Escultura de la cabeza de una gorgona en el Foro Severii de Leptis Magna.
Leptis Magna fue una ciudad de la república de Cartago, y posteriormente, del Imperio romano. Sus ruinas están ubicadas cerca de Trípoli en Libia. |
“Richard lee.
También de Medusa, la gorgona de cimbreantes serpientes por cabellos que transformaba en piedra con una simple mirada, se dice que había sido una hermosa muchacha libia bereber y una guerrera triunfante. Después de que Poseidón, el dios del mar, se acostara con la hermosa muchacha precisamente en un templo de la costa libia dedicado a Atenea, la diosa enfurecida le confirió a la amazona su aspecto terrorífico y más tarde le dio a Perseo el escudo espejado con el que el héroe pudo evitar la mirada mortal de la gorgona y cortarle la cabeza sin verse convertido en piedra. Y de las gotas de sangre que cayeron a la arena libia tras la decapitación de la Medusa, lee Richard, brotaron serpientes. No, sin duda no es casualidad que aún hoy, entre los tuareg, las mujeres sean las propietarias de los rebaños y las tiendas, que puedan escoger a los hombres y separarse de ellos a su antojo, que no lleven velo, al contrario que ellos, que determinen la sucesión y sigan siendo famosas por su poesía y sus canciones, que sean ellas las que enseñan a escribir a los niños, con la misma escritura, por cierto, que Heródoto contempló con sus propios ojos.
Muchas de las cosas que Richard lee ese día de noviembre, unas semanas después de su jubilación, las ha sabido prácticamente toda su vida, pero hoy, gracias a su mirada nueva, todo se combina de otra manera y cobra un nuevo sentido. ¿Cuántas veces tiene uno que volver a aprender lo que ya sabe, a descubrirlo, como despojándolo de muchas vestimentas, hasta comprenderlo en toda su plenitud? ¿Basta toda una vida para conseguirlo, la suya o la de quien sea?
Visualiza el camino que quizá hayan seguido los bereberes: desde
el Cáucaso, pasando por Anatolia y el Levante mediterráneo, hasta Egipto y la
antigua Libia, luego hasta el actual Níger, y de Níger otra vez hacia la actual
Libia y, a través del mar, hasta Roma y Berlín. Describe tres cuartos de
círculo casi perfecto. Hace miles de años que el movimiento de los seres
humanos a través de los continentes se sucede sin descanso. Ha habido comercio,
guerras, expulsiones, a menudo las gentes han seguido a su ganado a la búsqueda
de agua y alimentos, han huido de las sequías y las epidemias, han ido tras el
oro, la sal o el hierro, o solo podían conservar la fe en su Dios en la diáspora,
ha habido decadencia, crisis, reconstrucción y colonización, ha habido caminos
mejores o peores, pero, si algo no ha habido nunca, es descanso. Para explicarle
a un alumno que con ello no se refería a una ley moral, sino más bien a una ley
natural, a Richard le habría bastado con señalar a través de la ventana, donde
un montón de hojas cuya belleza fue objeto de admiración la pasada primavera
descansan ahora sobre la hierba mientras se gestan ya los brotes para la primavera
que viene. Pero ahí no hay ningún alumno que se lo pregunte.
Richard lee.”
Yo voy, tú vas. Él va
Jenny Erpenbeck
traducción: Francesc Rovira
Anagrama, 2018
Pág: 169-170
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