13 de gen. 2024

aitaren etxea, fragment i 4

 




    “Vuelves a tener la novela de Jasone entre tus manos. La ha dejado en la mesa de la cocina, aunque, antes de irse a la habitación, ha colocado a su lado su mochila, como queriendo marcar que aquel es su territorio. Acaricias los folios con los dedos y por un momento sientes que sigues acariciando sus manos, y a medida que los acaricias, notas que también se ablanda la bola que tienes en el cerebro, que se hace moldeable, que toma una nueva forma. Y, en ese momento, han aparecido. Quizá estabas atento a la ventana porque sabías que iban a aparecer. Los estorninos. Han aparecido por el este, dibujando una nube gris que cambia constantemente de forma. Movimientos rápidos, bruscos a veces, que todos los pájaros siguen al unísono. Sigues sin comprender cómo consiguen mantener unido el grupo. ¿Quién les dice qué movimientos tienen que hacer? Es como si recibieran desde su nacimiento una orden que quedara instalada en su mente para siempre y la siguieran a rajatabla, como si estuvieran programados.

    Los has mirado con atención, queriendo descubrir quién ordena cada uno de los cambios de dirección. Y te has dado cuenta de que siempre hay uno que decide cambiar de rumbo, y que luego lo siguen los demás por detrás. Entonces has sentido que se te acelera el corazón, has escuchado tus propios latidos con fuerza. Debes volver al estudio cuanto antes, a escribir con esos dedos de uñas cada vez más redondeadas. A escribir, por fin.

«Disparos en el monte.»

    Necesitas sacar de dentro esa vieja historia en la que has crecido, sacarla como se saca un cartucho de escopeta de entre los arbustos. Agachándote e hiriéndote las manos. Solo contándote a ti mismo esa historia de ladridos, palomas, escopetas, botas manchadas de barro, latas de galletas... podrás saber desde dónde has aprendido a mirar el mundo; solo reconociendo el origen de la voz que utilizas con tu padre, podrás llegar a entrar un día en la piel de la mujer de tu pesadilla. Solo así podrás cambiar de rumbo. Y con suerte, una vez que lo hagas, la bandada te seguirá por detrás.”

La casa del padre
Aitaren etxea
Karmele Jaio
Traducción de la autora
Destino, 2020
Páginas 220-221



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