24 de nov. 2014

cervantes 2014

Juan Goytisolo, Premio Miguel de Carvantes de las Letras 2014
En el Más Acá

“Al despedir el duelo de algún conocido del barrio, el peluquero italiano de la esquina –a quien procuraba evitar por su verborrea y su constante recurso a verdades de Perogrullo– solía comentar con la risilla de quien se cree agudo:

“La otra vida debe de ser muy buena ¿no cree? ¡Nadie, que yo sepa, ha querido volver a ésta!”

Pero el patriota de Forza Italia se equivocaba de medio a medio pues, aun hecho trizas, quiso regresar al planeta en el que un terrorista activó la carga explosiva disimulada en el forro de su gabardina y le despachó con su libro al Más Acá. Se encontró de golpe en un cibercafé desierto con miles (¿millones?) de ordenadores y sus correspondientes mesillas y asientos. Un panel gigante, que se encendía y apagaba, repetía incansablemente un mensaje: UNIVERSO VIRTUAL. No sabía a qué atenerse ni lo que se esperaba de él, y vagó así en el vacío de un espacio infinito hasta que, agotado, se sentó frente a uno de los teclados y se vio retratado en la pantalla, con su sombrero y gafas ahumadas, con la etiqueta de El Monstruo del Sentier.

¿Qué cabía hacer sino explorar las posibilidades que le procuraban los datos e informaciones de la galaxia electrónica y su vasto abanico de programas para todos los gustos y edades? La memoria anterior había sido sustituida por una nueva, con la que podría jugar, pese a su ineptitud y torpeza, al hilo de los correos que recibía. Empezó así a intercambiar mensajes –sus cáusticas divagaciones y fantasías– con visibles o anónimos internautas a quienes les bastaba pulsar las teclas indicadoras de monstruosentier@hotmail.com para entrar en contacto con él, atraídos quizá por el extremismo pueril y la escasa fiabilidad de unos escritos que tú, sufrido lector, podrás juzgar por ti mismo.

lectura de 09/2009 Vespres Literaris


Sus primeros pasos

El astuto lector se preguntará cómo un desmañado como él, incapaz de abrir un paraguas o de dar cuerda a un reloj, puede navegar por su ordenador y entrar en contacto con el mundo del que salió despedido y con la nebulosa de astros del Más Acá. La muerte no es como la piensas, querido colega: tarde o temprano lo comprobarás. Lo mismo puedes encontrarte en un cibercafé del tamaño de un estadio olímpico como flotando en la ingravidez del espacio, atrapado sin remedio en un atasco en la indeseable compañía de un taxista madrileño cuyo monólogo escucharás más tarde, avanzado ya el libro, o encapsulado en el minicerebro de un chorlito con aires de profesor.

¿Fantasías mías? Ven, rompe la débil membrana que nos separa y verás con tus ojos virtuales al chorlito, la inefable vecina de piso del fallecido Monstruo del Sentier. Escúchala, escéptico amigo, mientras prodiga perlas de sabiduría por su pico corto y recto, y agita su cuerpo rechoncho y su plumaje multicolor.

“¡Ya se lo había dicho mil veces! ¡Están en todas partes como los microbios de una epidemia! Roban y trapichean con drogas para financiar sus atentados. Acabo de recibir la convocatoria para una marcha patriótica y quisiera que participara conmigo en ella. ¡Si no empleamos el arma nuclear en sus países de origen, estamos perdidos: nos aniquilarán!”

Imposible taparse los oídos, hermano del alma: carece de ellos. Los rumores del tiempo llegan a su espíritu sin recurrir a los sentidos. El éter lo abarca todo, incluso aquella insignificante conversación.

El exiliado de aquí y allá”
Juan Goytisolo

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