24 d’oct. 2015

galdós visto por maría zambrano

María Zambrano
“A Galdós le cae en suerte contar historias de mujeres en un país que no acepta su propia historia, que no se doblega a ella y que, tratándose de la mujer, entiende la historia como sombra, como culpa solamente.
Pero Galdós surge después del ausente Romanticismo. Sin embargo, ha heredado algo positivo de él; la posibilidad de hacer historias de mujeres. Es más, ha heredado el pluralismo romántico, la multiplicidad de un mundo cuya unidad última va a residir dentro de cada alma individual, cuya historia es perseguida precisamente por eso. Disgregada y perdida la unidad del orden medieval, la unidad va a residir en el individuo: la sociedad y la cultura será el conjunto resultante de estas unidades individuales. Multiplicidad resultante en vez de unidad previa. Al menos esto es lo que se cree y se quiere, al mismo tiempo.
El mundo de Galdós es, pues, mundo moderno, netamente moderno, cuya máxima realidad estriba en la multiplicidad de destinos individuales. La novela moderna se da sobre este supuesto: la transcripción de la realidad humana, que consiste en el tejido complejísimo de destinos individuales: la historia es la suma de las historias. Por eso el novelista adquiere ese rango extraordinario por encima casi del historiador, pues la historia que el historiador hace es “grosso modo”, producto de empobrecedora abstracción, donde solo ciertos individuos y ciertas acciones de esos individuos cobran relieve; mientras que ella consiste, en verdad, en las historias de las criaturas anónimas, realidad la más real, que solo el arte puede aceptar y poner de manifiesto. Se ve claro que tal creencia tendría necesariamente que acabar engendrando un Proust, una Virginia Woolf y hasta un James Joyce.
Galdós se mueve también en esa creencia. Se siente su entusiasmo por la diversidad de sus personajes; se le siente enamorado de sus más nimias particularidades, demorándose en ellas. Con los personajes femeninos este enamoramiento lo lleva al extremo. Este genio de la indiferencia se complace en la adoración de cada una de estas mujeres cuya historia implacablemente transcribe, cuyas desventuras con crueldad de creador irresponsable cuenta. Se lo debe al romanticismo. Y así tenemos que Galdós como heredero del Romanticismo va a escribir historias de mujeres que no son románticas, va a transcribir el mundo español, reacio, obstinadamente esquivo a todo lo romántico.”
María Zambrano
La España de Galdós

Y nos dice del personaje de Benigna:

«La gran fuerza de Nina consiste ante rodo en esta facultad de comprensión, de absorción de todo lo que la rodea; también de eliminación de rodo aquello que pudiera envenenarla o detenerla. Es la fuerza inagotable de la vida transformándolo todo en vida, llevando el pasado Íntegro en estado naciente, como recién inventado; es la tradición verdadera que hace renacer el pasado, encarnarse en el hoy, convertirse en el mañana, pervivir, salvando rodos los obstáculos con divina naturalidad. ( ... ) Como los pájaros, vive en la luz y con su esfuerzo sin fatiga crea la libertad. Desasida y apegada a un tiempo a las cosas, libre de la realidad y esclava suya a la vez; invulnerable y al alcance de la mano, dueña de todo y sirvienta de cada uno, Nina, en verdad, es Misericordia.»

María Zambrano

Senderos

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