La venganza como prototipo legal alrededor de la Ilíada
Juan Gabriel Vásquez
Universidad de Nuestra Señora del Rosario, 2011
124 páginas
Tesis de grado de un autor que, al final de su carrera, se dio cuenta que poco le importaba el derecho y mucho la literatura razón por la cual las unió para poder terminar sus estudios.
“Comencé a escribir esta tesis de grado en enero de 1996. Yo acababa de cumplir veintitrés años y había terminado mis estudios de Derecho seis meses atrás, pero para ese momento ya tenía muy claro que ni esos estudios ni el diploma que les seguiría me servirían de nada, pues desde el tercer año de carrera había descubierto que lo único que me interesaba era leer ficción y, eventualmente, aprender a escribirla. Desde esa revelación incómoda, mis días en el centro de Bogotá habían sido de una modesta esquizofrenia: por cada clase a la que asistía perdía otra en el Callejón de los Libros, un edificio de ladrillo de tres plantas, oscuro y frío y repleto de novelas de segunda mano, o en el Templo de la Idea, donde se empastaban bibliotecas privadas con máquinas que trabajaban a la vista de todo el mundo, y uno podía sentarse a leer en medio del olor del cuero y del pegamento sin sentirse obligado a comprar nada. Luego de esas excursiones volvía a la facultad como un cadete que vuelve al cuartel tras un fin de semana de permiso, me sentaba en la última fila y atendía con la mitad del cerebro a los órdenes de sucesión o a la diferencia entre el mutuo y el comodato, mientras con la otra mitad asistía a los destinos de Raskolnikov y Leopold Bloom y Meursault y Santiago Zavala. Así, dividido entre la vocación que ya me devoraba sin miramientos y las exigencias de los estudios, acabé decidiendo que mi investigación, a menos que quisiera cometer suicidio por aburrimiento, tendría que hablar de literatura. Y que sólo uno de los profesores que había encontrado en la carrera tenía la paciencia pero también la pasión para dirigir este proyecto, los conocimientos en el área de la tesis pero también la osadía para salir de ella, y sobre todo la confianza para dejar que me perdiera por mi cuenta en los problemas de la investigación y que por mi cuenta encontrara la salida. Era Francisco Herrera, profesor de Filosofía del Derecho, imitador de Gaitán y una de las personas extraordinarias que me he encontrado en la vida. En junio de 1996, días después de sustentar la tesis, me fui de Colombia, y apenas llevaba unos meses viviendo en París cuando me llegó la noticia de la muerte absurda del profesor Francisco Herrera en un accidente. Y ahora, cuando la universidad ha querido publicar esta tesis —por razones que se me escapan, pero con la tolerancia de ese gran lector que es Luis Enrique Nieto—, he estado recordando a Pacho Herrera y lamentando que no esté aquí para darle un ejemplar y culparlo de todos los errores que yo haya cometido y que el lector pueda encontrarse en las páginas que siguen. Con lo cual quiero decir dos cosas: primero, que este libro va dedicado a él o más bien a su memoria, y eso sin perjuicio de la dedicatoria que lleva desde el momento de su redacción; y segundo, que no he corregido apenas el documento: salvo un puñado de comas, pocos adverbios y una frase que leída ahora me resultó insoportable, ésta es la misma investigación que sustenté en 1996. La he leído como si la hubiera escrito otra persona, alguien que tiene muy claro qué es la justicia y qué es la ley e incluso qué son los valores. Y tengo que decir que me ha dado un poco de envidia. "
Juan Gabriel Vásquez
Barcelona, febrero de 2011
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