“—Yo vine a
España de una forma parecida a como intentaban hacerlo Mamadou y Adama. También
atravesé el desierto; también vi morir a dos compañeros del grupo que iniciamos
juntos el trayecto; también salté la valla de Melilla... Eso fue en el 2005.
Por suerte, fue un poco antes de que pusieran las concertinas, esas cuchillas
que dejan unos cortes que... Mis recuerdos son terribles, y necesité mucho
tiempo para borrarlos de mi memoria, o al menos borrarlos lo suficiente como
para poder dormir por las noches. Y ahora todo aquello ha vuelto...
Hizo una nueva pausa, pero su
gesto indicaba que iba a seguir hablando y los policías no lo interrumpieron.
—Además, está lo de Farid... Yo
no tengo hijos, pero me impresionó mucho lo que le hicieron al hijo de Hammed
Benali. Desde que lo vi muerto en el Instituto de Medicina Legal, con la cara
tan deformada, no he dejado de pensar en la crueldad que conlleva hacer algo
así. Es como si... —Ibra hablaba con la vista perdida en el fondo del bar—,
como si el diablo hubiera poseído al autor de ese crimen. Intento entender el
camino que sigue una persona para llegar a hacer algo tan maligno.
—Sí, todos quedamos muy afectados
por ese asesinato —dijo Eulalia.
—Me he pasado años tratando de
ver la vida con algo de optimismo. Cuando entré en España, en el 2005, hacía
dos años que me había despedido de mi familia. Dos años fue lo que duró mi
travesía migratoria. En ese tiempo sufrí todos los golpes que un ser humano
pude sufrir en sus carnes y su cerebro, pero podía soportarlo todo porque al
final del viaje me esperaba el paraíso. Lo peor viene cuando estás en España y
ves que esto, de paraíso, no tiene nada. Y yo vine cuando había trabajo; los
que han venido en los últimos años y lo único que pueden hacer es recoger
chatarra o cosas parecidas llegan incluso a perder la razón. Se dan cuenta de
que han pasado por cosas espantosas y lo que han logrado al final del viaje es
estar peor que en su país y, encima, no poder cumplir con su obligación de
enviar dinero a la familia. Si no envías dinero te sientes un fracasado y
además pierdes la estima de tu familia, porque ellos no alcanzan a comprender
que alguien que está en Europa no pueda enviar dinero. ¿Sabéis a cuántos
inmigrantes africanos atienden los psicólogos y psiquiatras después de que
lleven un tiempo en España?
Cogió un calamar con el tenedor y
pareció que iba a llevárselo a la boca, pero volvió a dejarlo en el plato.
—Yo he pasado aquí por etapas muy
variadas. A veces me he implicado mucho ayudando a mis compatriotas, pero otras
he necesitado alejarme de ellos para no sufrir una depresión. Eso es lo que
necesito ahora.
—Está claro, Ibra —dijo Samuel—,
no te preocupes. Hablaré con la jueza y creo que podrá librarte de asistir a
más reuniones.
Ibra asintió moviendo la cabeza y
volvió a juguetear con los calamares, deslizándolos con el tenedor.
—Conseguí la regularización en el
2009 —continuó el africano, pese a que unos segundos antes parecía que no
quería seguir con esta conversación—. Los ansiados papeles que te permiten
volver a considerarte un ser humano. Pero llegaron tarde. —Los ojos de Ibra se
habían humedecido—. No es fácil volver a sentirte persona cuando...
Él se calló y los policías
tampoco dijeron nada, como si se hallaran inmersos en un acto de duelo en el
que es obligado guardar silencio.
—Cuatro años estuve viviendo en
España en situación irregular. Llegué a creer que los estudios que había hecho
en Senegal jamás me servirían para nada. Durante esos cuatro años fui peón
agrícola, friegaplatos, peón de la construcción..., cobrando a veces tres euros
la hora, sufriendo el racismo de algunos encargados... Después me dieron los
papeles, pero pude comprobar que mi situación laboral no mejoraba mucho: la
crisis había llegado y los trabajos que me daban eran pocos y sin contrato,
como cuando no tenía papeles. Eso desanima mucho. Al entrar en el consultorio
psicológico mi situación laboral mejoró, pero había cosas difíciles de olvidar.”
Miguel Pajares
Aguas de venganza
Alrevés, Barcelona 2016
pág: 220-222
El
proper dimarts 22 de novembre, a les 19 hores i a l’aula 22 de
l’Ateneu de Cerdanyola del Vallès, Miguel Pajares, Doctor
en Antropologia Social, investigador del Grup de Recerca sobre Exclusió i
Control Social de la Universitat de Barcelona i president de la Comissió
Catalana d'Ajuda al Refugiat, ens parlarà de la seva última novel·la “Aguas
de venganza”, en una xerrada debat on parlarem de fronteres,
exclusions i divisions
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