l'escriptor Sonallah Ibrahim |
“Hasta su muerte en 2006, el escritor egipcio Naguib Mahfuz fue considerado el mejor escritor del mundo árabe, un
hecho reconocido a nivel internacional al serle otorgado el Premio Nobel. Sin
embargo, su fama entre los lectores árabes no era igual a la que tenía entre
los que conocían sus obras a través de traducciones, en parte debido al tiempo
que tardaron sus obras en ser traducidas y a la larga duración de su carrera
como escritor. Entre sus coetáneos, Mahfuz era respetado como escritor moderno,
si bien quizá no como escritor contemporáneo, al menos desde comienzos de los
años setenta en adelante, cuando los miembros de la generación más joven, en
particular los miembros de la “generación de los sesenta” comenzaron a publicar
sus obras. Lo mismo le sucedió a su competidor y coetáneo, el autor de relatos
cortos, dramaturgo y periodista, Yusuf
Idris, cuya carrera como escritor, representada por colecciones de relatos
cortos publicados en los años 50 y 60, se interrumpió en gran parte en los años
70. Idris fue el autor de algunos de los mejores relatos cortos que se hayan
escrito en lengua árabe y de varias obras teatrales reconocidas. Sin embargo,
aunque sólo vivió hasta 1992, durante las últimas décadas de su vida se había
convertido, como le sucedió a Mahfuz, en una especie de autoridad respetada
dentro de la literatura árabe.
A lo largo de su carrera, Mahfuz utilizó la herencia de sus
predecesores, incluidos Taha Husein
(1889-1973), intelectual y ensayista, conocido como el “Decano de la literatura árabe”; el novelista y dramaturgo Tawfiq al-Hakim (1898-1987), que como
Husein fue un firme aspirante al Premio Nobel, y el crítico y escritor de
relatos cortos Yahya Haqqi
(1905-1992). Estos escritores, junto con otros, han sido a veces descritos como
los “pioneros” de la literatura árabe
moderna. En sus novelas más importantes, las que conforman la Trilogía de El Cairo y sus novelas más
cortas de los años sesenta –novelas de suspense en las que explora las formas
de alienación que sufren los individuos en la sociedad moderna–, Mahfuz empleó
prosa narrativa tanto para contar la historia de su propia sociedad, al modo de
los grandes realistas europeos del siglo XIX, como para analizar las vidas de
los personajes más importantes, en el caso de la Trilogía de El Cairo la
familia de Ahmad Abd al-Gawad durante más de tres generaciones.
En sus novelas más cortas de los años sesenta, la visión de Mahfuz
se vuelve más introspectiva donde los protagonistas viven en un estado de
tensión constante con la sociedad que los rodea en lugar de desarrollarse en
paralelo a las principales tendencias de dicha sociedad. Al menos en los
primeros volúmenes de la Trilogía de El Cairo, la política, representada en
forma de lucha contra el colonialismo británico, y las aspiraciones personales
para conseguir una mayor libertad se habían imaginado como complementarias una
de la otra.
Sin embargo, a pesar de un tardío estallido de creatividad que vio
a Mahfuz regresar al material literario premoderno en obras como Rihlat Ibn Fattuma (El viaje del hijo
de Fattuma, 1983), que toma como modelo cuentos de Las mil y una noches, o Malhamat al-harafish (La Epopeya de
Harafish, 1977), una variación moderna sobre una forma literaria tradicional,
desde los años setenta en adelante Mahfuz fue eclipsado en cierto modo por sus
colegas más jóvenes. Algunos de ellos, como los escritores egipcios Sonallah Ibrahim y Edwar al-Kharrat, continuaron trabajando dentro de un marco
ampliamente realista, aunque en su caso profundizado mediante una continua
experimentación; mientras que otros, como Gamal
al-Ghitani o Yahia al-Taher Abdullah,
también egipcios, explotaron el patrimonio literario árabe premoderno para
obtener material de un modo que podría denominarse neotradicionalismo.
Este esquema, en el caso de al-Ghitani se puso de manifiesto en Awraq shabb asha mundu alf am (Crónicas
de un joven que vivió hace mil años, 1969), una colección de relatos cortos, y
se plasmó en al-Zayni Barakat (1974),
la que probablemente sigue siendo su novela mejor conocida, que cuenta los
acontecimientos que rodearon a la conquista de Egipto por los otomanos en 1517
empleando el estilo de la época y usándolo para hacer comentarios sobre
acontecimientos contemporáneos. En el caso de Abdullah, autor de un reducido
grupo de obras pero de calidad excepcional, significó estudiar la literatura
oral tradicional de su nativo alto Egipto, reprocesándola en forma escrita.
Las elecciones hechas por estos autores, ya sean las de un
realismo ampliado con nuevas funciones o las de una reapropiación crítica de
formas premodernas más antiguas, eran parte del fermento de la experimentación
asociada a la generación de escritores de los sesenta, que ahora se considera
que formaban una especie de escuela, si bien una caracterizada más por la
experimentación que por el cumplimiento de un programa en particular.
Lo que caracteriza a estos escritores incluso más que su
compromiso compartido por experimentar quizá sea su visión de la autonomía de
la narrativa, expresada más crudamente por Ibrahim en el epígrafe de su primera
novela Tilka al-Raiha (Ese olor,
1966). Tomado del Retrato del artista adolescente de James Joyce, esto indica
que el escritor árabe, igual que el irlandés, se debe en primer lugar a su
trabajo, aunque al mismo tiempo reconoce que la subjetividad es un producto de
la sociedad. “Soy un producto de esta
raza y de este país –dice en el epígrafe– y tengo que expresarme tal como soy.” Con esta concepción del papel
del creador literario, el escritor es independiente del tipo de proyectos, ya
sean el nacionalismo o el socialismo árabes que predominaron en todo el mundo
árabe al menos hasta los años setenta, así como de las reformas de mercado que
los siguieron. Ibrahim ha sido capaz de mostrar una rica vena satírica en
novelas como al-Lagna (El comité,
1981) y Dat (Zat, 1992), donde
proyecta la vida política y económica del mundo árabe actual. Muchos miembros
de la generación de los sesenta fueron encarcelados por sus ideas y la mayoría
han sufrido algún tipo de censura.
David Tresilian
en “Culturas”
revista digital de análisis y debate
sobre Oriente Próximo y el Mediterráneo
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