8 de gen. 2024

aitaren etxea, 7

 



Escultura: La casa dels pares/Gurasoen etxea, 2007
Autor: Juanjo Novella
Ubicada al Passeig de la Benedicta, Sestao, Biscaia
Es tracta d'una escultura homenatge als represaliats del franquisme a Sestao



Karmele Jaio:
"Más que tener sequía, 
he escrito mucho y luego ha ido a la papelera"

per Rosana Lakunza
Noticias de Navarra
20/02/2020

"La casa del padre/Aitaren etxea es una historia íntima en la que Karmele Jaio transita a través de tres personajes por un desván familiar. La escritora alavesa enfrenta a los lectores con los espejos del pasado.

    El nuevo libro de Jaio es una reflexión sobre los roles de género, roles que aún en el siglo XXI se resisten a desaparecer. Reconoce que el personaje de Ismael, el protagonista masculino de su novela, le ha costado más que el de las dos mujeres que comparten la historia con él, Libe y Jasone, y confiesa que a la hora de hacer los retratos ha sentido miedo de caer en las generalidades y tópicos, una tentación fácil cuando se escribe de hombres y mujeres, así que ha huido de las caricaturas y se ha metido a fondo en cada uno de ellos.

    La casa del padre es un título muy cercano a la cultura vasca.

    Sí. Está el famoso poema (La casa de mi padre, de Gabriel Aresti). El título hace referencia a que aún vivimos en la casa del padre. Es igual que hablemos de la defensa de la patria, de enamorarnos o de cualquier tema que afecte a nuestras vidas; los mandatos de género, las relaciones de poder, etcétera, están en todos los sitios. Son cuestiones transversales.

    Da la sensación de que su libro es una reflexión sobre la masculinidad.

    El protagonista es un hombre, pero no es solo un libro sobre la masculinidad. Quizá tendríamos que verlo desde el punto de vista de cómo tanto hombres como mujeres nos construimos, de alguna manera, encorsetados en unos mandatos. Se hace especial hincapié en la masculinidad porque el protagonista hace una reflexión coincidiendo con el tiempo que tiene que pasar cuidando a su padre, algo que no le ha tocado hacer nunca.

    ¿Una mirada en el espejo que representa otro hombre, el padre?

    Es pensar en el tipo de hombre que ha tenido enfrente, en el modelo de hombre que ha tenido en su padre. Es averiguar qué se ha esperado de él por ser hombre. Hace una toma de conciencia sobre lo que es él, igual que la hacen las dos mujeres protagonistas de la novela. Es ver cómo les ha afectado a los tres ese fondo familiar en todas las decisiones que han tomado en la vida.

    ¿Cree que aún seguimos aceptando los mandatos de género sobre los mandatos de personas?

    Absolutamente convencida.

    ¿No vamos a cambiar?

    Seguramente. Han cambiado muchas cosas, pero todavía estamos enseñando a niños y a niñas a poner sobre ellos y ellas unas expectativas concretas y distintas. Estamos limitando la libertad de las personas y no las dejamos ser lo que quieren realmente. Les estrechamos el abanico y les ofrecemos ciertas posibilidades, pero no todas.

    Profesión de mujer, profesión de hombre...

    Cierto, y juguetes de niña, juguetes de niño, formas de hablar diferentes... Esos mandatos de género aún existen, lo traspasan todo y lo hacen desde lo más público a lo más íntimo; desde nuestra forma de actuar en una reunión a nuestra forma de enamorarnos de una persona.

    ¿Aún estando en el siglo XXI?

    A veces tenemos la fantasía de que hablamos desde un lugar neutral, de que escribimos desde un lugar neutral, pero es absolutamente falso. Hay muchos condicionantes en la vida y no solo de género, pero el de género es muy potente, y muchas veces, inconscientemente, seguimos actuando como se espera. Y todo ello, a pesar de haber hecho no una, sino muchas reflexiones sobre el tema.

    ¿Es difícil entrar en los desvanes privados propios y ajenos?

    Sí. En esta novela y en todas, pero en esta especialmente, he hecho un esfuerzo por entrar en el desván de la casa del padre. Sobre todo es un esfuerzo por entrar en las contradicciones de los personajes. Pienso que las personas no somos de una manera, sino de muchas maneras.

    ¿Tantas contradicciones cree que encierra una persona?

    Todas, y me ha interesado entrar en ellas porque dan más credibilidad a los personajes. Cuando dices fulanito era tal o cual, no es real. Es así, pero también así, y así, y nos ocurre a todas las personas, que somos de tantas maneras y muchas veces esas maneras son muy contradictorias.

    Da mucha rabia enfrentarse a tus propias contradicciones, ¿no?

    Sí, pero eso también es importante aceptarlo. Es una riqueza que tenemos y nos da volumen a las personas.

    ¿Poliédricos, como se dice ahora?

    Exactamente, ese podría ser el término.

    Ismael, Libe y Jasone, los protagonistas de esta novela, son un triángulo familiar. ¿Se identifica más con Jasone, la mujer de Ismael?

    Hay muchos puntos de coincidencia. Soy mujer, soy escritora y hay otras historias en las que tenemos puntos en común. Me veo en partes muy importantes de Jasone, pero me veo también en Libe, la hermana, y también en Ismael. Los seres humanos podemos ser muy diferentes, pero nos ocurren cosas muy parecidas en la vida. Nuestras grandes preocupaciones son cuatro.

    ¿Es difícil desde el punto de vista de una mujer crear un personaje que exude masculinidad?

    Me ha costado más que los personajes femeninos. Ismael ha sido más trabajoso de crear. El mundo masculino lo conozco menos y me ha costado hacer ese ejercicio, aunque un escritor o escritora tiene que ser capaz de ponerse en la piel de cualquiera, pero el hecho de ser hombre lo ha hecho más difícil. También por miedo.

    ¿A caer en los tópicos?

    Sí. Era algo que me daba mucho miedo. Tenía miedo de caer en generalidades, de hacer una caricatura: los hombres tal, las mujeres cual... ¡Qué miedo me daba eso! He escrito con cuidado en ese sentido. Es un tema muy resbaladizo, porque es muy fácil caer en generalidades y he sido muy consciente de ello. Me ha costado escribir esta novela y uno de los motivos ha sido el miedo a caer en esas generalidades con las que muchas veces nos enfrentamos.

    También podía haber caído en generalidades en el personaje de Libe y su relación con el feminismo.

    Por supuesto, y también se puede caer en generalidades en el personaje de Jasone, la mujer que renuncia a sus inquietudes y necesidades cuando forma una familia. Por eso he puesto el acento en las contradicciones. Los personajes que solo son de una manera, que resultan muy planos, no resultan creíbles. Es muy fácil caer en las generalidades, caer en los tópicos, cuando estás hablando de hombres y mujeres."







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