4 de maig 2023

madrid, crónica 1

 


    El pasado sábado, 29 de abril, iniciamos nuestro particular fin de semana literario en Madrid. A las 9.59, con un ligerísimo adelanto sobre el horario previsto, nuestro tren puso rumbo al barrio de las letras, nuestro destino.

    Tras poner a buen recaudado nuestro bagaje y reponer fuerzas, fuimos en busca de las huellas de Miguel de Cervantes que se conservan por la ciudad. Veámoslas:

    El barrio de las Letras fue, en tiempos de Cervantes, un hervidero del mundo del teatro. En la calle de la Cruz estuvo el Corral de Comedias de la Cruz, que estrenó buena parte del teatro que se escribió en los siglos XVI y XVII. Nuestro encuentro con nuestro particular Virgilio era en la Plaza Santa Ana, donde hoy se asienta el Teatro Español en el mismo lugar donde estuvo el Corral del Príncipe. Seguramente, algunas de las comedias de Cervantes se estrenaron en estos corrales. Otras simplemente se imprimieron y no fueron representadas en vida de su autor, el cual, al parecer, no gozaba del favor del respetable hacia sus comedias.




    En la calle Cervantes número 2 está la última casa en la que vivió Cervantes. La vivienda no está conservada como en la época ni se puede visitar. Pudimos, eso sí, contemplar una placa que reza: “Aquí vivió y murió Miguel de Cervantes Saavedra, cuyo ingenio admira el mundo. Falleció en MDCXVI”.



    Por otra parte, el novelista vivió en otras casas, como en el cercano portal número 18 de la calle Huertas, el mismo edificio donde hoy está Casa Alberto, una taberna fundada en 1827. Una placa junto al local lo recuerda. En este lugar, nuestro protagonista del día escribió la segunda parte de El Quijote y Los trabajos de Persiles y Segismunda.



    En la calle Atocha 87 tiene su sede la “Sociedad Cervantina”, fundada en 1953 en el edificio donde trabajaba y tenía su imprenta Juan de la Cuesta, impresor de la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. Una placa lo recuerda, adornada con figuras de los protagonistas de la obra. Poco después de la publicación, en 1609, la imprenta se trasladó a la vecina calle de San Eugenio. En el número 7 una placa recuerda que allí se imprimió la segunda parte.


    En la Iglesia de las Trinitarias Descalzas, calle Lope de Vega 18, fue enterrado Miguel de Cervantes. Sus restos descansan en un pequeño monumento en el interior del templo. Aunque hay serias dudas sobre cuáles son sus restos de entre los diversos cuerpos que se enterraron juntos. Una placa en el interior de la Iglesia dice: “Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616); <<El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir.>> Los trabajos de Persiles y Segismundo. Real Academia Española, Año 2015”. Su decisión de ser enterrado aquí obedece a la ayuda que le prestó la Orden para rescatarlo cuando estuvo cautivo en Argel.



    La estatua de Cervantes en Madrid está en la plaza de las Cortes, frente al Congreso. Inaugurada en 1833, representa al novelista en traje de época. Viste la clásica gorguera y en la mano derecha lleva un rollo de papeles. En la base hay una inscripción en bronce que dice “A Miguel de Cervantes Saavedra, Príncipe de los Ingenios españoles, año de MDCCCXXXV”. Otra inscripción dice lo mismo en latín. A los lados hay dos escenas de El Quijote en bajorrelieve: una alusiva a la aventura de los leones y otra a Don Quijote y Sancho dirigidos por la diosa de la locura.

    Hace unos años la estatua de Cervantes se hizo célebre a causa del hallazgo de un pequeño tesoro bajo sus cimientos. Todo empezó en diciembre de 2009, durante los trabajos de remodelación de la plaza de las Cortes. Entonces hubo que retirar a un lado la estatua de Cervantes. Cuando las máquinas excavaban la tierra, uno de los operarios empezó a agitar los brazos para indicar a sus compañeros que detuvieran el trabajo. Entre la tierra y los escombros, justo debajo de donde hasta hacía un momento había estado la base de granito de la estatua, surgió una lápida con una anilla que parecía una compuerta secreta. Detenidas las obras, un equipo de arqueólogos se personó en el lugar. Al abrir la compuerta, uno de ellos hubo de meterse de medio cuerpo en el agujero y tirar con fuerza para extraer una caja de plomo hermética. La caja fue llevada al Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares. Fue necesario usar un soplete para abrir el cofre y gran precisión en el corte para no dañar su interior. Lo que encontraron fue una urna de cristal que contenía multitud de objetos de la época en que se enterró. Era una cápsula del tiempo. Se encontraron retratos de algunos personajes de entonces, el discurso de la reina regente de apertura de las cortes generales en julio de 1834, ejemplares de prensa, varios ejemplares de El Quijote, varias monedas y medallas o un Calendario manual y guía de forasteros de Madrid para el año 1834, entre otros objetos.

    Ante la magnitud del hallazgo, las autoridades regionales decidieron organizar una exposición para exhibir todos los materiales encontrados. La muestra se completó con un detallado recorrido histórico por la época del enterramiento, con especial énfasis a la transición desde el absolutismo al liberalismo. Esta exposición tuvo lugar en la Casa de Correos de la Puerta del Sol en el verano de 2010. Los objetos hallados en la cápsula del tiempo se encuentran hoy en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares, aunque no se exponen al público. En su día se sugirió la idea de enterrar una nueva cápsula del tiempo en el mismo lugar, pero no hay noticia de que finalmente se llevara a cabo.

    La ubicación anterior de la estatua estaba unos 20 metros más atrás que la actual. De hecho, se ha marcado con una circunferencia de latón en el suelo el lugar exacto donde se encontró la cápsula.



    Termina nuestro recorrido cervantino en la sede del Instituto Cervantes, la institución dedicada a la difusión de la lengua castellana en todo el mundo. El edificio, situado en la calle de Alcalá, 49, también se le conoce como edificio de las Cariátides, por las figuras femeninas que sirven de columnas a la entrada. Construido entre 1910 y 1918, sus arquitectos, Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, levantaban por esas fechas el cercano Palacio de Cibeles.

    Como ya anochecía, se nos quedó en el tintero la vista a la Biblioteca Nacional, que conserva la edición príncipe de El Quijote, además de una colección de curiosidades sobre el personaje. En la entrada hay una estatua de Cervantes.

    Por último, recordamos que en la Plaza de España se erige un monumento espectacular dedicado a nuestro escritor. Inaugurado en 1929, mide 35 metros de alto y ofrece una gran complejidad por la cantidad de figuras que contiene y por su significado. Preside el monumento el propio Cervantes, sentado en una butaca y con un ejemplar de El Quijote en su regazo. Delante de él están las figuras de Don Quijote y Sancho Panza sobre sus cabalgaduras.




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