17 de nov. 2022

richard yates, 7

 


Mentirosos enamorados

(Liars in Love, 1981)

Richard Yates


traducción: Andrés Barba

Fiordo, 2018

296 páginas



    Tras la publicación de Once maneras de sentirse solo, Richard Yates esperó veinte años para dar a conocer su siguiente colección de ficciones breves. Entre 1961 y 1981, la inflexión patética de su literatura no cambió mucho; más bien se profundizó, se hizo más fiel a sí misma. Comparados con los anteriores, los relatos de Mentirosos enamorados son más extensos, más terminantes, menos permeables a la contingencia de una redención. Todas las malas decisiones ya han sido tomadas. Lo único que los personajes tienen permitido es vivir las consecuencias.

    El libro presenta siete soledades de un tipo muy particular: el que afecta a los que no saben querer, quieren mal, en realidad no quieren. El amor —o su reverso— toma aquí la forma de una tortura que incluye siempre a las dos partes, que difumina la frontera entre víctima y victimario.

    La unidad temática es visible, cercana a la peripecia de Revolutionary Road (1961). Al igual que en esa novela —con la que Yates hizo su ingreso en el mundo editorial y a la que Hollywood dio tratamiento cinematográfico —, en Mentirosos enamorados abundan los matrimonios en caída libre, las infatuaciones corrosivas, los artistas con ambiciones exageradas y talento insuficiente, los perdedores y los enfermos, la irrelevancia a la que están condenadas las vidas menores. La posibilidad de una mudanza, en general a París, el edén imposible, surge en más de un caso como un nuevo comienzo que jamás va a concretarse. Hay una insistencia en el alcoholismo como secuela rigurosa del fracaso y en el medio siempre aparecen chicos, testigos y a la vez figuras sacrificiales de las acciones de los adultos. Yates casi invita a pensar en una repetición insalvable del error primero: dos de los relatos, “José, estoy tan cansada” y “Saludos en casa”, muestran a un mismo personaje como hijo y como padre, como receptor y como productor de la desgracia.

    Varias escenas, además, están marcadas por un estoicismo mal barajado, por un reaseguro inútil. Un personaje le dice a otro que van a salir adelante, que todo va a estar bien; el otro se queda callado. 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada