Carta de amor
No es fácil
expresar lo que has cambiado.
Si ahora
estoy viva entonces muerta he estado,
aunque, como
una piedra, sin saberlo,
quieta en mi
sitio, mi hábito siguiendo.
No me
moviste un ápice, tampoco
me dejaste
hacia el cielo alzar los ojos
en paz, sin esperanza, por supuesto,
de asir los
astros o el azul con ellos.
No fue eso. Dormí: una
serpiente
como una
roca entre las rocas hiende
el intervalo
del invierno blanco,
cual mis
vecinos, nunca disfrutando
del millón
de mejillas cinceladas
que a cada
instante para fundir se alzan
las mías de
basalto. Como ángeles
que lloran
por la gente tonta hacen
lágrimas que
se congelan. Los muertos
tenían
yelmos helados. No les creo.
Me dormí
como un dedo curvo yace.
Lo primero
que vi fue puro aire
y gotas que
se alzaban de un rocío
límpidas
como espíritus. y miro
densas y
mudas piedras en tomo a mí,
sin
comprender. Reluzco y me deshojo
como mica
que a sí misma se escancie,
igual que un
líquido entre patas de ave,
entre tallos
de planta. Mas no pienses
que me
engañaste, eras transparente.
Árbol y
piedra nítidos, sin sombras.
Mi dedo,
cual cristal de luz sonora.
Yo florecía
como rama en marzo:
una pierna y
un brazo y otro brazo.
De piedra a
nube iba yo ascendiendo.
A una
especie de dios ya me asemejo,
hiende el
aire la veste de mi alma
cual pura
hoja de hielo. Es una dádiva.
Sylvia Plath
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada