“En Rabos de
lagartija los adolescentes David Bartra y Paulino Bradolet, habitantes de la Barcelona de posguerra, están
siempre cortando rabos de lagartija. Estos cortes que marcan el ritmo de la
novela se encuentran en relación con otros cortes de varias narraciones
entremezcladas: la narración de la desaparición del padre11 de David,
perseguido por la policía franquista, la narración del aviador británico y de
su historia de amor con la madre de David, la narración del inspector Galván
sobre el expediente del padre de David y las narraciones que David se inventa
continuamente sobre su padre, su madre, su hermano muerto, el inspector y el
aviador. Entre todas estas narraciones se tejen las narraciones de la historia
colectiva, la narración oficial de los vencedores y la narración ocultada,
borrada, no cicatrizada, de los vencidos. Teniendo en cuenta la recurrencia de
la cicatriz en Marsé, podemos hablar de la historia como cicatriz en el cuerpo.
La intimidad y la historia se convierten así en narraciones de cicatrices. Si
la versión oficial es un intento de hacer invisible la historia, de borrar sus
cicatrices –intento que implica evidentemente sus mecanismos de
ficcionalización–, las narraciones que David se inventa tratando de unir los
trozos de verdad a los que tiene acceso desvelan la existencia de muchas
cicatrices tanto a nivel de la historia familiar como a nivel de la historia
colectiva.”
leer el
artículo completo, “Territorios
cicatriciales en la narrativa de Juan Marsé el caso de Rabos de lagartija”, de Ioana Gruia
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