29 de nov. 2022

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Las hermanas Grimes

por Mari Luz Rodríguez
el inconformista digital
03/03/2010

    "Ambientada en el Nueva York de la década del 30 a la del 70, al que llegan los ecos de la Segunda Guerra Mundial y el psicoanálisis, Las hermanas Grimes narra el viaje de la inocencia a la experiencia. Con un gran dominio narrativo, el autor Richard Yates va sorteando todo tipo de situaciones, ambientes y personajes adentrándonos al fondo de la psique de las dos hermanas protagonistas y su discontinuo devenir en la carrera de la vida, a veces mezquina otras veces apasionada o quejumbrosa.

    Como telón de fondo Yates recrea diversas ciudades y poblaciones de Norteamérica: Nueva York, Main, Colorado, etc. por donde la protagonista principal de la novela, la hermana menor Emily, va viviendo sus diferentes etapas vitales y amorosas.

    Yates es un autor que tiene la facilidad de sumergirnos en el mundo de la clase media americana con sus problemas y frustraciones del día a día, de hecho si algo ha caracterizado a este escritor es que ha sido el narrador por excelencia del fracaso del sueño americano del ciudadano medio.

    El libro versa acerca de la relación entre las dos hermanas Grimes, y sus diferentes estilos de vida y el rumbo dispar que sus vidas toman. Aunque nunca llegan a ser antitéticas, sí el autor resalta las claras diferencias entre ambas que se hacen más patentes a lo largo de los años y cuyo círculo vital se cierra de forma elíptica acercando su modo de vivir y pensar en el último tramo de sus vidas.

    El argumento central se desarrolla en el Nueva York de los años 30. Sarah y Emily Grimes son hijas de un reportero frustrado y de Pookie, una mujer simplona y parlanchina con aspiraciones de clase. Tras la separación del matrimonio, las niñas se quedan con su madre, que comienza con una larga peregrinación por distintos empleos y domicilios. Esta vida errática, itinerante e inestable emocionalmente va esculpiendo el carácter de las dos niñas. Sarah, la mayor, hace suyas las aspiraciones de su madre: encontrar un marido maravilloso, vivir en una casa deliciosa y tener hijos. La menor Emily, por su parte, es la independiente, la liberal, la que aspira a ir a la universidad y tener una carrera. Ambas parece que por lo menos en la «forma» consiguen lo que quieren. Sarah se casa con un hombre que parece casi perfecto, se muda al campo y tiene hijos, mientras que Emily consigue mediante una beca universitaria, estudiar literatura y entrar a trabajar en una agencia publicitaria, conociendo por el camino a un buen número de hombres.

    El relato, limpio y afilado como un bisturí, nos cuenta la vida de las dos hermanas, desde la niñez hasta su madurez. Yates comienza a narrarnos su existencia, con la indefensión y la calidez de la niñez, la esperanza y la confusión de la juventud, la lucha por la supervivencia de los años adultos y la desolación de la madurez de las protagonistas, dos mujeres comunes y cotidianas. Nos retrata a las hermanas Grimes como humildes heroínas de la vida vulgar, diseccionando sus vidas sin aspavientos ni sentimentalismos, retratando la vida de estos dos seres humanos atrapados en la telaraña de los prejuicios sin crudeza sólo con sobrecogedora elocuencia. Sarah y Emily buscan desesperadamente el amor en todas sus facetas tanto profesional, como fraternal, filial y amorosamente; mientras Sarah se mueve en la dependencia obsesiva y angustiosa de la búsqueda de un hombre a su lado, el personaje de Emily evita sentirse sola llenando su vida con amantes variopintos que le rediman de su soledad y dependencia afectiva, pero que no logran salvarla de la soledad sino que consiguen arrastrarla a la desdicha y a otros infiernos paralelos.

    El libro sigue pues un orden cronológico y se estructura según las diferentes etapas vitales de las protagonistas. En la parte inicial el autor se centra en la infancia de las hermanas, en la separación de sus padres y sus respectivas vidas; las dos hermanas sufren la separación física y emocional del progenitor y la dominación absorbente de la madre con las repercusiones negativas que esto conlleva. A lo largo de la narración podemos ver la diferente evolución física y psicológica de las dos hermanas y como el curso de la vida las va distanciando y acercando gradualmente según los diferentes acontecimientos que se desarrollan. En esta etapa de desarrollo inicial Yates nos muestra la personalidad activa y dominante de Sarah en contraposición al carácter dócil y dependiente de Emily. En la segunda parte del periplo vital correspondiente a la adolescencia, las dos hermanas siguen evolucionando de manera dispar: la grácil y esbelta Sarah y la aniñada y poco definida Emily.

    A pesar de todos sus deseos de independencia, observamos en la novela como la protagonista principal, que es la hermana menor Emily, se asemeja más a su madre y a su hermana de lo que quiere reconocerse. Sin ser plenamente consciente de ello busca una vida tan perfecta y ordenada, tan de color de rosa como la que (aparentemente) disfruta su hermana. Nada le parece lo bastante bueno, ningún trabajo, ningún hombre, ninguno de sus intentos por conseguir sus sueños… Al principio todo parece prometedor e idealizado para revelarse a la postre como descorazonador y perecedero. Al final, a fuerza de equivocarse, Emily abandona sus sueños de perfección. Se carga de tristeza y rencor contra todo y todos los que la rodean y comprueba que la perfección resulta inalcanzable. En el clímax dramático de Las hermanas Grimes, Emily, infatigable en su lucha por sacudirse de encima la carga de ser la hija desatendida de un padre decepcionante y una desestabilizada madre a la que se parece demasiado, e imán para hombres apresados en el discurso del “yo”, entiende por fin que su problema es que no se diferencia apenas nada en ese afán de búsqueda de afecto como le ocurría a su madre y su hermana y eso a pesar de ser más independiente y liberada, pero al final llega a encontrarse con cincuenta años, sola y sin amigos. Mientras su hermana Sarah se casa por amor y se niega a divorciarse a pesar de la desilusión que le invade por tener un marido al lado que le maltrata y subyuga y unos hijos que le ignoran por completo.

    En estas dos primeras partes, la madre (Pookie) siempre aparece como una figura dominante, absorbente y como un ser que en ocasiones te inspira lástima y en otras repulsión. En este personaje la pluma del escritor es donde se convierte en más crítica y afilada al mostrar el resultado nefasto que conlleva y que acarrea en el ser humano y en la sociedad los estereotipos, prejuicios y convencionalismos que rigen las normas de una sociedad norteamericana llena de prejuicios y puritana. El personaje de Pookie engloba todos estos rasgos y es el paradigma de esta sociedad cínica y desmoralizante. Pero incluso con las personas más antipáticas de su mundo literario el autor no cede al maniqueísmo y las retrata en su absurdo y decadente mundo bien para que nos compadezcamos de ellas o las disculpemos. El personaje se mueve entre lo grotesco y pantomímico. La última parte correspondiente a la madurez de las protagonistas se corresponde al mayor acercamiento psicológico entre las hermanas, es cuando se parecen más en sus desilusiones, miedos e inseguridades.

    El libro es un drama de tono intenso que se prolonga a lo largo del tiempo y que abarca toda la vida de las protagonistas y los seres que la rodean. Las hermanas pasan por una serie de malos tragos en nada ajenos a lo que cualquier persona puede experimentar en sus propias carnes: el envejecimiento y muerte de los padres, la mudanza de carácter de las parejas, los trabajos que se revelan infructuosos, los miedos e inseguridades que les acechan, la continúa postergación de ciertos sueños… La familiaridad de los baches que sufren las Grimes, el modo natural como se suceden y la forma en que es mostrado el paso del tiempo hacen que esta novela se lea con rasgos biográficos para muchos lectores.

    Respecto al autor, Richard Yates nació en Yonkers (Nueva Cork) en 1926. Debido a la separación de sus padres, su infancia fue difícil debido a la enemistad feroz entre ambos e itinerante transcurriendo en diversas localidades. Estudió en Avon (Conneticut), después de lo cual se alistó en el ejército, luchando en Francia y Alemania en los años 40 y 50. Contrajo la tuberculosis en la Segunda Guerra Mundial, forzando una larga convalecencia en un hospital y un período de vida en Francia. A su regreso a Estados Unidos en 1953, comenzó a ejercer de periodista y profesor de literatura y en 1961 publicó su célebre libro Vía Revolucionaria, novela adoptada al cine en el año 2008 por Sam Mendes y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet; la novela fue aclamada por la crítica y fue finalista del prestigioso “National Book Award” pero fue un incomprensible fracaso de público, al igual que todos sus libros, ya que ninguno de ellos vendió más de 12.000 ejemplares. Entre sus principales obras destacan además de las ya citadas: Cold Spring Harbour, A good school, Young hearts crying, Disturbing the peace, etc. Su vida, marcada por el alcohol, estuvo llena de altibajos. Se divorció dos veces y tuvo tres hijas. Su faceta de escritor de novelas, la alternó con la realización de los discursos de Robert Kennedy y cuando se mudó a Hollywood escribió varios guiones. Luego se dedicó a la enseñanza literaria en la Universidad de Iowa y otras ciudades, hasta instalarse en Tuscaloosa en 1991. Murió a causa de un enfisema en Alabama, el 7 de noviembre de 1992.

    Autor de culto para una nueva generación de lectores por la afinidad que muestra con la de sus propias vidas, como hemos comentado, no cosechó mucho éxito en vida, más bien sus creaciones literarias pasaron sin pena ni gloria pasando a endosar la vasta lista de autores denostados por el éxito y aplaudidos y reconocidos con el paso de los años. Este olvido fue universal durante años, de hecho sus novelas estaban descatalogadas en su país los primeros años tras su muerte, por la escasa acogida entre el público. Puede decirse que su prestigio fue resurgiendo, como en tantos otros casos, sólo de forma póstuma, empujado por las alabanzas de críticos, colegas de profesión y otras personalidades (como Clint Eastwood confeso idólatra del escritor) que no han dejado de reivindicarle.

    Una de las cualidades de su narrativa es que nos sacude, nos golpea con su plasmación de la vida y realidad humana y nos planta, desnudos, ante el espejo, mostrándonos todo tal y como es, con sus imperfecciones y realidades. Todos estamos expuestos a vernos reflejados ante al espejo de Yates. En su obra no hay artificios ni adornos, su prosa es limpia y diáfana. No hay búsqueda de la grandeza, porque sus héroes son de carne y hueso y sus vidas se rompen, sin sentimentalismos. Sus novelas hablan de personas atrapadas, a la deriva, frustradas, llenas de miedo y desilusión, que se traicionan a sí mismas y se dejan arrastrar hacia donde les lleva la corriente, rodeándose de gente que no saben escapar de su propia mediocridad y hastío. Vidas humanas, sobrecogedoras por su cercanía y por la crudeza de sus historias. Toda su narrativa está impregnada de ese aroma negativista y pesimista que inundó tanto su vida como su prosa; no esconde que para él la existencia es una decepción, un fraude, ya que la mayoría aspiramos a una existencia mejor, estamos llenos de sueños, pero nos engañamos a nosotros mismos constantemente, nos creemos distintos a la mayoría de los mortales pero simplemente vamos renunciando, día a día y ahí llega la frustración, el desencanto, que fácilmente puede tornarse en fatalidad. Otro de sus temas recurrentes es la soledad intrínseca del individuo: la mayor parte de los seres humanos están irremediablemente solos, ahí es donde reside la tragedia, una tragedia, que en manos de Yates duele y conmueve como pocas, porque destila verdad.

La época retratada en sus novelas, los años 50, es la del escapismo, la del conformismo más simplón, uniforme y acomodado. Sus historias se centran en la fragilidad y la desesperación del carácter humano, historias teñidas de pesimismo y caracterizadas por un intenso estudio de la sociedad estadounidense decepcionada tras la posguerra y el fracaso del “sueño americano”."


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