4 de nov. 2020

nubosidad variable, 4

 


El arte de escribir, persistencia de la memoria

en Club de Lectura Virtual, bibliotecas de Castilla y León

 

“Si hay algo que caracteriza a esta novela es una declaración explícita de amor a la literatura, a la lectura y a la escritura. Esta pasión se siente como una necesidad y una forma de vivir también en sus personajes. “Siempre me ha gustado colgarme de las palabras”, dice Sofía en el capítulo “Conversación con Daría”, un ejemplo muy bello de los muchos que hay en el libro y que refleja ese amor por las palabras y su poder para descifrar el mundo. La literatura es el nexo de unión de estas dos mujeres. Sofía ha desarrollado esta pasión desde niña y se la ha contagiado a Mariana. A Sofía le gustan las historias de los cuentos, las novelas, la poesía y el poder de imaginar. Mariana, por su carácter menos apasionado, prefiere otros géneros como el ensayo. Contagiada del espíritu apasionado de Sofía por la ficción, le dice que ante su poder de crear un paisaje imaginario, ella siente el gozo de cultivarlo,  “Mi patria es la escritura”.

La novela está llena de referencias al proceso de escribir y de formación de una novela. Sus dos protagonistas han iniciado el difícil desarrollo de la escritura por necesidad, catarsis, liberación, refugio, etc. Como son conscientes de que no se puede huir de la realidad desean convertir lo sórdido y lo rutinario en literatura para mirar la realidad desde la distancia y suprimir las barreras entre lo real y lo imaginario. La vida y la soledad, como dice Mariana, toman cuerpo en la escritura. La realidad se entiende mejor desde la ficción.

En este proyecto literario novelesco cabe todo: el ensayo, el cuento, la poesía o el teatro a través de esas escenas dialogales. Son muchas las posibilidades y las formas de contar que ofrece la novela. Martín Gaite nos muestra además diferentes perspectivas o puntos de vista a través de sus dos protagonistas y sus desdoblamientos, de técnicas, como el estilo indirecto libre, el diálogo o el monólogo interior.

Otro elemento al que se alude constantemente y que tanta importancia tiene en la literatura es el “tiempo”. El tiempo real no es el mismo que el tiempo en la literatura. En ésta, el tiempo no hace estragos. Recordad la escena en la que Mariana cuenta cómo el inicio de su amistad con Sofía proviene del recuerdo del profesor que le viene a la mente a través de sus palabras y de su forma de recitar las “Coplas de Jorge Manrique” que precisamente hablan de la fugacidad del tiempo de la vida. “Siempre a vueltas con el tiempo”, dice Mariana. Aún sabiendo de la dificultad de fijarlo, solo las palabras consiguen aumentarlo, extenderlo o saltar esas “estancias del presente y del pasado” e imaginar estancias futuras.

La literatura refuerza los lazos de unión no solo entre Sofía y Mariana en la reconstrucción de su historia de amistad, sino también provoca esa simbiosis que Sofía tiene con su hija a través de las historias contadas, una relación que da sus frutos literarios en ese capítulo final bajo el título “La persistencia de la memoria” haciendo un guiño al cuadro de Dalí.

Sofía Montalvo y Mariana León, dos mujeres unidas por una infancia de amistad que necesitan recuperar por la insatisfacción que sienten ante la vida tan diferente que a cada una le ha tocado vivir. Reconstruir sus vidas y reencontrarse es una necesidad vital para ellas: “limpiar las tuberías del alma” para iniciar una relación transparente. Ambas mantienen un diálogo asincrónico a lo largo de la novela a través del ejercicio de la escritura: Sofía a través de sus cuadernos y Mariana con sus cartas dirigidas a Sofía de las que solo le envía una.

Algunos críticos consideran que es uno de los pocos libros que tratan de la amistad entre dos mujeres como solidaridad femenina, cómplices de habitar un mundo en el que no encajan, lleno de contradicciones y transformaciones que afectan especialmente a la mujer que se siente incapacitada para tomar las riendas de su vida, fuera del papel que se les ha asignado en la sociedad en la que viven.

Las dos viven sin carencias económicas y han decidido seguir un camino diferente. Sofía, a través de sus cuadernos, nos explica que desde niña poseía un poder especial para imaginar y crear, para jugar con las palabras, para evadirse a otros mundos porque no le gustaba la realidad. “Está usted en las nubes, señorita Montalvo” le decía su profesor. Define su vida de una forma muy breve y contundente: “desgana generalizada”. La vida para ella ha consistido en intentar aprobar un montón de asignaturas (aprobar en familia, en trato conyugal, en suavizar asperezas, en maternidad activa, etc…). Condenada a la abnegación, su único refugio es la ficción que le ofrece la lectura, y la escritura como liberación que le permite ir recomponiendo esa vida que se le ha roto en cachitos. “Cuando no podía entender las cosas por orden, se me ponía delante de los ojos como una nube que me tapaba el sol, me había pasado siempre desde pequeña. Y para volver a ver la luz tenía que inventarme una historia que explicara las otras”. “Escribir me sacaba del infierno”.

Mariana León, una prestigiosa psiquiatra que ha optado por una vida independiente, alejada de toda esa pasión que caracteriza a Sofía, es una mujer racional y fría que acumula numerosos fracasos amorosos por el miedo a perder el control. Siente la simbiosis con la psiquiatra que lleva dentro como una condena. Desea huir de sí misma e inicia un viaje al sur de España para escribir un ensayo sobre el erotismo, que no es más que un viaje interior, de reflexión, sobre el amor y el estado de soledad en el que se encuentra y al que le ha conducido su vida “viciada por llevar las riendas de mi propia voz”, representada por esa calle de la Amargura en la que Mariana se refugia. Uno de los capítulos más interesantes donde Mariana muestra toda su desnudez es “Strip-tease solitario”. Todo un tratado sobre la soledad con sus contradicciones.

Cada una de estas mujeres  a través del autoanálisis, nos abre las puertas de su mundo interior muy complejo , influenciado por sus lecturas, su mente creativa, sus sueños y sus vivencias personales que discurren a veces de forma vertiginosa,  dejando numerosos espacios abiertos que el lector puede imaginar. La novela está también llena de alusiones literarias, artísticas (pintura, arquitectura, cine), alusiones al mundo del psicoanálisis, reflexiones filosóficas y sobre el proceso de la escritura. Recomponer de la forma más completa toda esta trama es un juego que Carmen Martín Gaite propone al lector a través de la técnica del “collage”. “


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