4 d’ag. 2022

l'autor del mes, 4

 

En camping-car

Ivan Jablonka

traducción: Agustina Blanco

Anagrama: 03/2019

192 páginas

Sinopsis:

“Este es un libro sobre una familia francesa que en los años ochenta pasa sus vacaciones en una autocaravana, y en ella recorre Italia, Portugal, España, Grecia, Marruecos... Es una historia personal, ya que la familia es la del autor cuando era niño, pero también colectiva, porque todas las familias aspiran a acariciar la felicidad en vacaciones.

Es también un libro sobre la infancia como paraíso perdido; un homenaje de Ivan Jablonka a sus padres; una reflexión sobre la relación entre las generaciones y sobre el momento en que uno pasa a convertirse en padre y asume una responsabilidad hacia sus hijos. En sus páginas aparece una mirada histórica sobre Francia y Europa (y hay además pinceladas sobre Estados Unidos). Y asoman los horrores del pasado –el padre de Jablonka, además de profesor en Stanford, fue un huérfano de la Shoá– y la esperanza de poder construir un mundo mejor para las nuevas generaciones, siguiendo ese precepto de la Declaración de Independencia americana del derecho a «perseguir la libertad».

Tras la desgarradora crónica de Laëtitia o el fin de los hombres, Jablonka toma aquí como punto de partida la experiencia personal. Y construye una obra concisa, estructurada en capítulos breves, con aire de cuaderno de apuntes de apariencia liviana, pero que es un auténtico compendio de experiencias universales. El resultado es un texto híbrido y mestizo, que se mueve sinuoso entre la narración íntima y el ensayo sociológico y cultural. Y es en ese cruce de géneros donde brota su seductora fuerza literaria.”





Las acequias de la memoria

por Mercedes Cebrían
Babelia/El País, 15/05/2019

“Otro medio de transporte muy propenso a evocaciones y recuerdos es la caravana o camping-car, como la llama Ivan Jablonka en su relato autobiográfico, que la homenajea hasta en el título. A lo largo de En camping-car, el escritor francés nos lleva de vacaciones por Estados Unidos y por países de la cuenca mediterránea en compañía de su familia y de amigos de sus padres. En este libro están recogidos los años ochenta desde la mirada de un niño de clase media francesa, y también, los dramas y alegrías que solo se pueden experimentar en la infancia. Son particularmente sugestivas las reflexiones de Jablonka sobre cómo autorretratarse en un relato. Los tres yoes narrativos que él detecta al leer este tipo de textos —el yo-confidencia, el yo-destino y el yo-totalidad, que es el que recapitula el curso de una existencia comenzando por el final— no le convencen, por eso propone otro modo de hablar sobre sí mismo que implica “entender en qué medida nuestra unicidad es producto de un colectivo, de la historia y de lo social”. Jablonka elige narrar desde un “yo-problema construido bajo la mirada de las ciencias sociales”, lo cual no le resta a su libro ni un ápice de frescura, pues se encuentra plagado de anécdotas y de palabras que conforman un léxico familiar, por emplear el término que acuñó Natalia Ginzburg. Uno de estos vocablos propios de su familia es “spot”, una palabra clave en la lógica del campista, ya que es el punto donde se decide pasar la noche: “Nosotros decíamos spot y la palabra tenía una carga afectiva ligada al olfato, al instinto, a la inventiva que había sido necesaria para detectar el lugar y para alcanzarlo”.”

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