12 d’oct. 2018

días de infancia, y 3



“Mi abuela tomaba rapé de una tabaquera negra con adornos de plata, y de cuando en cuando sorbía un polvito. Todo su aspecto tenía algo sombrío; pero de su interior, por los ojos, irradiaba una serenidad inextinguible, fervorosa y alegre. Era cargada de espaldas, casi jorobada, y a pesar de todo estaba muy entera; pero se movía con suavidad y con soltura, como una gata grande, y además, era tan suave como este amable animal.  Antes de su llegada,  yo había dormido,  por decirlo así, en la sombra; pero su aparición me despertó, me trajo a la luz, ligó cuanto me rodeaba con un hilo irrompible, y lo trenzó en una telaraña policroma; desde el primer momento, me fue cara para toda la vida, y se me adentró en el corazón como nadie en el mundo; era para mí tan íntima, tan comprensible como ninguna otra persona. Su altruista amor al mundo me hizo rico, me dio fuerzas y reciedumbre para la lucha por la vida.”

Días de infancia

Máximo Gorki

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