En un reciente viaje recalamos en la Sierra del Segura, un lugar que tan solo
desde 1833 pertenece a la provincia de Jaén y que en el siglo XVIII fue
declarada provincia marítima- de estos montes partió la madera que armo la
Armada Invencible-.
Pero más que su riqueza natural, que la tiene inmensa, nos dirigimos
al núcleo de Los Llanos, en el corazón de la sierra, para conocer y charlar a
José Laso e Ignacio Martínez, hijos de esta tierra y que han regresado a ella
para, desde la recuperación de la memoria de sus gentes, proyectar este rincón
maltratado y desconocido hacia el futuro.
José Laso pacientemente, desde hace veinticinco
años, ha documentado con minuciosidad de etnógrafo, la sociedad serrana en un
espacio que han denominado, él y los
miembros de la “Asociación Cultural la Esparteña”, "Ecomuseo Alma Serrana”. Ignacio, por su parte, ha publicado, en la Editorial
Montflorit, de nuestro compañero Josep Mª Riera, “El buey loco” “Interiores” y
“La sierra mágica”, obras de ficción inspiradas en la dura realidad serrana.
Tras la visita al ecomuseo y cenar maravillosamente
en una casa rural cercana al núcleo de Los Llanos (gracias Ignacio por vuestra hospitalidad), charlamos sobre el pasado y las gentes que
han nacido y vivido es estas serranías: como el oftalmólogo y escritor musulmán,
nacido en la sierra del Segura en el siglo XI , que ya practicaba operaciones
de cataratas en fechas tan lejanas o la abuela que vivió toda su vida en estos profundos
valles soñando con ser aviadora. Como señala José Laso: “nos hemos calzado las
esparteñas de nuestro pasado para luchar por el porvenir de nuestra tierra”
Os animamos a conocer esta parte del parque de
Cazorla, Segura y las Villas diferente y muy alejado del parque temático en que
se ha convertido el sur del mismo.
Para conocer más sobre este espacio, transcribimos
el artículo aparecido en el diario Jaén y tres videos de CanalAndalucia:
La universidad del mundo rural
“Imparten educación ambiental, cultivan su propia
huerta, crían a sus animales y elaboran desde mermeladas, a licores o
dentífricos ecológicos. Son los miembros de la Asociación Cultural La Esparteña
y el motor de 'Alma Serrana', una 'universidad del mundo rural', en las
entrañas de Santiago-Pontones.
En el término municipal de Santiago-Pontones, más
allá de Venta Rampias y antes de arribar a la aldea de La Toba, con el rumor
constante de las aguas del río Madera como telón sonoro de fondo, un desvío en
una angosta carretera de tramos retorcidos lleva hasta Los Anchos y a un
genuino centro al que el tiempo, las visitas y el esfuerzo de sus responsables
lo han convertido en “universidad del mundo rural”. Es el Ecomuseo Alma
Serrana, un proyecto que nació, en 2002, de la mano de la Asociación Cultural
La Esparteña y de la inquietud etnológica de José Laso Flores.
El gerente de “Alma Serrana” y presidente del
colectivo cultural nació en Los Anchos y, “como tantos emigrantes de la zona”
—dice—, también él tuvo que desarraigarse. Vivió “catorce años” en Gerona. Sin
embargo, en 1992, decidió que quería darle un giro de 180 grados a su vida y
“tras comprar una vivienda aquí [se refiere a Los Anchos]”, volvió a la sierra
que lo gestó. “A partir de ahí, nos dimos cuenta de que había un patrimonio
prácticamente perdido porque el medio rural se había despoblado y la identidad
serrana estaba desapareciendo”, cuenta. Y con el objetivo de recuperarla,
comenzó una ardua labor de recopilación de utensilios, enseres, postales, cartas
antiguas, documentos y de entrevistas a los aldeanos de la zona —Laso Flores se
jacta de disponer de “entre 70 y 80 horas de grabaciones inéditas de gente
mayor”—, que pedía a gritos ser compartida y divulgada. Este fue el origen, en
1997, de La Esparteña y, un lustro después, de “Alma Serrana”. “Compramos dos
antiguas viviendas que estaban casi en ruinas y las rehabilitamos para el
ecomuseo, pero, ya antes, habíamos trabajado en temas de sensibilización de la
cultura serrana para que la gente fuera consciente del valor de este patrimonio
etnográfico”, indica. No obstante, cuando el ecomuseo entró en marcha, el
colectivo se planteó un proceso de desarrollo alternativo en el medio rural que
tuviera al museo como eje y, de esta forma, empezó a educar a las decenas de
visitantes que reciben, cada año, en las técnicas tradicionales de
aprovechamiento forestal, agrícola y ganadero como base del sustento de la
población local. “Nos dimos cuenta de que esto no pertenecía al pasado, sino
que estos conocimientos y los recursos locales nos servían para poder
autoemplearnos y autogestionarnos y así se nos abrió un mundo de posibilidades
infinito”, explica satisfecho Laso Flores. En este tiempo, la asociación ha
continuado con su estudio del patrimonio rural, pero, además, promueve un
sinnúmero de actividades, desde la elaboración de conservas, jabones, licores o
dentífrico ecológico, al cultivo de una huerta y de un banco de semillas, o a
la crianza de animales de corral, que han hecho de “Alma Serrana” un “museo vivo”,
abierto todo el año. Porque —como insiste su gerente—: “No queremos tener un
museo lleno de objetos solo para mostrar. Para nosotros, lo interesante es
mantener vivos estos valores tradicionales día a día”. Y demostrar que “no es
una utopía vivir así”. “Ahora más que nunca —sentencia Laso Flores—, es necesario que la
gente sepa subsistir”.
Nuria López Priego
Diario Jaén
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