Hanan al-Shaykh |
“Ibrahim, al-Ghitani y al-Kharrat
son parte del panorama literario contemporáneo y todos continúan publicando; en
el caso de Ibrahim y de al-Ghitani a veces a un ritmo de un libro por año.
Al-Ghitani, hoy uno de los escritores más conocidos del mundo árabe, es además
editor de la revista literaria de El Cairo Ajbar
al-adab. Las obras de Ibrahim se traducen a los principales idiomas
europeos en cuanto aparecen publicadas en árabe. Recientemente ha aparecido la
traducción al francés del último libro de Ibrahim, al-Talasus (Voyerismo, 2007), una autobiografía, y Dafatir al-tadween: Rin (Escribiendo
cuadernos: Rin, 2008). De cualquier manera, a estos nombres tan conocidos
se han de añadir otros escritores que continúan publicando, como Ibrahim Aslán, Ibrahim Abdel-Meguid, Mohammed
el-Bisatie y Mohammed al-Makhzangi.
A Aslán quizá se le conozca mejor por su Malik
al-hazin (La garza, 1983), una novela sobre la vida en la ciudad; mientras
que el-Bisatie, con la obra Gu (Hambre, 2008), se ha especializado en novelas basadas en el Egipto
rural. Ibrahim Abdel-Meguid ha
escrito extensamente sobre su Alejandría natal, con frecuencia reconstruyendo
el pasado reciente de la ciudad. Al-Makhzangi, médico de profesión, ha escrito
fantásticos relatos cortos, extraídos de su experiencia como médico en Egipto y
en la ex Unión Soviética. Las colecciones de dichos relatos, entre ellos Rashq al-sikkeen (Arrojando el cuchillo) y al-Ati (El siguiente), aparecieron en
los años ochenta y noventa. El último libro de Al-Makhzangi, una colección de
fábulas de animales titulada Hayawanat
ayyamna (Animales de nuestro tiempo, 2007) se ha convertido en un
inesperado best seller, y no sólo entre el público infantil.
Además de estas reconocidas figuras, el panorama literario
contemporáneo también incluye a jóvenes escritores de diferentes
nacionalidades, incluido un importante número de mujeres. De un modo similar a
la literatura escrita por mujeres en otras partes del mundo, las escritoras
árabes han tomado a la mujer como tema principal. Aunque, por supuesto, los
escritores también se han interesado por el cambio del rol de las mujeres en la
familia y en el resto de la sociedad, así como por el proceso de modernización
que las ha llevado a conseguir un mayor acceso a la educación, a la formación
profesional y a la participación en la vida pública, especialmente Naguib Mahfuz en la Trilogía de El Cairo, estos temas han
sido sobre todo de especial interés para las mujeres escritoras. Éstas han
explorado dichos cambios a medida que tenían lugar en muchas sociedades árabes
con el paso de los regímenes coloniales anteriores, o relacionados con ellos,
desde los años cincuenta en adelante.
En Egipto, escritoras como Latifa
al-Zayyat (1923-1996) y Nawal
al-Saadawi han explorado la condición de las mujeres árabes en una serie de
novelas y otro tipo de obras: al-Bab al-maftuh (La puerta abierta, 1960)
y al-Shayjuja wa qisas ujra (La vejez y
otros relatos, 1986) de al-Zayyat y Mudakkirat
tabiba (Memorias de una joven doctora, 1961), una autobiografía, y al-Wajh al-ari lil-mara al-arabiyya (La
cara oculta de Eva: Mujeres en el mundo árabe, 1977), un examen de la
condición de las mujeres en las sociedades árabes, de al-Saadawi. Otras
escritoras que deberían mencionarse son Alifa
Rifaat (1930-96) y Salwa Bakr.
En Líbano, las obras escritas por mujeres incluyen Ana ahya (Yo vivo, 1958) de Leila
Baalbaki y las obras de las mujeres llevadas al exilio por la guerra civil
libanesa en los años setenta y ochenta, entre las que se encuentran Hanan al-Shaykh, Hoda Barakat y Ghada Samman.
Entre otros temas, estas autoras han escrito sobre la guerra de Líbano y sobre
la sociedad libanesa y la violencia masculina. Al-Shaykh, que comenzó su
carrera escribiendo sobre vidas de mujeres en un Líbano sacudido por la guerra
(Hikayat Zahra, traducido como La historia de Zahra), ha escrito
recientemente sobre la experiencia de los árabes en el extranjero, en
particular en Londres (Innaha London ya
azizi, traducido como Esto es
Londres). Por su parte, Barakat ha examinado los modos en los que tanto
hombres como mujeres sufren a causa de las ideas dominantes sobre el sexo y el
género (Hayar al-dahik, traducida
como La piedra de la risa).
May Telmissany |
Al mismo tiempo, las componentes de una nueva generación de
escritoras árabes, incluidas May
Telmissany y Miral al-Tahawy de
Egipto y Rajaa Alsanea de Arabia
Saudí, han escrito obras en las que examinan la experiencia de las mujeres
jóvenes en las sociedades árabes actuales. Estas obras, entre ellas al-Badinyana al-zarqa (El color de la
berenjena, 1999) de al-Tahawy y la primera novela de Alsanea, Banat al-Riyad (Chicas de Riad, 2005),
han sido traducidas con rapidez.
Munif, autor de una serie de novelas llamadas Mudun al-milh (Ciudades de sal), que aparecieron en árabe en los
años ochenta, examinó en ellas el destino de un país imaginario, aunque con una
cercana semejanza a los países del Golfo o a Arabia Saudí, que en el espacio de
unas pocas generaciones pasa de ser parcialmente nómada y de vivir alrededor de
los oasis a convertirse en algo parecido a lo que existe hoy día, y todo a
causa del petróleo. Compartiendo puntos de vista con otros escritores de la
generación de los sesenta, Munif escribió libros que exploraban el alcance de
las torturas de la policía en el mundo árabe, Sharq al-mutawassit (Al este del Mediterráneo, 1975) y la historia
de Iraq, Ard al-sawad (La tierra oscura,
una trilogía de 1999).
Además de que hayan sido las mujeres escritoras las que se hayan
cuestionado el orden patriarcal tradicional, escritores más jóvenes de todo el
mundo árabe han seguido escribiendo novelas que critican el orden social y
político heredados, del mismo modo en el que ya lo habían hecho los escritores
de la generación de los sesenta. Manifiestan críticas contra el pasado y el
presente y la búsqueda de soluciones para el futuro, ya sea en el contexto de
Egipto o de Palestina y Líbano. Sin duda seguirán apareciendo más novelas sobre
“el estado de la sociedad”, al menos mientras se perciba que la dirección de
muchas sociedades árabes se ha quedado bloqueada y el deseo de cambio se haya
frustrado. En Egipto, por ejemplo, An
takun Abbas al-Abd (Siendo Abbas al-Abd, 2003) de Ahmad al-Aidy. Se trata de una novela que mezcla de un modo
irreverente el lenguaje de las calles y de la cultura juvenil con fragmentos de
discurso oficial y de elementos de la sociedad de consumo para producir un
texto que se ha considerado como expresión del espíritu de la época
contemporánea.
Bahaa Taher |
Quizá esta tendencia a producir material analizando en detalle la
naturaleza de la sociedad contemporánea –sobre todo por parte de autores que no
pertenecen a la corriente dominante y que escriben desde la perspectiva de las
mujeres en la sociedad patriarcal o de la de los jóvenes de sociedades que
pueden parecer gerontocracias, o la de los liberales alarmados por la falta de
un ethos auténticamente democrático en muchas sociedades árabes– se pueda
relacionar con otras novelas que han llevado a cabo formas de investigación
histórica, usando a veces el marco de un pasado lejano y otras el de un pasado
más reciente. ¿Cómo hemos llegado a la situación en la que hoy nos
encontramos?, parecen estar preguntándose. ¿Qué salió mal? Wahat al-gurub (traducida al inglés como Sunset Oasis, 2007) de Bahaa
Taher, es un buen ejemplo de dichas preguntas sobre la historia.
Otra tendencia actual ha sido la aparición de obras producidas por
escritores para minorías, como por ejemplo el autor egipcio nubio Haggag Hassan Oddoul, que ha escrito
sobre la compleja suerte de los nubios, cuyas comunidades se extendían en el
pasado por Egipto y Sudán, pero que fueron en gran parte desposeídos de sus
tierras por la construcción de la presa de Asuán en los años sesenta. Las obras
de Oddoul, por ejemplo, su Layali
al-misk al-atiqa (traducida al inglés como Nights of Musk, noches de almizcle, 1989), proporcionan una
perspectiva alternativa a los vastos proyectos del Estado que, tal como sucede
en la China de hoy en día, se llevaron a cabo sin tener en cuenta las
necesidades de las comunidades locales ni el impacto medioambiental. Otro autor que ha proporcionado una visión
minoritaria sobre estos temas ha sido el escritor libio Ibrahim al-Koni. En una serie de novelas que se centran en la
experiencia de los tuareg, un pueblo nómada que vive en el sur de Libia y que
se extiende hasta el vecino Chad, Mali y Nigeria, al-Koni nos ha proporcionado
una especie de “eco-ficción”, es decir, una ficción cuyo tema es la relación
entre la humanidad y el mundo natural, dando voz al mismo tiempo a las
experiencias y a la visión del mundo de una, en ocasiones, ignorada minoría. Nazif al-hayar (traducida en inglés
como The Bleeding of the Stone, 1990)
es un buen ejemplo.
David
Tresilian
en
“Culturas”
revista
digital de análisis y debate
sobre
Oriente Próximo y el Mediterráneo
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