“Historias
vividas o escuchadas. El escritor Eduardo Galeano traza un recorrido por
todo lo humano en Bocas del tiempo,
un libro que recoge 333 relatos breves arrancados directamente de la realidad.
"La tierra, la infancia, el amor, la lluvia o la guerra. Todo está ahí.
Salgo a la calle cada día con mis oídos y ojos bien limpios para oír las voces
secretas y descubrir los colores escondidos. Soy un cazador de historias, un escuchador de voces", dice el autor de la trilogía Memoria del fuego.
Aunque
parezcan redactados de un plumazo, en
sus cuentos no hay nada improvisado. "Llevo
muchos años trabajando con este lenguaje conciso. Me permite expresar la grandeza de las cosas
chiquitas y la mezquindad de lo grande. Es una buena forma para revelar el
universo desde el ojo de la cerradura", explica. Detrás de ese laconismo se esconde una postura
estética muy premeditada y un anhelo de rehuir los corsés de los géneros
literarios clásicos. "Persigo las palabras que merecen existir. Hay
palabras que resplandecen con luz propia en medio del silencio y que iluminan
el misterio de lo que se cuenta. Nunca me han gustado las etiquetas. Por eso, practico todos los géneros y ninguno. Busco siempre la síntesis, ejerciendo el arte del contrabando en la
frontera de los géneros". Poemas en
prosa, reseñas biográficas, anécdotas
históricas de épocas dispares o piezas propias del reporterismo son algunos
ejemplos de la variedad de estilos que maneja el escritor.
Bocas del tiempo arranca con una
definición del hombre -"de tiempo somos"-, que vaga como una sombra
por toda la obra. "El tiempo, que no cree en relojes ni almanaques, me dio
permiso para jugar con él. Somos hijos
de los días y estamos hechos de tiempo. El
fotógrafo Sebastião Salgado hizo
miles de retratos a emigrantes, esos náufragos de la globalización. Al final, eligió trescientas imágenes como
resumen de una de las grandes desventuras de nuestros días. Sólo fue necesario que entrara un segundo de
luz en la cámara para hacer tantas fotografías. Todas ellas caben en un solo segundo. Somos un instantito nada más en la memoria del
tiempo”, afirma. Y añade: “La poeta
neoyorquina Muriel Rukeyser escribió
algo que me gusta mucho. Ella decía que
el mundo está hecho de historias, no de átomos. Así, son las historias las que dicen el mundo, y éste nace del tiempo".
El autor de Los días siguientes renueva en su libro
más reciente el compromiso con los desfavorecidos, con aquéllos a los que nadie presta atención. "Mis amigos de la Teología de la
Liberación están equivocados en una cosa. Ellos dicen que son la voz de los que no
tienen voz. Eso es un error, todos tenemos voz. Lo que ocurre es que la gran mayoría de
personas está silenciada. No pueden expresarse porque los poderosos ejercen un
monopolio sobre la palabra. Me da mucho
placer recuperar las voces que son despreciadas".
Junto a los
marginados, otra protagonista del libro es la naturaleza, maltratada por los hombres. "A Dios se le
olvidó enunciar un mandamiento sobre la obligación de amar a la naturaleza de
la que formamos parte. Se entiende que
estaba ocupadísimo en otras cosas", bromea. No es ése el único reproche que Galeano lanza
al Dios severo del catolicismo, en cuya
labor creadora echa de menos una pizca de sentido del humor.”
Israel Punzano Sierra
El País, 30 de
mayo de 2004
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