“El camino de transición religiosa de Chesterton es un complejo proceso
intelectual que sigue siendo indispensable para entender su obra en general, y particularmente El hombre que fue Jueves. Chesterton
sufrió profundamente el fin del siglo XIX, con toda la decadencia de la época y
el pesimismo en boga provisto por la filosofía de Schopenhauer, según la cual la vida y la libertad individual no son
más que un espejismo que lleva a la humanidad a reproducirse a fin de
perpetuarlo. Como estudiante de la Slade
School of Art en el norte de Londres,
Chesterton había iniciado una formación en arte (1892), etapa que vendría a
significar el periodo más sombrío de su vida. El Solipsismo
desde el punto de vista filosófico y el Impresionismo como su manifestación
artística, se convirtieron en la
pesadilla que llevó a Chesterton a
dudar de la existencia misma de las cosas y del mundo a su alrededor, “un
escepticismo ilustrado en la forma del subjetivismo”.
Las palabras de su póstumamente publicada autobiografía
son quizá las más elocuentes al respecto:
“No distinguía claramente entre el soñar y el
despertar; no solo como un sentimiento sino como una duda metafísica, sentía
como si todo fuese un sueño. Era como si hubiese proyectado yo mismo el
universo desde mi interior, con todos sus árboles y estrellas; y eso está tan
próximo a la noción de ser Dios que está manifiestamente todavía más próximo a
la idea de estar loco”.
Después de experimentar con distintas prácticas ocultistas
(que ya habían seducido al joven poeta W.B.
Yeats), Chesterton llevó el
escepticismo y la decadencia a sus máximas consecuencias lógicas, lo cual
produjo en él un profundo estado de depresión, y en sus personas más cercanas la
certera impresión de que se encontraba en el camino directo a la locura. En
este sentido, podría argumentarse que escribió El hombre que fue Jueves alrededor de 1907, como forma de aceptar
su proceso de lucha en esta época a la que llamó “el horror enloquecedor de la
irrealidad” y en otras partes “mi periodo de locura”.
El libro se inicia con un poema dedicado a su amigo
de toda la vida Edward Clerihew Bentley,
el cual sugiere la forma en la que Chesterton
lidió con sus dificultades intelectuales y emocionales de la época.
Vuelvo a tener el libro que buscamos,
siento la hora que hace escapar,
más allá de la pisciforme Paumanok,
un grito de cosas más limpias.
Y el Clavel Verde se marchitó,
y rugieron al viento millones de briznas;
y, como pájaro que canta en la lluvia,
sensato, dulce y repentino,
la verdad habló desde Tusitala,
y el placer desde el dolor.
De repente, fresco y transparente,
como pájaro que canta en un cielo gris,
Dunedin habló a Samoa,
y la densa oscuridad se hizo día.
En esencia, Chesterton
hace referencia en estas líneas al influjo de las voces de Walt Whitman y Robert Louis
Stevenson, autores cuya obra afirmaba la existencia y la bondad básica de las
cosas. Por medio de ambos escritores, Chesterton encontró una salida
intelectual para superar el estado depresivo y desarrollar lo que llamó una
“filosofía de la gratitud”, recurrente en su obra posterior. Chesterton guardaría una deuda y admiración
imperecederas con ambos autores.
El contexto de gestación de El hombre que fue Jueves está íntimamente ligado a los principales
temas que plantea la obra. Se trata, a fin de cuentas, de un juego de
identidades en donde se confunden constantemente la realidad y la ilusión, una
preocupación esencial durante el periodo de depresión de Chesterton. La novela tiene todos los elementos propios de un sueño:
la realidad es tomada por ilusión y la ilusión por realidad, resumiendo de esta
forma el juego de máscaras de esta comedia fantástica y uno de los pilares
conceptuales del pesimismo de su época. No
en vano C. S. Lewis había señalado distintas
similitudes con la obra de Kafka ,
con la salvedad de que, como lo indica Garry
Wills, en los libros de Kafka el hechizo nunca se rompe.
Gabriel Syme es el personaje principal de la obra,
nombre que establece una clara referencia biográfica. El apellido Syme se asemeja en su sonido a la
palabra inglesa same (idéntico,
igual), con lo que Chesterton parece
estar diciendo que su personaje no es nadie más que él mismo. Además de su
nombre, Syme es un policía pero sobre todo un poeta que viste una capa, otra
característica que pudo haber definido al autor.
La historia comienza en un parque de un suburbio
londinense, que pone en escena a Syme, Lucian Gregory y su hermana Rosamunda.
Como parte de las situaciones paradójicas que van aconteciendo, Syme logra ser
nombrado como Jueves (en lugar de Lucian), convirtiéndose en el nuevo miembro
de un grupo de anarquistas en el cual cada persona lleva el nombre de uno de
los días de la semana. A partir de esta curiosa hazaña, Chesterton relata, no sin humor y escalofríos, las peripecias de
este policía encubierto en su nuevo rol como miembro del Consejo Central
Anarquista que lidera el enigmático y gigantesco Domingo.
Para sorpresa de Syme y de los lectores, la
historia discurre con el descubrimiento de que cada uno de los supuestos
anarquistas es, en realidad, un policía enmascarado al igual que Syme. La
cuestión medular de la historia se vuelve entonces confrontar y desenmascarar a
Domingo, una tarea más compleja e intrincada que la misma identidad del líder
del grupo. El relato va llegando a su final por medio de distintos extraños sucesos:
Syme descubre que Domingo no solo es el presidente de los anarquistas, sino
también la persona que lo contrató inicialmente como policía. En última
instancia, y después de una extraña persecución de Domingo emprendida por todo
Londres, un banquete surrealista pone fin a esta comedia, en el cual cada uno
de los anarquistas/policías es vestido según el día de la Creación que
representa en el relato del Génesis. Lucian Gregory interrumpe el banquete, y
solo entonces logra Syme despertar de su inquietante sueño.
En efecto, el subtítulo del libro es “Pesadilla”, y Chesterton
pareció molestarse con los lectores y críticos que omitieron ese dato. En
resumen, el relato fantástico de Chesterton
tiene de todo. Como escribiera Garry Wills,
comienza como una sátira política, se convierte
rápidamente en una historia detectivesca, luego en una aventura de persecución,
una pesadilla, una fantasía de soledad, un mito de la Naturaleza, un eco de
profecía, un símbolo de creación, una teofanía; y cada uno de estos cambios es
vital en el movimiento y personificación del significado.”
Ignacio Siles González
A la fe por la duda.
Una lectura metafísica de la paradoja en El
hombre
que fue Jueves de G.K. Chesterton
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