Son los amos de los pueblos y de las ciudades los que nos reducen a la miseria, incluso en los años de abundancia. Para nosotros nunca los hay.”

“Porque nunca, desde los tiempos legendarios de la barbarie turca, mi país, dulce y laborioso, había conocido días tan atroces como los que os relato en esta historia; nunca mi apacible nación había sufrido tan cruelmente. Pero, ¿qué sabíamos de ello, nosotros, los niños? Excepto la ingrata existencia de todos los que nacen en una choza, excepto las privaciones constantes que liman, que modifican al ser humano pero que, a fuerza de ser habituales, ya no indignan a nadie, ¿qué sabíamos del gemido universal que se escapaba de millones de pechos campesinos de una punta a otra de Rumanía?”




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