3 de nov. 2020

nubosidad variable, 3

 

Una de las mejores novelas españolas

por José María Pozuelo Yvancos

Zenda, cinco de mayo de 2018

“Nubosidad variable aparece en 1992, tras catorce años de silencio narrativo. Puede considerarse una obra maestra, sin duda una de las mejores novelas que nos dejó Carmen Martín Gaite. Tiene esta novela la particularidad de ser la que mejor comunica con sus Cuadernos de todo (la obra póstuma aparecida en 2002). Esa comunicación se da de dos maneras. Por una parte, la novela misma se concibe como unos cuadernos que sus dos protagonistas, Sofía Montalvo y Mariana León, van escribiendo en una correspondencia no enviada de la una a la otra. En segundo lugar, a lo largo de los Cuadernos de todo hay mucha información sobre el proceso de gestación de la novela, en temas, lecturas y preocupaciones.

Nubosidad variable es una novela publicada en un momento muy especial de la vida de Carmen Martín Gaite, pero sobre todo de la vida española y más en concreto del lugar de las mujeres a la altura de 1992. La trama trae la crisis de dos mujeres muy distintas, quienes habiendo sido amigas íntimas en el bachillerato se separaron luego. Tras muchos años de esa separación se reencuentran de modo casual en la inauguración de una exposición de pintura y se prometen la una a la otra las narraciones que el lector va a ir leyendo y que solamente al final de la novela se entregan, como una escritura que va a sustituir a la vida. Este tema metaliterario de una novela que no está hecha y cuya trama es resultado de la propia escritura, es un acento muy moderno, peculiar de la última etapa de la narrativa de Martín Gaite.

Pocas novelas hay en la literatura española actual que puedan decir tanto sobre el feminismo, pues la condición femenina la atraviesa. Tal como trata Martín Gaite a sus dos personajes protagonistas, su posición feminista tiene poco de militancia convencional, y mucho de profunda mirada, ajena a los tópicos que socialmente eran imperantes en los años ochenta dentro de la progresía. De hecho, Sofía Montalvo, una mujer casada, que no trabaja fuera de casa, burguesa, sufre la soledad de un matrimonio que se ha hecho añicos. Siendo una burguesa de posición, no lo es de mirada, puesto que su lucidez frente a los distintos ismos ideológicos y posiciones de la alta burguesía sobrevenida en forma de nuevos ricos, la hace especialmente crítica y avanzada. Hay en la novela, sobre todo en la parte narrada por Sofía un repaso bastante lúcido que puede funcionar de rendición de cuentas, a modo de un desencanto sobre distintas opciones. No deja, por ejemplo, sin decirse la situación parasitaria de sus hijos, niños bien que viven en comuna en un piso heredado de la abuela, sin trabajar, entregados a distintas mistificaciones ideológicas que Sofía va deconstruyendo, así como muchos de los relatos socio-políticos y mitos (Che Guevara, Hermann Hesse, revolución del 68) que eclosionaron en el Madrid de la movida, pero que a la altura de la publicación de esta novela mostraban ya una mueca de desencanto y fin de fiesta, que convierte esta obra en especialmente reveladora de aquella temperatura social que Martín Gaite atrapa como nadie.

 

En el otro lado está Mariana León, psiquiatra bien situada profesionalmente, quien pese a tal realización profesional, sin embargo es personaje mucho menos fuerte. Vive desnortada, entregada a un amor destructivo hacia un escritor homosexual egoísta, de quien huye. Toda la parte narrada por Mariana es el relato de una huida, de un temor a enfrentarse a una situación que contempla con lucidez racional, pero frente a la que es inútil emocionalmente. Quizá la línea de fuerza más sobresaliente de esta novela se encuentre ahí: en la tesis de que de poco sirven las construcciones racionales y las determinaciones voluntaristas, puesto que, como criaturas, están sujetas a los vaivenes propios de indeterminaciones, para lo que sirve el motivo recurrente de las nubes, que van dibujando un paisaje esencialmente inestable, huidizo.

Muestra en esta novela Martín Gaite un pulso reflexivo muy poco común que va caminando hacia dentro, que es donde se resuelve casi por entero, puesto que como anécdota hay una continua fuga, como si fuera una obra en marcha. Por eso ha sido tan importante la estructura narrativa elegida, que me ha parecido magistral, en el orden de ser un trasunto estructural de lo que la autora quiere decir. Al igual que el mundo de las dos mujeres, la novela misma va mostrando su inestabilidad en distintos registros. Hay cartas que no se envían (Mariana escribe y escribe, sin decidirse a enviar a Sofia su resultado), hay sueños dominados por la irracionalidad, hay recuerdos familiares (como los de la playa de Suances), de emocionada complicidad de Sofía con su hija Encarna, hay diálogos casi teatrales (en casa de Silvia, la aristócrata neurótica), hay una inestabilidad en los mismos espacios como el hotel de la playa gaditana en donde Mariana se refugia y esconde…

En el fondo, Nubosidad variable es testimonio de un desencanto hacia lo externo y las apariencias. Y como siempre en Martín Gaite, una apasionada búsqueda de interlocutor, de las dos amigas la una con la otra, y de la autora con ellas, también consigo misma y con el lector. Una obra que permanecerá entre las mejores que ha dado la novela española en el final del siglo XX, que fue tiempo de cierre para tantas ilusiones sociales y personales.”


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