14 de maig 2024

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Alice Kellen: 
"¿Por qué tiene más valor escribir la historia de un asesino que una de amor?"

Escribe novela romántica, un género que reivindica porque escribir de los afectos, aclara, es complicado. También defiende el oficio de escribir, porque muchas veces le han dicho que por qué no buscaba un trabajo más serio.

per Ángeles Caballero
El Confidencial
23/04/2022

    "Prefiere no decir su nombre real porque, al fin y al cabo, "ya todo el mundo me llama Alice". La mujer de las fotos nació en Valencia hace 32 años, tiene dos hijos y dos gatos y, desde hace unos años, es Alice Kellen para sus lectores. Escribe novela romántica, un género que reivindica porque escribir de los afectos, aclara, es complicado. "Me pregunto por qué valoramos más contar la historia de un asesino y por qué parece que todo lo que está unido a los sentimientos siempre se ve como una debilidad, o es algo de lo que hay que avergonzarse", dice.

    También defiende el oficio de escribir, porque muchas veces le han dicho que por qué no buscaba un trabajo más serio. "Cuando era pequeña, me molestaba muchísimo que me preguntaran qué iba a ser de mayor. ¡Pero qué iba a saber yo con 12 o 13 años! ¿Tenía que decidir en ese momento qué iba a hacer el resto de mi existencia? ¡Menuda losa! Y encima la gente no espera que le contestes que quieres pintar jarrones, escribir o bailar… Quiere que le digas que vas a ser maestra, doctora o algo que sea consistente para ellos", aclara.

    Después de 15 libros, más de un millón de lectores y colas de hasta cuatro kilómetros en la última Feria del Libro de Madrid para conseguir su firma, no parece sentirse muy cómoda cuando se menciona la palabra "éxito". Por pudor más que por otra cosa, y porque a veces siente que eso no le está pasando a ella. "Mi agente siempre dice que no reacciono cuando me da alguna noticia. La última vez que negociamos mi contrato y mencionó los detalles pensé: ¿de verdad esto interesa tanto? Pero estas cosas enseguida se me pasan. Me pongo un moño, saco la sartén, la pongo al fuego y listo", bromea.

    En algún momento de la conversación había que hablar del porqué de ese nombre. "Alice me lo puse por Alice in wonderland y Kellen es por Marian Keyes, que como en español se lee "Keyes", pensé que Kellen se le parece y no fui mucho más allá", bromea.

PREGUNTA. Ya que no quiere que digamos su verdadero nombre, cuéntenos algo de usted.

RESPUESTA. Supongo que todo el mundo dirá lo mismo, pero soy una persona muy normal, no he asesinado a nadie todavía ni he hecho nada muy estrafalario.

P. ¿Ni siquiera una comisión millonaria por una llamada?

R. (Sonríe) Qué va, ni siquiera un sobre con algo en B. Me dedico a escribir a tiempo completo desde hace unos años, pero es algo que me gusta desde siempre. De pequeña, tenía mi diario y luego escribí mucho en foros o para amigas. Empecé mil novelas, pero no remataba ninguna porque soy muy poco constante. Soy de esas que empieza 100 cosas a la vez y deja 99 por el camino, pero llegó un momento, cosa extraña, en el que acabé una. No sabía muy bien qué hacer con ella y la subí a Amazon, que entonces acababa de llegar a España y casi nadie lo conocía. Lo hice un poco a lo loco, por ver qué pasaba.

Entonces era una ventaja el hecho de que la empresa fuera bastante desconocida, porque ahora tienes ahí tantas novelas que es casi imposible llamar la atención. Pero, como entonces éramos pocos, a los dos meses me contactó una editorial. Ese fue, digamos, mi comienzo como escritora. Hasta entonces, lo hacía compaginándolo con otro trabajo porque sabía que vivir de esto es complicado.

P. ¿Qué edad tenía cuando sucedió aquello?

R. Sé que era verano, no sé si tenía 22 años o estaba punto de cumplir los 23. También ese momento era muy diferente en lo que se refiere al mundo editorial. Hace 10 años era casi impensable que cogieran un manuscrito así porque sí de alguien a esa edad. Encima siendo una autora nacional, es que ni lo contemplaba como una posibilidad.

P. ¿Qué había hecho antes de subir esa novela a Amazon?

R. Empecé Filología Hispánica y la dejé, como era de esperar. Me metí ahí porque me gustaba leer y escribir y pensé que era lo que más se aproximaba, pero lo que me encontré fue diferente a la idea que yo tenía en la cabeza. Y, además, en el fondo yo lo que habría querido es hacer Historia del Arte, pero no me dio la nota porque no era una estudiante muy ejemplar.

Al dejar la universidad, monté con mi pareja una empresa de marketing porque, cuando mencionabas la palabra escritor, siempre había alguien encargado de aterrizarte. Te decían que hicieras algo serio, vamos, así que me hice autónoma. Imagina.

P. ¿Se pueden escribir novelas y ser inconstante?

R. Es que escribir es la única constante en mi vida. Mi madre dice que desde que empecé con un diario a los ocho o nueve años es lo único en lo que me he mantenido firme. Pero, en el resto, soy un desastre. Ahora mismo tengo comprado un curso de flores prensadas, de nutrición, de cerámica… Me interesan cosas de manera muy intensa, pero se me olvidan con la misma intensidad.

P. ¿Cómo era esa primera novela que le publicaron?

R. Ese primer libro ya iba firmado como Alice Kellen y era totalmente amateur. Se llamaba Llévame a cualquier lugar y era una comedia romántica. Al principio mi estilo tenía mucho humor, pero luego me pasé al drama. Siempre dentro de lo romántico, que es un género que no descubrí hasta que cumplí los 20.

Llegó entonces a mis manos una novela de este tipo, y no sé si te ha pasado alguna vez, pero empecé a leer libros de ese género y se me olvidaba hasta de que era la hora de comer. Me evadía de la realidad y me iba a vivir a esas historias, como si todo lo demás hubiera desaparecido. Me dije a mí misma: 'Yo quiero escribir esto y que al hacerlo me sienta así'. Me enganché.

P. ¿Qué autores o autoras le provocaron ese enganche?

R. Lisa Kleypas, Susan Elizabeth Philips, Marian Keyes, Helen Fielding, la que escribió El diario de Bridget Jones… Ahora las cosas se ven distintas, pero en esa época ese libro fue rompedor, porque mostraba a una protagonista treintañera con sus problemas sociales y laborales, sus inseguridades.

P. Si algunos le decían que escribir no es un trabajo de verdad, ¿cómo reaccionaron cuando escogió el género romántico?

R. De todo. Me decían: "Bueno, cuando escribas un libro de verdad…", como si los míos fueran de cartón o estuvieran en blanco. Creo que al final esto es una cuestión educativa, prejuicios que creo que no tienen las nuevas generaciones.

Al principio, había gente que me trataba como si estuviera aburrida y entonces por eso me daba por contar historias de amor, porque lo serio debía ser contar asesinatos, supongo. Me pregunto por qué valoramos más contar la historia de un asesino y por qué parece que todo lo que está unido a los sentimientos siempre se ve como una debilidad, o es algo de lo que hay que avergonzarse. ¡No es tan fácil escribir de todo lo que rodea a los afectos! Seguimos escribiendo sobre el amor porque no hay una fórmula que nos haga triunfar, y es muy difícil que funcione.

P. Y nos hemos enamorado muchas más veces de las hemos cometido asesinatos, supongo…

R. Exacto.

P. ¿Cuándo se da cuenta de que hay que escoger entre ser empresaria y ser escritora?

R. En el momento en el que veo que no puedo cumplir con ninguna de las dos cosas. Ahora, que escribo a tiempo completo, me gusta mucho que sea un trabajo bastante invisible y solitario, aunque se parece poco a esa idea bucólica que tienen algunos de que una escritora se levanta, se toma un café, teclea un ratito y ya está. No funciona así. Hay mucha promoción, mucha prensa, mucho viaje en el que, por más que se empeñen en recomendarte sitios, no conoces las ciudades a las que vas porque no tienes tiempo ni de salir del hotel. Para mí, lo mejor de escribir es eso, escribir, porque me ha costado mucho acostumbrarme a todo lo que le rodea.

P. ¿Está en ese punto de su vida en el que la reconocen por la calle?

R. Tengo un centro comercial cerca de casa y a veces me ha pasado. Lo paso bastante mal, porque no sabes muy bien qué decir. Pero tengo la suerte de vivir en el campo. Abro la puerta y es todo monte. Pero imagino que vivir en una ciudad hace difícil que pases desapercibido, porque te cruzas con un montón de gente.

P. No le voy a preguntar, como hace David Broncano en el programa La resistencia, cuánto dinero tiene en el banco, pero ¿sabe cuántos libros lleva vendidos?

R. No lo sé… La última vez que la editorial hizo una faja para uno de los libros ponía que tengo más de un millón de lectores, pero no llevo la cuenta. Nunca me he parado a pensarlo, la verdad.

P. ¿Qué siente al pensar en ese más de un millón de lectores?

R. Sinceramente, es que creo que vivo un poco anestesiada, y no termino de ser muy consciente de estas cosas. Cuando vuelvo de una feria, con colas kilométricas para las firmas, se me olvida rápidamente. Es como si eso le hubiera pasado a otra persona que no soy yo. Tendrá un nombre esto que me pasa seguro, porque es como si me separara por capas. Si hasta a veces miro a mis hijos y pienso: '¿Pero yo tengo a estos dos?' (risas). Mi agente siempre dice que no reacciono cuando me cuenta noticias. Cuando me habló de los detalles de mi último contrato pensé: '¿Pero de verdad esto interesa tanto?'. Pero enseguida se me pasa, me pongo un moño, saco la sartén, la pongo al fuego y listo.

P. En la última edición de la Feria del Libro de Madrid, le esperaba una cola de cuatro kilómetros para las firmas…

R. Tengo que decir que el público que va a las ferias es muy distinto del que luego te lee. Cuando hago entrevistas, acabo firmando libros para madres de periodistas que tienen 70 años, para novias de treinta y pico y para hijas de 14. Pero, en las ferias, los jóvenes se movilizan más porque son más fans y tienen más ilusión por conocerte, porque les gusta lo que haces. Mi madre, por muy fan que sea, no se va a hacer una cola de seis horas.

P. ¿Alguna vez ha hecho cola usted por alguien para que le firme un libro?

R. Esto suena horrible, pero nunca lo he hecho. Aunque tengo una balda con los libros que yo considero sagrados, procuro dejar en la intimidad todo lo que tenga que ver con admirar a alguien.

P. ¿Quién está en esa balda?

R. Maggie O’Farrell, por ejemplo. Me encanta. Y hay novelas que me gustan mucho, como Yo antes de ti (escrita por Jojo Moyes), One day (de David Nichols)… Y tengo uno que me encanta, pero también es el que más me ha hecho sufrir, La luz entre los océanos (de M. L. Stedman). Sobre todo desde que soy madre."








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