6 de nov. 2021

persuasión, final

 




“Habiéndose desvanecido muy pronto los recelos que Anne abrigaba acerca de la resistencia de Mrs. Russell a aceptar al capitán Wentworth, contemplaba el despejado horizonte de su felicidad sin percibir en él más que una sombra: no hallar entre sus familiares y allegados una persona que realmente mereciera la estimación sincera y franca de un hombre como Frederick. Llegaba ella al matrimonio convencida plenamente de esta carencia. La desproporción de su fortuna, comparada con la de su marido, no la inquietaba en absoluto, pero el no contar con una familia que lo recibiera dignamente y fuese capaz de apreciarlo como se merecía, no poder ofrecer respetabilidad, reciprocidad de afectos y voluntades a cambio de la espontánea y fervorosa acogida que los hermanos de él le habían apresurado a dispensarle, era el único motivo de disgusto que acertaba a descubrir en la clara perspectiva de su dicha inefable.

Sólo tenía para ofrecerle dos amigas: Mrs. Russell y Mrs. Smith, y el capitán se mostraba sinceramente dispuesto a introducirlas en el círculo de sus más caros afectos. El bondadoso corazón de Mrs. Russell pronto conquistó al capitán, hasta el punto de borrar el encono producido por antiguas ofensas, y aparte de que Frederick nunca podría considerar justa ni acertada la campaña que contra él había emprendido años atrás, estaba decidido a darle la razón en todo lo demás. En cuanto a Mrs. Smith, tenía motivos más que suficientes para estimarla.

Los buenos oficios recientemente prestados a Anne por Mrs, Smith ya eran merecimiento bastante y el matrimonio, en vez de privarla de una amiga, le procuraba la amistad de dos seres. Mrs. Smith fue la primera persona a quien invitaron al nuevo hogar, y el capitán Wentworth, ayudándola a recuperar sus propiedades, escribiendo por ella y contribuyendo con su mediación a resolver las mil dificultades propias del caso, con el celo propio de un hombre audaz y un amigo verdadero, pronto le pagó con creces cuantos servicios hubiera dispensado o pudiera rendir a su mujer.

La portentosa y congénita jovialidad de Mrs. Smith no sufrió menoscabo con el favorable cambio de fortuna ni con el alivio relativo de la salud; la frecuente compañía de sus amigos contribuyó a que conservara su alegría y buen humor, y mientras conservara aquel optimismo a toda prueba, sería capaz de desafiar cualquier problema que se le pusiera por delante. Se trataba de una mujer que siendo rica y sana podía ser feliz. El manantial de su felicidad radicaba en el aliento prodigioso de su espíritu, así como la de Anne se nutría de la calidez de su propio corazón. Anne era la ternura misma, encontraba su mayor anhelo en el amor de su marido. La profesión de éste era lo único que hacía a sus amigos mirar con cierta inquietud aquella ternura extraordinaria, y el temor de una guerra futura, todo lo que pudiera ensombrecer el brillante sol de su existencia. Se ufanaba de ser la esposa de un marino, pero no tardaría en rendir el tributo de alarmas y zozobras inherentes a una profesión más gloriosa, si cabe, por sus virtudes domésticas que por su importancia nacional.”
Persuasión
Jane Austen
traducción: Manuel Ortega y Gasset
Penguin Clásics
Pág: 280-282

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