18 de set. 2015

literatura en el món àrab, 6

Hanan al-Shaykh
Ibrahim, al-Ghitani y al-Kharrat son parte del panorama literario contemporáneo y todos continúan publicando; en el caso de Ibrahim y de al-Ghitani a veces a un ritmo de un libro por año. Al-Ghitani, hoy uno de los escritores más conocidos del mundo árabe, es además editor de la revista literaria de El Cairo Ajbar al-adab. Las obras de Ibrahim se traducen a los principales idiomas europeos en cuanto aparecen publicadas en árabe. Recientemente ha aparecido la traducción al francés del último libro de Ibrahim, al-Talasus (Voyerismo, 2007), una autobiografía, y Dafatir al-tadween: Rin (Escribiendo cuadernos: Rin, 2008). De cualquier manera, a estos nombres tan conocidos se han de añadir otros escritores que continúan publicando, como Ibrahim Aslán, Ibrahim Abdel-Meguid, Mohammed el-Bisatie y Mohammed al-Makhzangi. A Aslán quizá se le conozca mejor por su Malik al-hazin (La garza, 1983), una novela sobre la vida en la ciudad; mientras que el-Bisatie, con la obra Gu (Hambre, 2008), se ha  especializado en novelas basadas en el Egipto rural. Ibrahim Abdel-Meguid ha escrito extensamente sobre su Alejandría natal, con frecuencia reconstruyendo el pasado reciente de la ciudad. Al-Makhzangi, médico de profesión, ha escrito fantásticos relatos cortos, extraídos de su experiencia como médico en Egipto y en la ex Unión Soviética. Las colecciones de dichos relatos, entre ellos Rashq al-sikkeen (Arrojando el cuchillo) y al-Ati (El siguiente), aparecieron en los años ochenta y noventa. El último libro de Al-Makhzangi, una colección de fábulas de animales titulada Hayawanat ayyamna (Animales de nuestro tiempo, 2007) se ha convertido en un inesperado best seller, y no sólo entre el público infantil.

Además de estas reconocidas figuras, el panorama literario contemporáneo también incluye a jóvenes escritores de diferentes nacionalidades, incluido un importante número de mujeres. De un modo similar a la literatura escrita por mujeres en otras partes del mundo, las escritoras árabes han tomado a la mujer como tema principal. Aunque, por supuesto, los escritores también se han interesado por el cambio del rol de las mujeres en la familia y en el resto de la sociedad, así como por el proceso de modernización que las ha llevado a conseguir un mayor acceso a la educación, a la formación profesional y a la participación en la vida pública, especialmente Naguib Mahfuz en la Trilogía de El Cairo, estos temas han sido sobre todo de especial interés para las mujeres escritoras. Éstas han explorado dichos cambios a medida que tenían lugar en muchas sociedades árabes con el paso de los regímenes coloniales anteriores, o relacionados con ellos, desde los años cincuenta en adelante.

En Egipto, escritoras como Latifa al-Zayyat (1923-1996) y Nawal al-Saadawi han explorado la condición de las mujeres árabes en una serie de novelas y otro tipo de obras:  al-Bab al-maftuh (La puerta abierta, 1960) y al-Shayjuja wa qisas ujra (La vejez y otros relatos, 1986) de al-Zayyat y Mudakkirat tabiba (Memorias de una joven doctora, 1961), una autobiografía, y al-Wajh al-ari lil-mara al-arabiyya (La cara oculta de Eva: Mujeres en el mundo árabe, 1977), un examen de la condición de las mujeres en las sociedades árabes, de al-Saadawi. Otras escritoras que deberían mencionarse son Alifa Rifaat (1930-96) y Salwa Bakr. En Líbano, las obras escritas por mujeres incluyen Ana ahya (Yo vivo, 1958) de Leila Baalbaki y las obras de las mujeres llevadas al exilio por la guerra civil libanesa en los años setenta y ochenta, entre las que se encuentran Hanan al-Shaykh, Hoda Barakat y Ghada Samman. Entre otros temas, estas autoras han escrito sobre la guerra de Líbano y sobre la sociedad libanesa y la violencia masculina. Al-Shaykh, que comenzó su carrera escribiendo sobre vidas de mujeres en un Líbano sacudido por la guerra (Hikayat Zahra, traducido como La historia de Zahra), ha escrito recientemente sobre la experiencia de los árabes en el extranjero, en particular en Londres (Innaha London ya azizi, traducido como Esto es Londres). Por su parte, Barakat ha examinado los modos en los que tanto hombres como mujeres sufren a causa de las ideas dominantes sobre el sexo y el género (Hayar al-dahik, traducida como La piedra de la risa).
May Telmissany

Al mismo tiempo, las componentes de una nueva generación de escritoras árabes, incluidas May Telmissany y Miral al-Tahawy de Egipto y Rajaa Alsanea de Arabia Saudí, han escrito obras en las que examinan la experiencia de las mujeres jóvenes en las sociedades árabes actuales. Estas obras, entre ellas al-Badinyana al-zarqa (El color de la berenjena, 1999) de al-Tahawy y la primera novela de Alsanea, Banat al-Riyad (Chicas de Riad, 2005), han sido traducidas con rapidez.
 Munif, autor de una serie de novelas llamadas Mudun al-milh (Ciudades de sal), que aparecieron en árabe en los años ochenta, examinó en ellas el destino de un país imaginario, aunque con una cercana semejanza a los países del Golfo o a Arabia Saudí, que en el espacio de unas pocas generaciones pasa de ser parcialmente nómada y de vivir alrededor de los oasis a convertirse en algo parecido a lo que existe hoy día, y todo a causa del petróleo. Compartiendo puntos de vista con otros escritores de la generación de los sesenta, Munif escribió libros que exploraban el alcance de las torturas de la policía en el mundo árabe, Sharq al-mutawassit (Al este del Mediterráneo, 1975) y la historia de Iraq, Ard al-sawad (La tierra oscura, una trilogía de 1999).

Además de que hayan sido las mujeres escritoras las que se hayan cuestionado el orden patriarcal tradicional, escritores más jóvenes de todo el mundo árabe han seguido escribiendo novelas que critican el orden social y político heredados, del mismo modo en el que ya lo habían hecho los escritores de la generación de los sesenta. Manifiestan críticas contra el pasado y el presente y la búsqueda de soluciones para el futuro, ya sea en el contexto de Egipto o de Palestina y Líbano. Sin duda seguirán apareciendo más novelas sobre “el estado de la sociedad”, al menos mientras se perciba que la dirección de muchas sociedades árabes se ha quedado bloqueada y el deseo de cambio se haya frustrado. En Egipto, por ejemplo, An takun Abbas al-Abd (Siendo Abbas al-Abd, 2003) de Ahmad al-Aidy. Se trata de una novela que mezcla de un modo irreverente el lenguaje de las calles y de la cultura juvenil con fragmentos de discurso oficial y de elementos de la sociedad de consumo para producir un texto que se ha considerado como expresión del espíritu de la época contemporánea.

Bahaa Taher

Quizá esta tendencia a producir material analizando en detalle la naturaleza de la sociedad contemporánea –sobre todo por parte de autores que no pertenecen a la corriente dominante y que escriben desde la perspectiva de las mujeres en la sociedad patriarcal o de la de los jóvenes de sociedades que pueden parecer gerontocracias, o la de los liberales alarmados por la falta de un ethos auténticamente democrático en muchas sociedades árabes– se pueda relacionar con otras novelas que han llevado a cabo formas de investigación histórica, usando a veces el marco de un pasado lejano y otras el de un pasado más reciente. ¿Cómo hemos llegado a la situación en la que hoy nos encontramos?, parecen estar preguntándose. ¿Qué salió mal? Wahat al-gurub (traducida al inglés como Sunset Oasis, 2007) de Bahaa Taher, es un buen ejemplo de dichas preguntas sobre la historia.

Otra tendencia actual ha sido la aparición de obras producidas por escritores para minorías, como por ejemplo el autor egipcio nubio Haggag Hassan Oddoul, que ha escrito sobre la compleja suerte de los nubios, cuyas comunidades se extendían en el pasado por Egipto y Sudán, pero que fueron en gran parte desposeídos de sus tierras por la construcción de la presa de Asuán en los años sesenta. Las obras de Oddoul, por ejemplo, su Layali al-misk al-atiqa (traducida al inglés como Nights of Musk, noches de almizcle, 1989), proporcionan una perspectiva alternativa a los vastos proyectos del Estado que, tal como sucede en la China de hoy en día, se llevaron a cabo sin tener en cuenta las necesidades de las comunidades locales ni el impacto medioambiental.  Otro autor que ha proporcionado una visión minoritaria sobre estos temas ha sido el escritor libio Ibrahim al-Koni. En una serie de novelas que se centran en la experiencia de los tuareg, un pueblo nómada que vive en el sur de Libia y que se extiende hasta el vecino Chad, Mali y Nigeria, al-Koni nos ha proporcionado una especie de “eco-ficción”, es decir, una ficción cuyo tema es la relación entre la humanidad y el mundo natural, dando voz al mismo tiempo a las experiencias y a la visión del mundo de una, en ocasiones, ignorada minoría. Nazif al-hayar (traducida en inglés como The Bleeding of the Stone, 1990) es un buen ejemplo.

David Tresilian
en “Culturas”
revista digital de análisis y debate
sobre Oriente Próximo y el Mediterráneo


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