En 1984 se
desarrollaron los Juegos Olímpicos de invierno en Sarajevo. Los juegos fueron el resultado del esfuerzo
de los ciudadanos, ya que cada ciudadano de Bosnia-Herzegovina contribuyó con el 0,2 por ciento de su salario mensual (los
ciudadanos de los condados de la ciudad de Sarajevo lo hicieron con el 0,3 por
ciento), de 1982 a 1984.
Seis años
después de su celebración estalló la guerra, convirtiendo las instalaciones en
campos minados, trincheras, nidos de ametralladores y puestos de
francotiradores.
Actualmente
los escenarios olímpicos sólo reflejan los rastros de la guerra que los dejó en
ruinas.
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