7 de febr. 2021

el psicoanalista, debate

 


Ayer pusimos en común nuestras lecturas del libro del autor estadounidense John Katzenbach “El psicoanalista”. 

Xavier, el compañero que propuso su lectura, destacó, en la presentación del mismo,  que la idea fuerza –por definirlo así – que pauta el desarrollo de toda la trama es el la pérdida de identidad (de forma violenta) de una persona y su lucha posterior por superar este trance.

El protagonista de la novela, un viudo y maduro psicoanalista  que pasa consulta a los acomodados habitantes  del Upper East Side,  en el distrito de Manhattan, Nueva York, es víctima de un acoso sin piedad por parte de una persona,  que no se identifica, agraviada por la actitud, a su parecer, muy negligente en un caso que atendió en los inicios de su carrera médica. 

El objetivo final del acosador es conseguir que el psicoanalista acabe suicidándose por propia voluntad.

En la primera parte de la obra asistimos a la destrucción planificada y sistemática de las bases sobre las que se asienta la vida y la personalidad del doctor: le conminan a suicidarse o, si no lo hace, asesinar a un miembro de su familia, hacen desaparecer sus ahorros, hunden su reputación como terapeuta, destruyen su vivienda, su consulta…. El objetivo es aislarlo y llevarlo a la desesperación más absoluta.

Soren Kierkegaard, en su libro La enfermedad mortal, nos dice: “La desesperación es una enfermedad del yo, y puede adoptar tres formas: la desesperación de no tener un yo; la desesperación de no querer ser uno mismo; la desesperación de querer ser uno mismo.

Como destaco Xavier en el debate, el protagonista, en este proceso de despojamiento de su personalidad, lucha por no renunciar a ser un individuo consciente de si mismo;  para ello, decide hacer desparecer su yo (e impedir, así,  que maten a un familiar suyo) y reinventarse, con la ayuda de solo sus propios recursos personales,  en dos nuevos “yoes” que le permitan renacer, reinventarse, sin dejar de ser él.

El concepto de identidad personal, como se apunto en el debate ,  se refiere al sentido que damos a nuestro propio ser (que es único, diferente a los demás y –especialmente- continuo en el tiempo). Este guion mental (que todos seguimos)  es el que quieren destruir los acosadores de nuestra novela; pero también hemos de tener en cuenta, como apunto José en el debate, que lo que pensamos y tal como nos vemos también está conformado, socialmente,  por los valores y comportamientos que nos ha transmitido nuestra cultura y que nosotros integramos a nuestras características individuales y nuestra experiencia social. Así nuestra individualidad la conforma, en gran parte, nuestra  pertenencia a un determinado  grupo social.

Así, nuestro buen doctor, en la segunda y tercera parte de la novela, “renace” transformado en una nueva identidad que rompe meridianamente con el grupo social al que pertenecía su yo anterior.

 


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